En los dos artículos anteriores que he dedicado a la
presente edición de “GH VIP” he dejado patente que hay bastantes cosas que me “asquean”,
por no decir directamente que me dan sopor. Lo de dividir la primera gala (que
siempre suelen ser un coñazo, tanto las de la versión “anónima” como la de los “famosos”)
en dos partes, como si de un blockbuster se tratase, podría decir que es la
gota que colmó el vaso… si no fuese porque, in fact, fue lo primero que supimos
de este concurso. A esto le siguió la entrada de Terelu en esa “Gala 1 Parte 2”
(sigh) y la pureba de rellenar unas magdalenas, o como quiera que sea que le
llamen, que estuvo a punto de hacerme cortar las venas. Y ya señalé que lo de
ver a la “hijísima” y su madre cenando durante 2 horas fue otra tortura china. Agítese
todo esto con los típicos “concursantes muebles” que tiene que haber en todas
las ediciones (que de momento son el concejal del PP e Ivonne Reyes… ¡Ah, no,
espera! También está esa otra chica. ¿Cómo se llama? La que tiene acento raro).
Bueno, pues pese a todo esto y a la supuesta expulsión de Toño Sanchís esta
noche, creo que podemos estar ante una de las mejores ediciones del VIP que se
han emitido por estos lares. ¿Por qué? Sigan leyendo.
El matiz diferenciador de este reality es que hay muchos de
los concursantes que, lo digan o no, quieren ganar el premio. O, cuanto menos,
desean estar el máximo tiempo posible para sacarle rédito de alguna forma
(económica pura y dura, bolos, trabajo como contertulio/presentador/loquesea,
portada de “Interviú”, etc). Sí, ya sé que esto es algo obvio y que no haría
falta siquiera reseñar, pero realmente veo un deseo “máximo” (que diría la
Padilla… Paz no, la otra) de convertir su paso por el programa en un cofre de
oro al final del arco-iris. Por un lado está Toño, que ya lo ha dicho abiertamente
desde el principio, intuimos que por el conflicto de dinero que tiene con su
famosa ex representada. Por el otro, Daniela Blume, quien en su primera
conversación dentro de la casa, con Toño precisamente, confesó que ya no
trabaja en la radio y aspira con convertirse en cantante. Lo mismo para Tuto
Durán, aunque en su caso el simple hecho de haber sido elegido como
participante es un éxito. Y qué decir de Aless Gibaja, quien no para de llorar
(a su manera) porque su núcleo de seguidores se van a dormir cuando se lo
ordenan, y aspira a tener un target más amplio. Difícil lo va a tener, por
cierto, como siga con esas “muletillas” que dan más grima que buen rollo.
A estos (y a otros que desvelaremos en otros artículos) hay
que sumar, y de forma muy destacada, a Alonso Caparrós. El otrora presentador
(¿alguien le recuerda desempeñando tales funciones, por cierto?) es otro que,
como Toño, ha confesado en numerosas ocasiones que quiere ganar “como sea”. Y con
honestidad, ese “como sea” lo está aplicando de lo lindo. Primero, con esa
frase que ya ha pasado a la historia de la “oscuridad tenebrosa” en alusión a
Sanchís, mientras le nominaba subiéndose al carro del resto de concursantes. Segundo,
con la patética pantomima de fingir una vena paternalista hacia la Lamborgini,
a la que machaca sin rubor cada vez que tiene la ocasión… e incluso cuando no
la tiene. Y por último, exagerando un (por otro lado entendible) sollozo cuando
en una fiesta les “pincharon” una canción de su padre. Esto último, por
supuesto, es lo menos reprobable, pero sumado a todo lo anterior…
Y conste que no estoy criticando a Alonso, sino más bien al
contrario. Pero creo que la camisa le viene grande e iría bien en buscarse la
suya propia. La camisa de Carlos Lozano, digo; espejo en el que Caparrós se
quiere mirar, no sólo por iniciativa propia, sino porque todo el mundo le ha
señalado como sucesor desde antes incluso de poner un pie en Guadalix,
aduciendo que tienen perfiles “similares”. También, por supuesto, porque había
ganas de todos en tener realmente un Lozano en esta edición, ganador en la
sombra del VIP anterior, y triunfador pese a quedar segundo gracias a haberse
convertido en nuevo presentador de Mediaset, amén de protagonizar “Deluxes”
varios.
Lo que llamó la atención de Carlos, el año pasado, es que
tenía una “maldad inocente”, ejemplificada muy bien con su primer gran “zasca”
en el reality, cuando intercambió a los progenitores de Javier Tudela y Laura
Matamoros… “sin querer”. A eso siguieron sus exhibiciones de “pesado de barra”
trasnochada en las primeras fiestas, que se cortó rápidamente con la famosa “trampa
del gin tonic” por parte de, todavía, alguien desconocido. A partir de ese
momento, Lozano se dio cuenta de donde estaba y enchufó el piloto automático de
concursante, de una manera brillante y que gracias a lo cual se echó a las
espaldas él solito al programa entero en numerosas ocasiones. Pero ya digo… era
una “maldad inocente”. Una mala leche de cuñado graciosete en cena de navidad.
Lo de Alonso, por el contrario, no tiene nada de inocente, ni de infantil, ni
de gracioso. De entretenido sí, por supuesto. Sólo hay que ver cómo se ha
deshecho de Irma Soriano a las primeras de cambio, con el intercambio de amenazas
soterradas después de los primeros posicionamientos.
Hay que destacar, por último, que Alonso no se ha
posicionado todavía en ninguno de los grupos de la casa, coqueteando con todos
(“jugando”, según sus propias palabras) pero sin casarse con nadie. Honestamente,
creo que le gustaría estar en el de Toño Sanchís, y convertir a “los Panchos”
en una suerte de “Beatles”, pero creo que el hecho de que Sanchís se le
adelantase y el saber que, de entrar ahora, no sería el líder de la manada sino
tan solo “uno más” lo que le impide dar el paso definitivo. Creo que su
intención es, aunque parezca sorprendente, convertirse en la principal diana en
las nominaciones de esta noche. Sí, ya sé que puede parecer kamikaze o estúpido
a simple vista, pero a nadie se le escapa que todo buen ganador de Gran Hermano
que se precie lo ha sido después de superar un buen número de nominaciones, y
más aún si encima tiene a toda la casa en su contra, lo que da cierto aire
épico al asunto.
En fin, dentro de apenas unas horas sabremos si tengo razón
o no en mi análisis y mañana, en Orgullo Fan y como siempre… más y mejor.
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