Me olvidé de comentar en el pasado artículo lo que quizás fue
lo mejor de la pasada gala. Un vídeo bastante “random” y del que pocos se han
hecho eco. Lo cierto es que no se presentó a bombo y platillo y podría haber
incluso pasado desapercibido dentro de la maquinaria de un programa de tres
horas, pero lo importante es que existió y lo vimos. Se trató de un momento de
asueto dentro de la casa de Guadalix donde Alejandro Abad y Tuto Durán, entre
risas, “sacaban del armario” a María del
Monte, así como suena. Según pudimos apreciar, Abad relataba al canario una de
sus anécdotas profesionales (el tema favorito de ambos dentro d ela casa, por
otro lado) y narraba cómo había tenido que componer canciones para algunas
folklóricas de orientación sexual “dispersa” (creo que utilizó esta palabra,
pero no estoy seguro. La verdad es que el propio Alejandro no sabía cómo
decirlo, pero en el contexto se entendió perfectamente, y su interlocutor aún
mejor), y ante la imposibilidad de poder referirse a un “amor masculino”, había
tenido que recurrir a metáforas en las letras, por petición expresa de las
cantantes, del tipo “cabalgando en un caballo” o similar. Fue entonces cuando
Durán soltó, sin rubor, “¿Cómo María del Monte?”, a lo que Abad, tras
pensárselo un segundo, replicó: “Por ejemplo”.
Lógicamente, si se le preguntase a Tuto por este incidente
(que no se hizo), ralegaría de nuevo su inexperiencia en la televisión, que
nunca ha visto “Gran Hermano”, que no sabe que todo se graba y etc. Es una
excusa que utilizan muchos concursantes, no sólo del VIP sino de la edición
anónima. Cuesta creer, toda vez que son ya 17 años los que lleva emitiéndose en
Telecinco el formato, toda una vida (sigh). Pero ciertamente, muchas veces da
la impresión de que ninguno de los que están dentro de la casa saben realmente
de qué va la movida. Sólo así se explica la situación a la que ha llegado
actualmente este “VIP 5” y todas las medidas que está tomando la dirección del
reality para impedir su cancelación; la última de las cuales la vimos anoche,
con la incorporación de Kiko Matamoros en plan “sargento de hierro”, con la
excusa de la prueba semanal a la que tendrán que hacer frente, que en este caso
será “Entrena como puedas”. De lo poco que pudimos ver cuando pinchaban la
señal en directo, ya se veía bastante claro que el colaborador de “Sálvame” les
soltaba algunas indirectas sobre lo mal que lo están haciendo de cara a la
audiencia y la necesidad de que “espabilen” salvo pena de que les cierren el
chiringuito.
Sin embargo, creo que la culpa no la tienen los
participantes de esta edición. Al menos, no del todo. En “GH 17” (quizás, la
peor edición de todos los tiempos) tuvimos que asistir una y otra vez a las
llamadas de atención por parte del “Súper” hacia los habitantes de la casa de
Guadalix, afeándoles su comportamiento y pidiéndoles una y otra vez que no se
faltasen al respeto y hablasen con educación. Unas regañinas que,
personalmente, vivía con una mezcla de estupor e indignación, máxime cuando
acto seguido les solicitaban que se “posicionasen” en contra de quien quisieran
ver fuera del programa o les pedían recitar los famosos “contra-alegatos”, en
un acto de incoherencia sin parangón. En otras palabras: no se puede criar a un
perro de presa para que ataque… y luego estar todo el rato tirándole de la
correa. Estoy de acuerdo en que los anónimos de la edición pasada habían tomado
las peleas y los insultos como “santo y seña” y llegados a extremos que nunca
antes se habían traspasado, pero parecía haber una intención expresa de la
directiva para que se comportasen como alumnos de una escuela católica, algo
que los “grandes hermanos” nunca han sido… ni tampoco se les ha pedido que sea.
Evidentemente, el ganador del formato no será aquel o aquella que grite más
(aunque bueno, la que se alzó finalmente con el maletín fue la “Naranjita”),
pero si “GH” defiende siempre que los concursantes se muestren “tal y como son”
y salpicas el cásting con un montón de “chonis” y “canis”… ¿qué esperabas? “La
gente no enciende la televisión para ver a un grupo de niñatos gritando día y
noche”, repitió en varias ocasiones Jorge Javier Vázquez, presentador de la
pasada edición. Bueno, quizás alguno no. Pero ese target, queridos amigos de
Mediaset, hace tiempo que les perdisteis. Ese público es el que enciende Antena
3 y enarbolan la “televisión blanca”. A mí, personalmente, me gusta la marcha. Y
es lo que espero ver en “GH”, sinceramente.
Y mira tú por dónde, tampoco era tan difícil de conseguir. Ha
bastado la entrada de Aída Nízar para remover todo el avispero. Anoche, in fct,
tuvimos el mejor “Debate” de lo que llevamos del “VIP”. Apenas hubo tiempo para
entrevistar a Tuto, y no sólo porque la languidez del supuesto cantante
internacional aburre a las ovejas, sino porque los vídeos de lo que había
acontecido en poco más de 48 horas se atropellaban en la escaleta. Así vimos a
un Aonso Caparrós “renacido”, que por fin ha entendido de qué va la película, y
está dispuesto a re-escribir el final de la misma. O aun Aless Gibaja que se ha
quitado la careta y se pasa el día hablando de “venenos”, “víboras” y reptiles
varios. Se le olvida quizás mirarse en el espejo. El “siempre smiling”,
supuesto azote del “bullying” que sufren sus pequeños seguidores, ha tenido muy
poco decoro en comportarse como el típico acosador de instituto, haciendo
pandillita con sus “amiguitas” para machacar a la recién llegada. La imagen
bastante gráfica de él sentándose en la encimera de la cocina, al lado de su
amiga, Blume, quien en ese momento estaba intercambiando lindezas con la Nízar,
es bastante significativo. Es el proceder del típico que está siempre detrás
del más fuerte, azuzándole para que pelée por él, y luego suelta una patadita
en la cabeza cuando el rival está ya indefenso en el suelo. Y que conste que no
es un ataque. Esta vez no. Prefiero mil veces a este Gibaja antes que al
personaje pre-fabricado que hemos debido soportar en las pasadas semanas. Hace un
par de blogs pedí que el “influencer” fuese nominado para verle cómo era
realmente. Bueno, n hizo falta hacer tal cosa. Aída lo ha conseguido por
nosotros.
Bueno… ¿y qué decir de la Lamborgini? La que presume de “cagarse”
en las camas de sus enemigos o “mearles” en el té estuvo anoche muy cerca de
proceder de tal manera, con conatos de agresión a la nueva participante, que
lograron lo imposible: convertir a Aída Nízar en potencial víctima e incluso
fagocitar entre la audiencia un sentimiento de lástima hacia ella. Todo esto no quiere decir, por supuesto, que la
susodicha no se lo haya ganado a pulso, por supuesto. Desde el primer momento
que puso un pie en la casa, la habitual de otros programas de la cadena fue muy
consciente de que su paso por Guadalix iba a ser muy efímero. Nominación y
expulsión, que es el equivalente del “saque y volea” que empleó ayer Federer
para dejarnos sin ver a Nadal levantando de nuevo un título de Grand Slam. Todo
ello, por supuesto, siempre y cuando no la expulsaron disciplinariamente antes
de que eso ocurriese, bien por algún comportamiento indebido, bien por “largar”
más de la cuenta. Vamos, en total un par de semanitas a lo sumo. Pero el
ambiente tan hostil, la indiferencia, los ataques constantes y la vigilancia
extrema que están haciendo sus compañeros para con ella, quienes de hecho no
paran de decir cada dos por tres que se ha saltado las normas del programa
contándoles algo del exterior (cuando no lo ha hecho) podrían obrar el milagro
de hacer que Aída supera una más que probable nominación la semana que viene,
todo un hito en su carrera televisiva.
En fin, me quedan muchas cosas por contar de lo que ha
pasado en estos días, pero ya tendremos otras ocasiones, porque me quedo sin
espacio ni tiempo. Mañana, en Orgullo Fan y como siempre… más y mejor.
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