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jueves, 2 de marzo de 2017

Crítica de "El libro de la selva" (2016)


Año: 2016. Título original: The Jungle Book. Productora: Walt Disney Pictures. Director: Jon Fabreau (“Iron Man”). Basada en: la novela de Rudyard Kipling y la película de animación homónima de 1967. Intérpretes (voces en la V.O.): Bill Murray (“Los Cazafantasmas”), Ben Kingsley (“El juego de Ender”), Idris Elba (“Pacific Rim”), Lupita Nyong´o (“12 años de esclavitud”), Scarlett Johansson (la Viuda Negra de “Los Vengadores”), Christopher Walken (“Atrápame si puedes”), Giancarlo Esposito (“Haz lo que debas”), Sam Raimi (director de películas como “Evil Dead” o “Spider-Man”), y el joven debutante Neel Sethi. Presupuesto: 175 millones de dólares. Recaudación: 966 millones en todo el mundo.  Premios: ganó el Oscar a los Mejores Efectos Visuales.

Secuela: desde los primeros compases de su estreno, Walt Disney ya confirmó una secuela de esta cinta, en principio para 2018, con Jon Fabreau y Justin Marks repitiendo como realizador y guionista, respectivamente, amén de su elenco vocal. Sin embargo, habrá que ver cómo afecta al desarrollo de esta continuación la confirmación de que Fabreau será el encargado de poner en acción real el famoso “El Rey León”, utilizando la misma técnica empleada aquí. Recordemos por último que la versión animada de “The Jungle Book” ya tuvo una secuela en 2003, lanzada directamente al mercado doméstico de DVD.

Sinopsis: Mowgli es un niño humano que se ha criado entre los lobos, como si fuese uno de ellos. Pero su vida corre peligro cuando el tigre Shere Khan clama venganza por las cicatrices que el padre del niño le hizo en el pasado, lo que lleva a la pantera Bagheera a determinar que lo mejor que puede hacer es conducir al pequeño hasta la aldea de los humanos. Por el camino, ambos se perderán el uno del otro y así Mowgli conocerá al oso Baloo, quien le rescata de las hipnóticas artes de la serpiente Kaa. Junto a Baloo, el niño descubrirá que puede seguir viviendo en la selva, tomando lo que necesite nada más, porque el resto… la naturaleza te lo da.

Crítica: puede que seas un anti-sistema y un anti-capitalista de cojones, pero incluso tú tendrás que reconocer que la jugada le ha salido redonda a la Disney. Toda vez que sus clásicos más emblemáticos parecían estar un tanto desfasados, aunque sólo fuera por su animación en 2D, la factoría optó por darles una pátina de modernidad y obrar el milagro de transformarlos en cintas de carne y hueso en lugar de animación; aunque, mejor sería decir que la magia ha sido amalgamar lo uno y lo otro, utilizando las nuevas tecnologías para recrear y hacer creíbles entornos que antaño sólo la fantasía era capaz de fabular en nuestras mentes. Así las cosas, queda claro que este “Libro…” es más un remake de la adaptación previa de la factoría del ratón Mickey que un acercamiento nuevo y más apegado a la obra original de Kipling (el actor Andy Serkis anda metido en debutar como director con una adaptación más fiel), si bien es cierto que hay algunos matices que intentan dar un tono más maduro, filosófico e incluso oscuro (aterrador la corte del Rey Louie y la persecución por el templo en ruinas) al resultado final, aunque en ningún momento pierdes la noción de estar asistiendo a una maquinaria perfecta de hacer dinero, ejecutada con la solvencia y maestría de quien lleva toda una vida viviendo de eso mismo. Mención especial, por cierto, al impresionante elenco de actores en la versión original, cuya presencia en cualquier otra producción más convencional justificarían por sí sola la compra de la entrada, y que aquí se amoldan al proyecto conscientes cada uno de lo que se espera de ellos: la sabiduría de Kingsley, el “buenrollismo” de Murray, la fiereza racial de Elba… y la Johansson susurrándote que si quieres quedarte con ella. ¿Y quién no?

Concluyendo: no soy de esas personas a quien le duelan prendas reconocer lo que está bien hecho. Éste “Jungle Book” fascinará tanto a grandes como a pequeños, y difícilmente decepcionará a alguien. Cierto es que puede levantar suspicacias esta “moda” de revisionismo de los clásicos animados con los que todos crecimos, pero en defensa de Disney hay que decir que, hasta la fecha, cada una de estas producciones se ha hecho con el respeto y la espectacularidad que su amplio patrimonio puede pagar, conscientes asimismo del legado que manejan. Sí, puedes seguir pataleando por ceñirse a las adaptaciones que en su día hizo el tito Walt, que en ocasiones distaban mucho de ser fieles a sus autores originales, pero… ¿no son ya estas versiones el vademécum de nuestro imaginario colectivo? Lo máximo que se les puede pedir a sus responsables es que ejerzan de alquimistas en este tipo de producciones, fabricadas con el material con el que están tejidos los sueños. Y si ese material es de un color dorado que equivale a muchos millones… pues sea.

Memorable: el equilibrio entre todos los elementos, que te van llevando de la mano por todo el metraje hasta la aparición de los títulos de crédito finales sin darte cuenta. Con el broche en las pinceladas de humor blanco y sencillo, ejemplificado en ese cerdo enano y el armadillo al que prestan sus voces el propio director de la cinta, Jon Fabreau, y su colega de profesión Sam Raimi, compinches del oso Baloo en su búsqueda interminable de miel para hacer acopio de fuerzas antes de verse obligado a hibernar. Pero… ¡un momento! ¡Los osos no hibernan en la selva! Descacharrante.

Mejorable: cuando uno piensa en “El libro de la selva”, automáticamente nos viene a la mente un par de tonadillas que nos invitan a silbar y tararear. La que canta Baloo y que habla sobre las maravillas de la naturaleza está bien insertada dentro de la historia, pero no pasa lo mismo con ese “Quiero ser como tú” que se antoja como forzado y completamente desvirtuado del original.


Parafraseando: cuando llegan a los lindes de la aldea, el niño le explica a Baloo que debe ir con los hombres porque sus métodos no son propios de un animal… pero se olvida de lo que un oso es capaz de hacer por su miel: “¿Qué mas da el estilo de los lobos? Es el estilo de Mowgli. El estilo de Baloo. Nuestro estilo. Nuestra forma de hacer las cosas. Ni me imagino la de cosas que podrías hacer si te ayudase alguien como yo. Dices que quieres ir a la aldea de los hombres. Yo digo… que puedes ser un hombre aquí. Se me ocurre una cosa: ahora que ya sabes dónde está la aldea de los hombres, puedes ir cuando quieras. Pero te agradecería personalmente, como un favor a mí, personalmente, que trabajáramos juntos. Los dos solos. Con nuestros trucos. Y creo que sería interesante comprobar cuánta miel somos capaces de almacenar antes del invierno. Haré todo lo posible para que seas capaz de desarrollar tus trucos. Y si resulta que no te diviertes, yo mismo te traeré a la aldea de los hombres… personalmente. ¿Trato hecho?”

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