Año: 2013. Productora: Appian Way, Scott Free. Director:
Martin Scorsese (“La invención de Hugo”). Escrita por: Terence Winter (creador
de la serie de HBO, “Boardwalk Empire”). Intérpretes: Leonardo DiCaprio (ganador
del Oscar por “El renacido”), Jonah Hill (“Moneyball”), Margot Robbie (Harley
Quinn en “Suicide Squad”), Matthew McConaughey (ganador del Oscar por “Dallas Buyers Club”… ver crítica), Kyle Chandler (“Friday Night Lights”), Rob Reiner (director
de “Algunos hombres Buenos”), Jon Favreau (director de “Iron Man”). Presupuesto:
100 millones de dólares. Recaudación: 392 millones. Premios: fue nominada a 5
Premios Oscar: Mejor Película, Director, Guión Adaptado, Actor Principal y
Actor de Reparto, sin cosechar ninguno.
El tándem: el
film supone la exitosa quinta colaboración entre Scorsese y DiCaprio tras “Gangs
of New York”, “El aviador”, “Infiltrados” y “Shutter Island”. Todas ellas,
joyitas, en caso de que no las hayáis visto. Posteriormente, el director junto
al guionista de la cinta, Terence Winter, repitieron en la concepción de otra
ficción de HBO, “Vinyl”, que pese a las buenas críticas se quedó tan sólo en
una temporada. De momento, también es la última colaboración entre realizador y
protagonista, si bien en las agendas de ambos hay varios proyectos que podrían
volver a unirles.
Sinopsis: la
película cuenta la historia real de Jordan Bradford, quien a los 22 años y en
tan sólo cuatro como “bróker”, llegó a convertirse en multimillonario, entrando
en una espiral de drogas, sexo y depravación que le puso en la mira del FBI. La
historia arranca con Bradford llegando a Wall Street, pero de forma efímera,
teniendo que reinventarse a sí mismo y al negocio de las finanzas, encontrando
la fortuna en la venta de acciones de pequeñas empresas. Su falta de escrúpulos
y rodearse de tipos con tanta ambición como la suya le llevan a arrasar con
todo y con todos los que se pongan en su camino. Incluyéndose, por supuesto, a
sí mismo y a todos los que le rodean, como si de un corruptor rey Midas se
tratase.
Crítica: cuando
leí que DiCaprio ganaba el Globo de Oro como Mejor Actor… de Comedia, no pude
entenderlo. Claro, aún no había visto la película. Antes de eso, una
conversación fortuita entre dos señoras mayores en un autobús me había puerto
alerta sobre la película. Según una de estas venerables ancianas que había ido
a ver la película… se había salido en mitad del pase para ir al aseo… y ya no
había vuelto a entrar, estando a punto de reclamarle al tipo de la taquilla el
reintegro del precio de la entrada. Bueno, como el propio Jordan le habría
dicho: “Señora, váyase a tomar por culo o cómame la polla”. La última
colaboración de Scorsese(DiCaprio (que con el paso de los años, nada tendrá que
envidiar a la filmografía de Scorsese/DeNiro, el anterior actor fetiche del
director) es una orgía cinematográfica. Un retrato de la “otra mafia”
norteamericana, a la altura de “Uno de los nuestros” o “Casino”. ¿Por qué la
que nos ocupa es una comedia? Por la sencilla razón de que Scorsese, tras
leerse el guión, vio claro que el protagonista de la historia… es un completo
imbécil. Un gilipollas integral al que su falta de escrúpulos convierte en
millonario. Y la única forma de que alguien así sea considerado una especie de
dios en la Tierra… pues es rodearse de gente más estúpida aún (increíble Jonah
Hill, cuya química con DiCaprio es demencial). “El lobo de Wall Street” está
llena de grandes momentos de inspiración… a la par que no deja de ser una
sucesión de planos y personajes que ya hemos visto en otras películas de
Scorsese. Pero el “cine de autor” es así. Hay gente como Woody Allen, Almodovar
o quien nos ocupa que están brillantes… haciendo una y otra vez lo mismo.
Resumiendo:
cuando una película dura tres horas… y se te pasa en un suspiro… no creo que
haya mejor piropo que pueda hacérsele. Pero si encima te pone cachondo (y no
sólo sexualmente hablando) y te hace desear ser un tipo tan miserable y
desgraciado como el que retrata DiCaprio en pantalla grande, rompiendo a ostias
la cuarta pared para arengar a los espectadores igual que hace con sus “tropas”…
y deseando salir del cine para empezar a ganar pasta a lo bestia dándote
golpecitos en el pecho de manera tribal a imagen y semejanza de cómo lo hace el
estupendo McConaughey… bueno, bueno, bueno. Una de esas películas para ver una
y otra vez, porque arremete directamente con tus instintos más primarios. Porque
todos llevamos dentro un estúpido. A Scorsese parece que por momentos la
película se le está yendo de las manos, o que está dirigiendo tan colocado como
el personaje que retrata. Pero en realidad el tipo sabe muy bien lo que hace.
ya son más de tres décadas haciendo sonar la ruleta del “casino”. Y la bolita
siempre cae donde debe. Oh, yeah, baby.
Memorable: cuando
Jordan vende su primer paquete de “acciones a céntimo”. En treinta segundos,
con una sola llamada de teléfono, se endosa dos mil pavos. Así da gusto. Ah, y
cómo no alabar el gran descubrimiento del film. Esa Margot Robbie a la que hoy
se rifan los grandes estudios de Hollywood. “Su cuño era como heroína para mí”.
Había nacido una estrella más en el firmamento de la ciudad donde más relucen.
Mejorable: ¿soy
yo… o DiCaprio tiene algo parecido a una “cara de goma”? Parece el Chucky de
“Muñeco diábolico”. Sigue teniendo una cara aniñada que le permite hacer de
veinteañero… pero menos. Aún así, otra lección interpretativa que se quedó sin
premio. La evolución de su rol a lo largo de todo el metraje es realmente
soberbia, incluyendo al bobalicón de los primeros minutos, donde su mirada y su
postura corporal sí podrían pasar por los de un tipo de 22 años. Dejando a un
lado la contención habitual para abrazar sin reparos la sobreactuación… pero
sin llegar a ser un Jim Carrey de la vida. No sé si me explico.
Curioseando:
algunas asociaciones criticaron a la película por la utilización de animales en
su rodaje, especialmente un chimpancé que, según dichas organizaciones, habría
sufrido daños psicológicos irreversibles. El animal, sin embargo, pasó mucho
tiempo conviviendo con el propio DiCaprio. El actor, por otro lado, asegura que
junto con “El aviador”, ésta ha sido la película en la que más ha tenido que
ejercer su presión como estrella de Hollywood para que llegase a realizarse. El
proyecto, de hecho, estuvo mucho tiempo en desarrollo por parte de Warner Bros,
con Ridley Scott tras las cámaras, hasta que acabó en vía muerta. Finalmente,
la cinta tiene el récord por la utilización de más de 300 veces de la palabra “fuck”
(“joder”, en castizo) o derivados.
El auténtico “lobo”:
el verdadero Jordan Belfort estudió biología y pensó en hacerse odontólogo, si
bien dejó los estudios el primer día cuando su profesor le dijo que la “edad de
oro” en dicha profesión se había terminado, y si pensaba hacerse rico
ejerciéndola, estaba perdiendo el tiempo. Se dedicó entonces a vender carne y
pescado “puerta a puerta” en Long Island, y asegura que el negocio fue un éxito
en sus inicios, si bien acabó declarándose en bancarrota. Tras su paso por la
cárcel, a raíz de lo narrado en la película, está condenado a pagar diez miel
dólares mensuales de por vida a las víctimas de sus estragos en la Bolsa. Una minucia,
si tenemos en cuenta que gana unos ochenta mil dólares por conferencias y
charlas motivacionales.
Parafraseando: en
otro de los grandes momentos de la película, la arenga a sus tropas para que
vendan lo antes posible las acciones de una nueva OPA lanzada al mercado: “No
hay nobleza en la pobreza. He sido un hombre rico y he sido un hombre pobre. Y
prefiero ser rico todas las veces. Porque siendo rico, cuando tengo que enfrentarme a mis problemas
voy sentado en una limusina, llevo un traje de dos mil dólares y un reloj de
cuarenta mil putos dólares”. Y se lo lanza a las fieras para que se
maten por él. Tic tac.
No hay comentarios:
Publicar un comentario