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sábado, 25 de marzo de 2017

Crítica de "EL LOBO DE WALL STREET" (2013)


Año: 2013. Productora: Appian Way, Scott Free. Director: Martin Scorsese (“La invención de Hugo”). Escrita por: Terence Winter (creador de la serie de HBO, “Boardwalk Empire”). Intérpretes: Leonardo DiCaprio (ganador del Oscar por “El renacido”), Jonah Hill (“Moneyball”), Margot Robbie (Harley Quinn en “Suicide Squad”), Matthew McConaughey (ganador del Oscar por “Dallas Buyers Club”… ver crítica), Kyle Chandler (“Friday Night Lights”), Rob Reiner (director de “Algunos hombres Buenos”), Jon Favreau (director de “Iron Man”). Presupuesto: 100 millones de dólares. Recaudación: 392 millones. Premios: fue nominada a 5 Premios Oscar: Mejor Película, Director, Guión Adaptado, Actor Principal y Actor de Reparto, sin cosechar ninguno.


El tándem: el film supone la exitosa quinta colaboración entre Scorsese y DiCaprio tras “Gangs of New York”, “El aviador”, “Infiltrados” y “Shutter Island”. Todas ellas, joyitas, en caso de que no las hayáis visto. Posteriormente, el director junto al guionista de la cinta, Terence Winter, repitieron en la concepción de otra ficción de HBO, “Vinyl”, que pese a las buenas críticas se quedó tan sólo en una temporada. De momento, también es la última colaboración entre realizador y protagonista, si bien en las agendas de ambos hay varios proyectos que podrían volver a unirles.


Sinopsis: la película cuenta la historia real de Jordan Bradford, quien a los 22 años y en tan sólo cuatro como “bróker”, llegó a convertirse en multimillonario, entrando en una espiral de drogas, sexo y depravación que le puso en la mira del FBI. La historia arranca con Bradford llegando a Wall Street, pero de forma efímera, teniendo que reinventarse a sí mismo y al negocio de las finanzas, encontrando la fortuna en la venta de acciones de pequeñas empresas. Su falta de escrúpulos y rodearse de tipos con tanta ambición como la suya le llevan a arrasar con todo y con todos los que se pongan en su camino. Incluyéndose, por supuesto, a sí mismo y a todos los que le rodean, como si de un corruptor rey Midas se tratase.


Crítica: cuando leí que DiCaprio ganaba el Globo de Oro como Mejor Actor… de Comedia, no pude entenderlo. Claro, aún no había visto la película. Antes de eso, una conversación fortuita entre dos señoras mayores en un autobús me había puerto alerta sobre la película. Según una de estas venerables ancianas que había ido a ver la película… se había salido en mitad del pase para ir al aseo… y ya no había vuelto a entrar, estando a punto de reclamarle al tipo de la taquilla el reintegro del precio de la entrada. Bueno, como el propio Jordan le habría dicho: “Señora, váyase a tomar por culo o cómame la polla”. La última colaboración de Scorsese(DiCaprio (que con el paso de los años, nada tendrá que envidiar a la filmografía de Scorsese/DeNiro, el anterior actor fetiche del director) es una orgía cinematográfica. Un retrato de la “otra mafia” norteamericana, a la altura de “Uno de los nuestros” o “Casino”. ¿Por qué la que nos ocupa es una comedia? Por la sencilla razón de que Scorsese, tras leerse el guión, vio claro que el protagonista de la historia… es un completo imbécil. Un gilipollas integral al que su falta de escrúpulos convierte en millonario. Y la única forma de que alguien así sea considerado una especie de dios en la Tierra… pues es rodearse de gente más estúpida aún (increíble Jonah Hill, cuya química con DiCaprio es demencial). “El lobo de Wall Street” está llena de grandes momentos de inspiración… a la par que no deja de ser una sucesión de planos y personajes que ya hemos visto en otras películas de Scorsese. Pero el “cine de autor” es así. Hay gente como Woody Allen, Almodovar o quien nos ocupa que están brillantes… haciendo una y otra vez lo mismo.


Resumiendo: cuando una película dura tres horas… y se te pasa en un suspiro… no creo que haya mejor piropo que pueda hacérsele. Pero si encima te pone cachondo (y no sólo sexualmente hablando) y te hace desear ser un tipo tan miserable y desgraciado como el que retrata DiCaprio en pantalla grande, rompiendo a ostias la cuarta pared para arengar a los espectadores igual que hace con sus “tropas”… y deseando salir del cine para empezar a ganar pasta a lo bestia dándote golpecitos en el pecho de manera tribal a imagen y semejanza de cómo lo hace el estupendo McConaughey… bueno, bueno, bueno. Una de esas películas para ver una y otra vez, porque arremete directamente con tus instintos más primarios. Porque todos llevamos dentro un estúpido. A Scorsese parece que por momentos la película se le está yendo de las manos, o que está dirigiendo tan colocado como el personaje que retrata. Pero en realidad el tipo sabe muy bien lo que hace. ya son más de tres décadas haciendo sonar la ruleta del “casino”. Y la bolita siempre cae donde debe. Oh, yeah, baby.


Memorable: cuando Jordan vende su primer paquete de “acciones a céntimo”. En treinta segundos, con una sola llamada de teléfono, se endosa dos mil pavos. Así da gusto. Ah, y cómo no alabar el gran descubrimiento del film. Esa Margot Robbie a la que hoy se rifan los grandes estudios de Hollywood. “Su cuño era como heroína para mí”. Había nacido una estrella más en el firmamento de la ciudad donde más relucen.


Mejorable: ¿soy yo… o DiCaprio tiene algo parecido a una “cara de goma”? Parece el Chucky de “Muñeco diábolico”. Sigue teniendo una cara aniñada que le permite hacer de veinteañero… pero menos. Aún así, otra lección interpretativa que se quedó sin premio. La evolución de su rol a lo largo de todo el metraje es realmente soberbia, incluyendo al bobalicón de los primeros minutos, donde su mirada y su postura corporal sí podrían pasar por los de un tipo de 22 años. Dejando a un lado la contención habitual para abrazar sin reparos la sobreactuación… pero sin llegar a ser un Jim Carrey de la vida. No sé si me explico.


Curioseando: algunas asociaciones criticaron a la película por la utilización de animales en su rodaje, especialmente un chimpancé que, según dichas organizaciones, habría sufrido daños psicológicos irreversibles. El animal, sin embargo, pasó mucho tiempo conviviendo con el propio DiCaprio. El actor, por otro lado, asegura que junto con “El aviador”, ésta ha sido la película en la que más ha tenido que ejercer su presión como estrella de Hollywood para que llegase a realizarse. El proyecto, de hecho, estuvo mucho tiempo en desarrollo por parte de Warner Bros, con Ridley Scott tras las cámaras, hasta que acabó en vía muerta. Finalmente, la cinta tiene el récord por la utilización de más de 300 veces de la palabra “fuck” (“joder”, en castizo) o derivados.


El auténtico “lobo”: el verdadero Jordan Belfort estudió biología y pensó en hacerse odontólogo, si bien dejó los estudios el primer día cuando su profesor le dijo que la “edad de oro” en dicha profesión se había terminado, y si pensaba hacerse rico ejerciéndola, estaba perdiendo el tiempo. Se dedicó entonces a vender carne y pescado “puerta a puerta” en Long Island, y asegura que el negocio fue un éxito en sus inicios, si bien acabó declarándose en bancarrota. Tras su paso por la cárcel, a raíz de lo narrado en la película, está condenado a pagar diez miel dólares mensuales de por vida a las víctimas de sus estragos en la Bolsa. Una minucia, si tenemos en cuenta que gana unos ochenta mil dólares por conferencias y charlas motivacionales.



Parafraseando: en otro de los grandes momentos de la película, la arenga a sus tropas para que vendan lo antes posible las acciones de una nueva OPA lanzada al mercado: “No hay nobleza en la pobreza. He sido un hombre rico y he sido un hombre pobre. Y prefiero ser rico todas las veces. Porque siendo rico,  cuando tengo que enfrentarme a mis problemas voy sentado en una limusina, llevo un traje de dos mil dólares y un reloj de cuarenta mil putos dólares”. Y se lo lanza a las fieras para que se maten por él. Tic tac.

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