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lunes, 6 de marzo de 2017

Crítica de "GODZILLA" (2014)


Año: 2014. Estudio: Legendary. Director: Gareth Edwards (“El último día”). Intérpretes: Aaron Taylor Johnson (el prota de “Kick Ass”), Ken Watanabe (“El último samurái”), Bryan Cranston (Walter White en “Breaking Bad”), Elizabeth Olsen (“Oldboy”), Juliette Binoche (“Chocolat”(, Sally Hawkins (“Blue Jasmine”), David Strathairn (“Buenas noches y buena suerte”). Presupuesto. 160 millones de dólares. Recaudación: 525 millones.

Curiosidades: Aaron Taylor Johnson y Elizabeth Olsen, que aquí interpretan a un matrimonio, coincidirán de nuevo en “Los Vengadores: La era de Ultrón”. En ese caso, serán hermanos. El uno dará vida a Mercurio, mientras que la otra será “La Bruja Escarlata”. Está ya en desarrollo la secuela prevista para su estreno en 2018, mientras que para 2019 tendremos un crossover con King Kong, tras ver el reboot del mismo en “Kong: La isla de la calavera”. En principio, ninguno de los actores de esta cinta estarán en la continuación, con la probable excepción de Ken Watanabe.

Sinopsis: en 1999, Joe Brody, un físico e ingeniero nuclear responsable de la planta de Janjira, pierde a su mujer cuando en apariencia se produce una fisión en el núcleo que acaba convirtiendo todo el área en zona prohibida. Años después, Joe involucra a su hijo Ford, teniente de la marina de los Estados Unidos, en su búsqueda de averiguar qué fue lo que provocó realmente el accidente en el que murió su esposa y madre, respectivamente. Ambos, no obstante, son detenidos por el ejército poco después de constatar que no existe radiación en el complejo, y de este modo averiguarán la verdad: existe un monstruo prehistórico que escapó de su alojo subterráneo y provocó la crisis. Un monstruo peligroso y contra el que nada pueden hacer las Fuerzas Armadas. Lo que ninguno sabe es que detrás de él hay otro poderoso ser persiguiéndole para darle caza y que responde al nombre de… Godzilla.

Crítica: para saber hasta qué punto podéis tener en cuenta mi valoración de la película, tendré que confesar que el “Godzilla” de Roland Emmerich, el de 1998, me pareció un blockbuster de lo más entretenido; una superproducción a la antigua usanza que, para más inri, se volvía mucho más divertida en el revisionado (algo que no le pasa a la mayoría, ni de lejos). Y además, el film con el que se ha comparado a ésta, quizás por ser de la misma productora, el “Pacific Rim” de Guillermo del Toro, se me antojó como una de las cintas más inspiradas de los últimos años. Así que, en caso de no estar de acuerdo con ninguna de estas aseveraciones, tampoco me hagas mucho caso en lo que sigue a continuación. ¿Es “Godzilla” mejor que los dos ejemplos anteriormente expuestos? No. ¿Es peor? Tampoco. Y en eso, quizás, radique su mal. El noventa por ciento del metraje de este nuevo acercamiento al mito japonés es muy parecido a lo que habría hecho cualquiera. Y cuando digo cualquiera, digo… “cualquiera”. Unos títulos de crédito que juegan con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, una presentación de la trama que coquetea con lo ya realizado por el “Tiburón” de Spielberg hace ya tantos años… y hacia mitad del metraje, la orgía de destrucción y enfrentamientos con el ejército que cualquiera podría esperarse. Y cuando digo cualquiera, digo… “cualquiera”. La novedad pues, radica en el intento de Edwards por convertir el film en una especie de drama humano, donde el monstruo del título no sea el protagonista, sino tan sólo el pretexto para contar una historia de personajes. Pero el presupuesto del proyecto “obliga” sí o sí a que este intento se quede en eso, y entonces se ven claramente los principales defectos de cualquier producción de este tipo: es imposible que lo que pueda pasarle a un grupo de humanos, comparado con la figura de “Godzilla”, resulte meramente interesante y no digamos ya creíble. Sólo el “Monstruoso” (“Cloverfield”) de Matthew Reeves se mantenía convincente en su propuesta, pero claro, hablamos en ese caso de una producción de 25 millones de dólares; una quinta parte de ésta… Con ello, no quiero decir que este film sea una completa pérdida de tiempo, pero sí que es… más de lo mismo. De hecho, se parece bastante al de Emmerich. Y empiezo a dudar de que pueda hacerse otra película con este protagonista. Y cuando digo protagonista, me refiero, obviamente, a “Godzilla”.

Resumiendo: en su día, una de las gracietas más reseñables del primer “Godzilla” norteamericano fue ver a Jean Reno en el cast. Un chiste privado meramente hollywoodense, ya que, por aquel entonces, si aparecía en un guión algún personaje francés, ese rol iba, inevitablemente, para Reno. Como si no hubiese otro francés al que endosarle el muerto. El mismo encasillamiento estúpido que te hace adivinar hoy día que, si hay un personaje japonés en el film, el rol se lo adjudiquen a Ken Watanabe. Pues este “Godzilla” resulta igual que todo lo anterior. Predecible.

Memorable: un par de “set pieces” que elevan el proyecto de lo meramente manufacturado: el perro que se suelta de la correa y huye de un inminente tsunami, y los paracaidistas que se lanzan al vacío sin saber si todos llegarán a tierra.

Mejorable: ese final abrupto y sin cerrar la que debería ser la principal trama de la cinta, lo que deja la puerta abierta a la ya confirmada “Godzilla 2”. Hecho de menos cuando las películas contaban una historia con principio y final.

Parafraseando: otra de las sorpresas de la peli; el monstruo del título no es la amenaza, sino el héroe que acude para salvarle la papeleta a los tontos humanos: “Ese depredador alfa suyo, doctor… ¿de verdad cree que tendría alguna posibilidad?” “La arrogancia del hombre es pensar que controla la naturaleza… cuando es todo lo contrario. Que se enfrenten”.


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