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jueves, 16 de marzo de 2017

Crítica de "GREMLINS 2: La nueva generación" (1990)


Año: 1990. Producida por: Amblin Entertainment. Director: Joe Dante (“El chip prodigioso”). Intérpretes: Zach Galligan (“Nada es eterno”), Phoebe Cates (“Aquel excitante curso”), John Glover (Lionel Luthor en la serie “Smallville”), Robert Prosky (“Christine”), Richard Picardo (Richard Woosley en la franquicia televisiva de “Stargate”), Haviland Morris (“Solo en casa 3”), Dick Miller (“Terminator”) y el mítico Christopher Lee (famoso por las primeras películas del “Drácula” de la Hammer). Presupuesto: 50 millones de dólares. Recaudación: 41 millones.


Curiosidades: es la secuela de “Gremlins”, de 1984, dirigida también por Dante y con algunos de los actores originales. Al contrario que su predecesora, no fue un éxito comercial, si bien superó en Estados Unidos a otras secuelas estrenadas el mismo año como “Depredador 2” o “El exorcista 3”. Para su paso al mercado del vídeo y la televisión, la escena donde los monstruitos interrumpen la proyección de la cinta y Hulk Hogan debe pararles los pies, se cambió por otra donde era John Wayne el que devolvía las cosas a su sitio. Un juego que se mantuvo en la novelización de la película, donde la narración de los hechos se detenía debido a que uno de los Gremlins encerraba al escritor en el cuarto de baño.


Sinopsis: Gizmo, el “mogwai” de la cinta original, queda huérfano cuando el entrañable viejecito que le cuidaba fallece, y acaba siendo recogido por un par de gemelos científicos que le trasladan al edificio Clamp, un rascacielos de última tecnología de Nueva York donde, por esas casualidades de la vida, también trabaja su antiguo amigo Billy y su novia Kate, quienes están esperando la visita de sus antiguos vecinos, los Futterman. Como es de suponer, no pasará mucho tiempo antes de que se violen las tres reglas de oro referentes a la pequeña mascota: “No mojarla, no darle de comer después de medianoche, y no exponerle a la luz directa del sol”.


Crítica: quizás Dante tenía razón cuando rechazó varias veces el proyecto, alegando que había pasado mucho tiempo desde el estreno de la película original, y su calado comercial, por tanto, sería menor (me gustaría saber, no obstante, su opinión acerca de la industria del cine hoy día, donde no hay película que se precie que no tenga una precuela, secuela, reboot o remake). O quizás, simplemente, sea que “Gremlins 2” es peor que la original, aunque sólo sea porque el factor sorpresa ya estaba roto y se abandona esa imposible mezcla entre Charles Dickens, Frank Capra… y Roger Corman, si bien esta segunda entrega es tan bizarra que tiene su gracia y entidad propia que justifican su producción. Fue así, con la promesa de que tendría control creativo absoluto, como Dante aceptó finalmente dirigir la película que nos ocupa, llenándola de chistes internos, meta-referencias y anarquía total en el segundo tramo del metraje, que hoy en día son conceptos ampliamente superados e incluso parecen algo “retro”, pero que en el momento de su estreno eran lo más “chachi-piruli” que se había visto en una pantalla grande (yo la vi en cines, amigos, y tenía nueva años, así que imaginad). Ya sólo la discusión de la apertura entre el pato Lucas y Bugs Bunny era como… “¿Pero qué demonios es esto?”, y la absurdez de lo que venía a continuación, con un Gremlin “travelo”, Gizmo jugando a ser John Rambo, la criatura-murciélago dejando el símbolo de “Batman” al romper una ventana, o la ruptura de la “cuarta pared” en varios momentos, con alusiones a “lo mala que era” la cinta original incluida… era un humor “slapstick” más propia de los dibujos animados, en verdad. Recuerdo salir del cine como si yo mismo fuese un monstruito con una sobredosis de azúcar encima. Si no recuerdo mal, la vi incluso dos veces seguidas, ya que el cine de pueblo donde la contemplé por primera vez te permitía tal cosa. Todo ello, peso a ser consciente de que la “magia” de la anterior se había perdido, y el “miedo” que provocaban sus protagonistas ahora eran más fruto de la “carcajada”, que no era exactamente lo que me esperaba. Una clara muestra de ello es cuando el personaje de la novia vuelve a contar el por qué odia la Navidad… pero en lugar de ser una anécdota lacrimógena por la muerte del padre, aquí se convierte en una especie de chiste sobre un exhibicionista disfrazado de Abraham Lincoln, y Billy interrumpiéndola y mirando de manera cómplice a los más cercanos como diciendo: “Lo siento, la pobre está loca”. Sí, visto con otros ojos, es muy gracioso darle la vuelta al cliché del padre ausente y tal… pero también es desconcertante habida cuenta de lo visto en la anterior entrega.


Resumiendo: a lo dicho anteriormente, hay que sumar que vista a día de hoy, “La nueva generación” ha envejecido mal, pues sus efectos especiales con marionetas o “stop motion” parecen bastante cutres a día de hoy, a pesar de llevar la firma del genial Rick Baker. Pero como suele pasar en estos casos, uno tiene la suerte de haberla visto en su día, así que su visionado tiene ese poso “naif” que te recuerda el niño que fuiste y que, por momentos, la vuelven a contemplar con los ojos de antaño. Más o menos como ese póster amarillento de Samantha Fox que aún cuelga de tu pared: sabes que esos pechos, por siliconados que sean, no pueden seguir así toda vez que la muchacha ha superado ya la cincuentena… pero te pone. ¿Y qué le vas a hacer?


Memorable: sin duda, cumple el principio de toda secuela, que es ser básicamente como la original… pero más grande. Ese concepto, aplicado a los Gremlins, es hacer más de ellos y con mayor variedad: el “inteligente”, el “eléctrico”, el “arácnido”… ¿el “vegetariano”? También las referencias al “Mago de Oz” o “El fantasma de la ópera”, y los gags lisérgicos, como esa criatura alada a la que anteriormente hacíamos referencia, que se convierte en la gárgola de una iglesia tras ser bañada en cemento.


Mejorable: tal y como si fuésemos Paquito Martínez Soria en “La ciudad no es para mí”, uno echa de menos la entrañable (y ficticia) Kingston Falls, ubicada en el mismo plató que la no menos añorada “Regreso al futuro”… todo ello pese a que Warner Bros limitó a un solo edificio las travesuras de los Gremlins ante el miedo de lo que podía subir el presupuesto si escapaban por toda la Gran Manzana.



Parafraseando: cuando Keye Luke, actor que interpreta al venerable propietario de Gizmo, supo que su personaje moría, le dijo al director que en la tercera entrega regresaría como holograma. Veremos si finalmente ocurre, pues hay en marcha un remake. De momento, tiene la mejor frase, cuando los empleados del magnate acuden a su tiendecita para comprársela: “Verá, yo creo que dos hombres pueden llegar a entenderse” “Sí, un hombre puede entenderse con los demás… Lo difícil es llegar a entenderse a sí mismo” “Muy bonito. ¿Confucio… o Bruce Lee?”

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