Año: 1990. Producida
por: Amblin Entertainment. Director: Joe Dante (“El chip prodigioso”). Intérpretes:
Zach Galligan (“Nada es eterno”), Phoebe Cates (“Aquel excitante curso”), John
Glover (Lionel Luthor en la serie “Smallville”), Robert Prosky (“Christine”), Richard
Picardo (Richard Woosley en la franquicia televisiva de “Stargate”), Haviland
Morris (“Solo en casa 3”), Dick Miller (“Terminator”) y el mítico Christopher
Lee (famoso por las primeras películas del “Drácula” de la Hammer). Presupuesto:
50 millones de dólares. Recaudación: 41 millones.
Curiosidades: es
la secuela de “Gremlins”, de 1984, dirigida también por Dante y con algunos de
los actores originales. Al contrario que su predecesora, no fue un éxito
comercial, si bien superó en Estados Unidos a otras secuelas estrenadas el
mismo año como “Depredador 2” o “El exorcista 3”. Para su paso al mercado del
vídeo y la televisión, la escena donde los monstruitos interrumpen la
proyección de la cinta y Hulk Hogan debe pararles los pies, se cambió por otra
donde era John Wayne el que devolvía las cosas a su sitio. Un juego que se
mantuvo en la novelización de la película, donde la narración de los hechos se
detenía debido a que uno de los Gremlins encerraba al escritor en el cuarto de
baño.
Sinopsis: Gizmo,
el “mogwai” de la cinta original, queda huérfano cuando el entrañable viejecito
que le cuidaba fallece, y acaba siendo recogido por un par de gemelos
científicos que le trasladan al edificio Clamp, un rascacielos de última
tecnología de Nueva York donde, por esas casualidades de la vida, también
trabaja su antiguo amigo Billy y su novia Kate, quienes están esperando la
visita de sus antiguos vecinos, los Futterman. Como es de suponer, no pasará
mucho tiempo antes de que se violen las tres reglas de oro referentes a la
pequeña mascota: “No mojarla, no darle de comer después de medianoche, y no
exponerle a la luz directa del sol”.
Crítica: quizás
Dante tenía razón cuando rechazó varias veces el proyecto, alegando que había
pasado mucho tiempo desde el estreno de la película original, y su calado
comercial, por tanto, sería menor (me gustaría saber, no obstante, su opinión
acerca de la industria del cine hoy día, donde no hay película que se precie
que no tenga una precuela, secuela, reboot o remake). O quizás, simplemente,
sea que “Gremlins 2” es peor que la original, aunque sólo sea porque el factor
sorpresa ya estaba roto y se abandona esa imposible mezcla entre Charles
Dickens, Frank Capra… y Roger Corman, si bien esta segunda entrega es tan
bizarra que tiene su gracia y entidad propia que justifican su producción. Fue así,
con la promesa de que tendría control creativo absoluto, como Dante aceptó
finalmente dirigir la película que nos ocupa, llenándola de chistes internos,
meta-referencias y anarquía total en el segundo tramo del metraje, que hoy en
día son conceptos ampliamente superados e incluso parecen algo “retro”, pero
que en el momento de su estreno eran lo más “chachi-piruli” que se había visto
en una pantalla grande (yo la vi en cines, amigos, y tenía nueva años, así que
imaginad). Ya sólo la discusión de la apertura entre el pato Lucas y Bugs Bunny
era como… “¿Pero qué demonios es esto?”, y la absurdez de lo que venía a
continuación, con un Gremlin “travelo”, Gizmo jugando a ser John Rambo, la
criatura-murciélago dejando el símbolo de “Batman” al romper una ventana, o la
ruptura de la “cuarta pared” en varios momentos, con alusiones a “lo mala que
era” la cinta original incluida… era un humor “slapstick” más propia de los
dibujos animados, en verdad. Recuerdo salir del cine como si yo mismo fuese un
monstruito con una sobredosis de azúcar encima. Si no recuerdo mal, la vi
incluso dos veces seguidas, ya que el cine de pueblo donde la contemplé por
primera vez te permitía tal cosa. Todo ello, peso a ser consciente de que la “magia”
de la anterior se había perdido, y el “miedo” que provocaban sus protagonistas
ahora eran más fruto de la “carcajada”, que no era exactamente lo que me
esperaba. Una clara muestra de ello es cuando el personaje de la novia vuelve a
contar el por qué odia la Navidad… pero en lugar de ser una anécdota
lacrimógena por la muerte del padre, aquí se convierte en una especie de chiste
sobre un exhibicionista disfrazado de Abraham Lincoln, y Billy interrumpiéndola
y mirando de manera cómplice a los más cercanos como diciendo: “Lo siento, la
pobre está loca”. Sí, visto con otros ojos, es muy gracioso darle la vuelta al
cliché del padre ausente y tal… pero también es desconcertante habida cuenta de
lo visto en la anterior entrega.
Resumiendo: a lo
dicho anteriormente, hay que sumar que vista a día de hoy, “La nueva generación”
ha envejecido mal, pues sus efectos especiales con marionetas o “stop motion”
parecen bastante cutres a día de hoy, a pesar de llevar la firma del genial
Rick Baker. Pero como suele pasar en estos casos, uno tiene la suerte de
haberla visto en su día, así que su visionado tiene ese poso “naif” que te
recuerda el niño que fuiste y que, por momentos, la vuelven a contemplar con
los ojos de antaño. Más o menos como ese póster amarillento de Samantha Fox que
aún cuelga de tu pared: sabes que esos pechos, por siliconados que sean, no
pueden seguir así toda vez que la muchacha ha superado ya la cincuentena… pero
te pone. ¿Y qué le vas a hacer?
Memorable: sin
duda, cumple el principio de toda secuela, que es ser básicamente como la
original… pero más grande. Ese concepto, aplicado a los Gremlins, es hacer más
de ellos y con mayor variedad: el “inteligente”, el “eléctrico”, el “arácnido”…
¿el “vegetariano”? También las referencias al “Mago de Oz” o “El fantasma de la
ópera”, y los gags lisérgicos, como esa criatura alada a la que anteriormente
hacíamos referencia, que se convierte en la gárgola de una iglesia tras ser
bañada en cemento.
Mejorable: tal y
como si fuésemos Paquito Martínez Soria en “La ciudad no es para mí”, uno echa
de menos la entrañable (y ficticia) Kingston Falls, ubicada en el mismo plató
que la no menos añorada “Regreso al futuro”… todo ello pese a que Warner Bros
limitó a un solo edificio las travesuras de los Gremlins ante el miedo de lo
que podía subir el presupuesto si escapaban por toda la Gran Manzana.
Parafraseando:
cuando Keye Luke, actor que interpreta al venerable propietario de Gizmo, supo
que su personaje moría, le dijo al director que en la tercera entrega
regresaría como holograma. Veremos si finalmente ocurre, pues hay en marcha un
remake. De momento, tiene la mejor frase, cuando los empleados del magnate
acuden a su tiendecita para comprársela: “Verá, yo creo que dos hombres pueden llegar
a entenderse” “Sí, un hombre puede entenderse con los demás… Lo difícil es
llegar a entenderse a sí mismo” “Muy bonito. ¿Confucio… o Bruce Lee?”
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