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sábado, 11 de marzo de 2017

Crítica de "RESERVOIR DOGS" (1992)


Año: 1992. Escrita y dirigida por: Quentin Tarantino (“Pulp Fiction”). Intérpretes: Harvey Keitel (“Abierto hasta el amanecer”… ver crítica), Steve Buscemi (“Fargo”), Tim Roth (“The Incredible Hulk”), Michael Madsen (“Thelma y Louise”), Chris Penn (“Footlosse”), Lawrence Tierney (“El honor de los Prizzi”), Edward Bunker (ex presidiario que tras pasar varias veces por la cárcel cambió de rumbo hacia la escritura, tanto de novelas como de guiones, por ejemplo, “El tren del infierno” o “Animal Factory”). Presupuesto: 1,2 millones de dólares. Recaudación: 2,8 millones. Premios y distinciones: se proyectó fuera de concurso en el Festival de Cannes. Buscemi ganó un “Independent Spirit Award” al Mejor Actor, y la revista “Empire” la consideró como la mejor película independiente de todos los tiempos.


Curiosidades: muchos consideran que Tarantino se “inspiró” (por no utilizar la palabra “plagio”) en el thriller hongkonés “City on Fire”, de 1987, escito, producido y dirigido por Ringo Lam y protagonizado por Chow Yun Fat y Danny Lee. Esta obsesión por tomar “ideas prestadas” (algo que, por otro lado, el propio Tarantino nunca ha ocultado) le ha perseguido durante toda su carrera, sobre todo en los inicios, y hay libros enteros dedicados a analizar cada plano de sus películas para decir de dónde procede la fuente original, como si el hecho de hacer una “mezcolanza” con una larga lista de cintas y dotarlas de identidad propia al mismo tiempo no tuviese ningún mérito. Por la misma regla de tres también la podríamos comparar con el “Atraco perfecto” de Stanely Kubrick, si bien la ironía del asunto es que el propio film que nos ocupa se convirtió en uno de los más influyentes de la década.


Sinopsis: un grupo de ladrones de poca monta planean el golpe a una joyería, sin que la mayoría de ellos se conozcan entre sí, e identificándose por nombre de colores (“Señor Blanco”, “Señor Amarillo”, etc), para evitar posibles “soplos” en caso de que algo salga mal y alguno sea detenido. Sin embargo, el día del robo algo sale tremendamente mal y se organiza una masacre cuando la policía entra rápidamente en acción, lo que significa que entre ellos hay un infiltrado. ¿Quién?


Crítica: ”¿Sabes de qué va “Like a Virgin”? De una chica que se cuela por un tío con la polla enorme. Toda la canción es una metáfora sobre las pollas grandes”. De algún modo, esta película cambió un poco el mundo. El del cine por lo menos. Estamos a principios de los noventa, y por los videoclubs había una caza y captura de una cinta difícil de encontrar pero que era como el famoso vídeo de Ricky Martin, el perro y la mermelada: todos tenían algún primo que la había visto y había alucinado con ella. Los “cassettes” con los temas incluidos de la banda sonora se rulaban como una “chusta” a medio fumar, y de pronto el cine comercial e incluso algunas series de televisión empezaron a llenarse de gángster vestidos con traje negro y corbata estrecha, que hablaban sobre temas intrascendentes relacionados con la cultura pop sin que tuviese nada que ver con la funcionalidad de hacer avanzar la trama y soltando un taco cada tres palabras. De repente, las pelis de chinos que acababan apuntándose los unos a los otros eran lo más “in” de lo “in”, y las grandes marcas hacían campañas publicitarias imitando la secuencia de los créditos iniciales al “ralentí”. ¿De dónde coño provenía todo aquello? Pues de la mente enfermiza de un genio que se había criado pegado a la pantalla de la televisión, viendo reposiciones de viejas películas, asistiendo religiosamente a las sesiones dobles dominicales y trabajando durante años como dependiente de un videoclub, que básicamente aportaba algo fresco al cine independiente, hasta la fecha un reducto para experimentos con muy poca gracia, y que a la par no inventaba nada. Simplemente, se divertía con lo que hacía. La historia del proceso de la puesta en marcha de “Reservoir Dogs” es larga y compleja, lo que incluye una semana en un cursillo de cine (dentro del Festival de Sundance, si no recuerdo mal), donde los compañeros intentaban hacerle ver al bueno de Quentien que sus composiciones de plano no tenían ningún sentido, algo que él se pasaba por el forro, claro. ¡A la mierda las convenciones! Y de ahí salió otra recurrente moda por incluir el planito del maletero abriéndose, con la cámara en el interior del mismo, repetido hasta la saciedad al igual que el fútil intento por copias su estética y verborrea. Había nacido una estrella. Con una personalidad arrolladora. Y todavía no lo sabíamos.


Concluyendo: 25 años después de su estreno (un cuarto de siglo, señores, que se dice pronto), el visionado de “Reservoir Dogs” aguanta sin problemas e incluso es más disfrutable para aquellos que la vimos siendo apenas unos críos, y que nos horrorizó por su visceral (en más de un sentido) puesta en escena y su claustrofóbico enfoque; no sólo por su localización principal y casi exclusiva, sino por ese brutal segundo arranque del film, con Tim Roth en un primer plano, retorciéndose en la parte de atrás de un auto, completamente cubierto de sangre. El debut (en la dirección, que conste), de Tarantino, es un puñetazo en el estómago que se queda como huella imborrable en tu retina, tan poderoso como sucio. Una historia de ladroes como las de toda la vida… pero narrada como casi nunca.


Memorable: la tortura al poli del señor Rubio con el “supersonido de los 70” y el “Stuck in the middle with you”, de Stealers Wheel. Una locura que te hacía retorcerte en el asiento. Recuerdo que fue la primera vez que me levanté de un salto y aplaudí cuando Tim Roth se despierta y… bueno, y hace lo que hace (para no hacer SPOILERS). Madsen componía un sociópata de los que no se olvidan y que convierten a uno en estrella. Qué lástima que el tipo decidiese aceptar luego cualquier cosa que le ofrecieran con un cheque por delante.


Mejorable: algunos se quejan del abrupto final como si fuese un “coitus interruptus”, si bien Tarantino ha dicho varias veces que para él el final, aunque en off, está bastante claro (aviso de SPOILERS, ahora sí): el señor Rosa huye con los diamantes y es el único de la pandilla que consigue salir vivo, ya que el señor Blanco mata a Naranja y justo a continuación es acribillado por la policía.



Parafraseando: entre las muchas secuencias míticas del film están la conversación sobre el “Like a Virgin” de Madonna al que ya he hecho referencia, o la discusión sobre dejar o no propina a las camareras, pero me quedo con el hilarante reparto de los nombres en clave:  “¿Yo “señor  Rosa” por qué?””Porque eres maricón, ¿vale?” “¿Por qué no elige cada uno su color?” “No puede ser… no puede ser… Ya se probó y no funciona. Habría cuatro tíos peleándose por ser el “señor Negro”, y como no os conocéis, ninguno daría su brazo a torcer.  No, señor. ¡Elijo yo! Tú eres el señor Rosa, y da gracias por no ser el señor Amarillo”. “Sí, pero… señor Marrón es como si fuese “señor Mierda”” “Y señor Rosa es como “señor Mariposa” ¿Qué tal “señor Púrpura”? A mí me gusta más. Puedo ser el señor Púrpura”. 

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