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viernes, 3 de marzo de 2017

Crítica de "SKYFALL" (2012)


Año: 2012. Director: Sam Mendes (“American Beauty”). Basada en: el personaje creado por Ian Fleming. Intérpretes: Daniel Craig (“Munich”), Judi Dench (“Philomena”), Javier Bardem (“Éxtasis”), Naomi Harris (“28 días después”), Albert Finney (“Big Fish”), Joseph Fiennes (“Shakespeare enamorado”). Presupuesto: 160 millones de dólares. Recaudación: 1108 millones. Premios: entre otros, ganó 2 BAFTA, 2 Grammy y 2 Oscar, uno de ellos para Adele, encargada del tema principal de la B.S.O.

Curiosidades: es el film número 23 de la saga y conmemoró el 50 aniversario de la misma en cines. Entre otros récords, fue la primera de la serie en estrenarse en cines IMAX y la primera en recaudar más de mil millones. Es la tercera película de Craig con el esmoquin más caro y elegante de la historia del cine, tras “Casino Roylae” y “Quantum of Solace”. Aún le quedaría por rodar una cuarta, “Spectre”, igualando el número de Pierce Brosnan. Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas, su continuidad en la saga no está garantizada.

Sinopsis: James Bond, el agente 007, falla en una misión en Estambul al intentar detener a un ladrón que se ha hecho con un archivo donde constan las identidades de los espías británicos repartidos por todo el mundo. No solamente falla, sino que además es herido por “fuego amigo” y dado por muerto. Tras un tiempo dejando que le crean fallecido, no tendrá más remedio que regresar cuando la sede del MI 6 en Londres es víctima de una atentado explosivo y la vida de M se pone en peligro por las ansias de venganza del enigmático Silva, un antiguo agente secreto que también se sintió traicionado por su propia gente y no descansará hasta ver muerta a su antigua jefa.

Crítica: en 1983, la Warner Bros se anotó uno de los tantos más famosos de la historia del cine al estrenar “Nunca digas nunca jamás”, donde un Sean Connery de más de cincuenta años demostraba que todavía no estaba viejo para el papel. Bastante de aquel divertido juego tenemos en “Skyfall” (impagable ver a Bond teniendo que superar las pruebas físicas), un blockbuster crepuscular que muchos aventuraron a considerar el mejor de la saga. Yo no seré tan optimista, y empezaré diciendo que lo tenía fácil para superar a “Quantum of Solace”, un film que he visto en dos ocasiones y que en ambas me ha hecho dormir cual perezoso. Mendes (sin duda el gran reclamo de esta entrega, quitándole el puesto a las “chicas Bond”) no es tonto: sabe que tiene que dejar su impronta, pero también es consciente en todo momento de que lo que aquí se trata es de hacer dinero. Su gran baza es coger lo mejor de “Casino Royale” (es decir: ese look a lo “Bourne” y el gran gancho de Judi Dench jugando a vender palomitas) y los explota al máximo mezclando ahora un poco del Batman de Nolan o ese tiroteo final a lo Sam Peckinpah o el Curtis Hanson de “L.A. Confidential”. Javier Bardem, por su lado, le saca el mayor partido posible a una especie de “Joker” que tarda bastante en aparecer y, una vez explicado su plan… resulta ser la cosa más vulgar del mundo. Pero aún con todo, se queda con los mejores momentos de un film con un metraje algo excesivo que, sin embargo, consigue lo que pocas franquicias hacen: cerrar un círculo con su pasado reciente… y sembrar las bases de lo que llegará en el futuro.

Resumiendo: después de sólo dos películas como Bond, la continuidad de Craig como merecedor de la licencia para matar se cuestionaron en grado sumo (sonaron desde Clive Owen a Chris Hemsworth, pasando por Orlando Bloom o un Will Smith que habría sido el primer actor negro en enfundarse el esmoking). Finalmente, Mendes supo sacarle partido a un agente secreto que, como los deportistas de élite, ven su jubilación anticipada cuando aún se encuentran en el cénit de sus aptitudes. Nadie dudaba ya de que el rubio actor debía seguir bebiendo el vodka-Martini. Y Mendes, desde luego, junto a él. Después de todo, si hay algo que hemos aprendido en la franquicia del agente al servicio de Su Majestad es que si algo funciona… ¿para qué cambiar?

Memorable: desde ese reboot que fue “Casino…”, las cintas de Bond empiezan con una espectacular persecución que, en ocasiones, se convierte en lo mejor de la película, por su aparatosidad. La de “Skyfall”, por el sabio uso de un Mendes que debutaba rodando este tipo de acciones, pasa automáticamente a ser una de las mejores filmadas de todos los tiempos, por el sabio manejo de una cámara que lo muestra todo sin necesidad de cambiar constantemente de plano.

Mejorable: bien alguno de los puntos más fuertes asociados al personaje se ven reforzados, otros (como su magnetismo sexual, los gadgets, y ese aire un tanto “naif” del espionaje de altos vuelos”) se pasan casi por alto, como si estuviesen pasados de moda. Aunque bueno… con el recuerdo de las pistolas láser o la mochila-cohete que si mal no recuerdo manejaba Roger Moore… quizás no hace mucha falta que regresen.


Parafraseando: algo que siempre ha tenido el espía con licencia para matar han sido unos diálogos repletos de frases lacerantes, con ese tonito chulesco y mordaz, que lógicamente no se iba a dejar de lado en esta ocasión, donde Bond se reencuentra con la agente de campo que le hirió sin querer: “Si te consuela, un objetivo en movimiento es muy difícil de dar” “Entonces sigue moviéndote”.

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