Información básica:
reseña de “Todo esto es muy extraño”, noveno álbum de estudio del grupo “Hombres
G” (David Summers, Rafa Gutiérrez, Daniel Mezquita, Javier Molina), compuesto
por 11 nuevas canciones y publicado por Warner Music en noviembre de 2004 bajo
producción de Nigel Walker. Se extrajeron los sencillos: “¿Por qué no ser
amigos?”, “¿Qué soy yo para ti?”, “No lo sé” y “He de saber”. Vendió 70.000
copias, siendo Disco de Oro, y alcanzando el puesto número 4 en la lista de
PROMUSICAE.
Crítica: “Te vi
merodeando por la fiesta de Ronaldo, pero a ti no te dejaron entrar”. Hace
mucho, mucho tiempo… en una galaxia muy lejana… No, en serio. ¡Qué tiempos
aquellos, hace más de una década ya, cuando había otro Ronaldo jugando en el
Real Madrid, que montaba fiestas descocadas con chicas de buen vivir, y la
música en España se había vuelto tonta y desacompasada como los karaokes de “Operación
Triunfo”! Ufff… pues imaginaros si ahora tenemos que hacer el esfuerzo de
retrotraernos a los pinitos de los “Hombres G”, aquellos tíos que embobaban a
los pijos y hacían que las chicas se soltasen el pelo y se quitasen el
sujetador a las primeras de cambio. Cuando los “G-Men” tuvieron su época de esplendor
yo era muy pequeño, así que no tengo un recuerdo muy vívido de lo que fue sin
duda uno de los mayores “fenómenos fans” de nuestra música. Al cabo de unos
años, ya disueltos, pesqué una cinta de cassette de algún sitio y me enganché a
ellos merced a su sentido del humor y, sobre todo, a dos temas: “La carretera”
y “Temblando”, si bien algo ñoños pero que destilaban verdad. Poco después, el
recopilatorio “Peligrosamente juntos” (2002) les puso de nuevo en liza y el
álbum en directo “El año que vivimos peligrosamente” (2003) terminó de
consolidar su gregreso temporal, en una especie de “canita al ire” que por
aquel entonces también vivían otros míticos supervivientes de la movida
madrileña. Y la cumbre, para mí, fue el encuentro en un festival con un par de
groupies, de no más e 20 años, que presumían de haber hecho un trío con David
Summers. Estaréis pensando que serían un “cayo malayo”. Pues no. Un par de
pivones. Sobre todo una de ellas, que era una imposible mezcla entre Anne
Igartiburu y Elsa Pataky. Y de ahí a reventar de nuevo el Vicente Calderón como
si el tiempo no hubiese pasado para ellos. Así que sí, imagino que el título
del LP les venía como anillo al dedo. Porque, igual que volvieron… se fueron de
nuevo, y ya parece harto difícil que les veamos otra vez. Musicalmente, el
himno junto a su hijo putativo, Dani Martín (quien, por aquel entonces, seguía
cantando con los locos), “¿Por qué no ser amigos?”, les llevó de nuevo a sonar
en las discotecas, mientras que había coqueteos más agradables con la epicidad
sonora en los teclados, al estilo Coldplay, en “Si te vas” o el cambio de ritmo
en la “poppie” divertida “He de saber”. Mucho más aburridas me parecen las
baladas ampulosas en las que Summers parece escribir con la monotonía de un
mono y dos platillos, tirando de los manidos clichés de siempre, si bien es de
justos reconocer que la mayoría de los temas son del estilo característico de
la banda, rápidas dosis de rock y pop noventero, muchas de las cuales no llegan
ni a los tres minutos de duración, lo que confecciona un LP sencillo a la
primera escucha y que cumple su cometido de darles un remozado para “seguir en
la lucha” un poco más. No mucho, como ya señalábamos anteriormente, porque por
mucho que intenten aparentar lo contrario, los G ya se habían convertido en
esos carrozas de los que se reían con la insolencia de la juventud, en sus
inicios. Sólo hay que escucharles gritar “Yo no quiero beber… me quiero
enamorar” en plena época del “botellón”, para darse cuenta de que su presencia
era un poco anacrónica entre los Pignoise y Pereza que reinaban por entonces. Todos…
menos Summers, claro. La anécdota del trío con aquellos dos angelitos le
convirtió en mi héroe. Y si te he visto, pues no me acuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario