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editorial: reseña de “The Flash” 1 al 8 USA, recogidos posteriormente en el
tomo “Move Forward”, publicado originalmente desde septiembre de 2012 dentro
del relanzamiento de DC conocido como “The New 52”. El nuevo volumen estaba
realizado íntegramente, tanto en textos como en dibujos, por la pareja de
autores Francis Manapul y Brian Buccellato.
Antecedentes:
muerto hace casi tres décadas durante las “Crisis en Tierras Infinitas”, Barry
Allen regresó en “Crisis Final” con la explicación de que había pasado todo ese
tiempo atrapado en la “Speed Force” fuente de sus poderes. Geoff Johns lo trajo
definitivamente de vuelta en “Flash Rebirth” para ser el nuevo velocista de la
editorial y darle un descanso a Wally West, que había “crecido”, casándose y teniendo
hijos, lo que, como todos sabemos, es algo casi sacrílego para cualquier
personaje (pues se entiende que el público los prefiere “eternamente jóvenes” y
libres de cargas familiares). Allen, como Flash, fue indirectamente responsable
de todo el relanzamiento de la editorial tras el crossover “Flashpoint”, (ver crítica) que daba una nueva
oportunidad a todos los personajes para empezar “desde el principio”, apostando
DC nuevamente por Barry como portador del traje rojo con rayo en el pecho y
elevando al dibujante de la etapa anterior, Manapul, a la categoría de
“guionista”.
Argumento: Barry
Allen es un policía forense de Central City, experto en hallar pruebas en la
escena del crimen. Pero también es “The Flash”, el superhéroe más rápido del
planeta, algo que desconocen sus dos pretendientas amorosas: su compañera Patty
Spivot y la reportera Iris West. Mientras detiene un atraco, Barry se
reencuentra con un viejo amigo al que creía muerto, Manuel Lago, antiguo agente
de la CIA que tras un experimento y su rapto por la misteriosa organización
Basilisk, se ha convertido ahora en Mob Rule, un hombre que puede duplicarse
creando clones de sí mismo con cualquier parte de su cuerpo.
SPOILER: tras
vencer a su antiguo amigo, The Flash deberá vérselas con Leonard Snart, o lo que
es lo mismo, el Capitán Frío, uno de sus “rogues” más emblemáticos, quien le
considera culpable del apagón que dejó a la ciudad a oscuras impidiendo que
pudieran salvar a su hermana. Durante la batalla, varios ciudadanos de Central
City quedan atrapados en la Fuerza de la Velocidad, con lo que Flash y el
doctor Elías hacen que el velocista entre también en ella, encontrando a
Turbina, un antiguo piloto que lleva cincuenta años dentro de la “Speed Force”
y que pelea con Barry para que éste no altere ningún hecho pasado. Durante la
pelea, The Flash sale despedido y aterriza en la lejana ciudad de los simios
inteligentes, donde Gorilla Grodd acaba de matar a su padre y se ha proclamado
rey.
Crítica: lamento
decir que ésta ha sido una de las lecturas más decepcionantes de los últimos
meses. Irónicamente, a pesar del título de su TPB, “Move Forward” (que podría
traducirse como “moverse hacia delante”) es un “paso atrás” en la singladura
del velocista de DC, y aunque muchos criticaban el tono “épico-dramático” que
Geoff Johns le imprimió al que siempre ha sido uno de los héroes más vitalistas
y risueños de la editorial, dudo mucho que el contrapunto idóneo sea esta
anodina aventura donde en casi un año de trayectoria apenas nos cuentan nada. Y
ello, partiendo del acierto que me supone el no haber recontado (otra vez) el
origen de Barry como superhéroe… cosa que, y esto demuestra que no llueve a
gusto de todos, otros fans echaron en falta al tratarse de un supuesto
“reinicio” al que podrían acercarse lectores que no supieran nada de “cómo
empezó todo”. Yo, siento ser tan drástico en el tema, pero considero que los
orígenes de todos los uperhéroes deberían estar en algún sitio, en internet, de
forma gratuita y en todos los idiomas, para que cualquiera que tuviese interés
los pudiera ver si lo creyese oportuno. Eso sería preferible a tener que
“sufrirlo” cíclicamente cada vez que a la editorial de turno le da por hacer un
experimento como el de “Los Nuevos 52” (especialmente sangrante en el caso de
personajes como Spiderman o Batman), máxime cuando casi todos tienen un inicio
bastante parecido (un chico o chica aparentemente normal, incluso vulgar, tiene
un percance con un rayo, una araña totémica, unos productos químicos… “algo”
anormal que le da superpoderes. Punto). Pero bueno, me desvío del tema que
tenemos entre manos. Los autores de este “nuevo-antiguo” Flash obvian este
origen superheróico y le “restan” de un bagaje que habría echado para atrás a
los recién llegados (su mujer, Iris West, aquí prácticamente ni le conoce, y no
hay rastro de otros velocistas como Wally o Jay). De hecho, el propio Barry no
sabe muy bien aún cómo usar sus poderes y lo que implica la Fuerza de la
Velocidad, siendo éstos los pasajes más afortunados del tomo, viendo cómo
nuestro protagonista debe aprender a pensar también más rápido y eso le ayuda
prácticamente a “adivinar” el futuro. Esta “tierra quemada” en su historia es
un lienzo en blanco para empezar realmente de cero, pero… ¡ay, amigos!... con
lo que no contábamos es que, librado de cargas anteriores, los nuevos autores
no supieran qué hacer con The Flash. El nuevo villano no resulta atractivo, ni
amenazante y tarda demasiado en finalizar su historia. Y esto no lo digo yo; lo
sabe la propia DC Comics, que bien habría podido recopilar en un solo tomo
estos cinco números que dura la saga de Mob Rule, pero decide “esperar” otros
tres consciente de que dicho arco supondrían “poca chicha”. Esto permite un
encuentro con el Capitán Frío, verdadero archienemigo del velocista, al que
parece que se le han dado poderes nuevos al estilo del Hombre de Hielo
marvelita (ya no necesita, pues, armas para congelar) pero cuya intervención
tampoco es nada del otro mundo. Y si todavía esperábamos algo, el volumen
termina con un “cliffhanger” bastante poco interesante, que presenta de nuevo a
Gorilla Grodd.
Resumiendo: puede
que este nuevo volumen de “The Flash” cumpla con el objetivo de ser un
“relanzamiento”, pero no lo hace de manera atractiva ni para nuevos ni, desde
luego, para los lectores veteranos, pues tarda demasiado en arrancar y, de
hecho, uno finaliza los ocho primeros números de la colección sin que ya
terminado de hacerlo. Por lo que sí resulta aconsejable, no obstante, es por el
apartado gráfico, a ratos esquemático, pero siempre “naif” y, sobre todo, con
una composición de página que le dan un ritmo a la historia que el guión no
consigue, con un uso de la doble página acertada y personajes que “atraviesan”
las páginas como si fuera una lectura en 3D, sustituyendo el “postureo épico”
de la etapa anterior por un entrañable y colorido homenaje a los autores
clásicos del personaje. Aún así, me parece poca recompensa como para
desenvolsar el precio de la portada. Lamento ser tan duro y no cabe duda que
seguiré reseñando esta nueva etapa para ver si mejora, pero decir lo contrario
sería engañaros.
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