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Información
editorial: reseña de “Thunderbolts”, volumen 2, números 1 al 6 USA, publicados
originalmente por Marvel Comics dentro del relanzamiento “Marvel NOW”, entre
febrero y mayo de 2013, obra de Daniel Way (guión) y Steve Dillon (dibujo). En
España, Panini Comics la recopiló en un único volumen de 136 páginas y 12 euros
de precio con el nombre de “100% Marvel – Thunderbolts 1: Sin Tregua”.
Antecedentes:
creados en la década de los 90 por Kurt Busiek y Mark Babley en una suerte de
“Escuadrón Suicida” para la Casa de las Ideas, los Thunderbolts originales
aparecieron aprovechando el vacío de poder motivado por la desaparición de
algunos de los héroes más poderosos de la Tierra durante “Heroes Reborn”, que
capitaneados por el Barón Zemo, estaban formados por antiguos villanos que
aparecían ante la opinión pública como un nuevo grupo de superhéroes con nuevas
identidades. El concepto se redefinió tras la “Civil War”, acercándolo aún más
a “Suicide Squad”, planteando algunos de los archienemigos más veteranos del
Universo Marvel que eran reclutados por el Gobierno para detener a los
superhéroes que se opusieran al Acta de Registro. Aún tendrían una nueva
singladura, comandados por Luke Cage, retomando nuevamente el concepto de
villanos que buscaban la redención. Pero Marvel decidió darles una nueva vuelta
de tuerca, toda vez que ninguno de los cambios habían hecho del título uno de
los más vendidos de la editorial, confiando la tarea en Daniel Way, escritor
habitual de “Deadpool”, y el dibujante Steve Dillon, conocido sobre todo por
“Predicador” y por encargarse de personajes más “terrenales” como Punisher o
Lobezno.
Historia: el
general Thadeus Ross, conocido ahora como el Hulk Rojo, recluta un equipo de
intervención secreto integrado, aparte de por sí mismo, por: Frank Castle
(Castigador), Elektra Nachios, Flash Thompson (Avente Veneno) y Wade Wilson
(Masacre), con el objetivo de infiltrarse en la isla de Kaza-Jaya y derrocar a
un dictador a quien, paradójicamente, el propio Ross ayudó a colocar en su
trono cuando servía a los intereses militares de Estados Unidos. Ahora, Ross no
sólo se siente culpable de aquel acto, sino que considera al caudillo como una
potencial amenaza, pues tiene armas de tecnología gamma facilitadas por Philip
Sterns, más conocido como El Loco, villano recurrente de Hulk.
SPOILER: Ross
tiene también bajo custodia a Samuel Sterns, hermano del Loco y más conocido
como El Líder, uno de los villanos más peligrosos de Hulk. Ross ha utilizado la
misma radiación gamma de color rojo que le dieran poderes a él pero “revivir” a
Sterns, quien ahora también es de color rojo pero parece carecer de poderes. Y
aunque Punisher le dispara en plena cara nada más verle aparecer matándole de
nuevo, Ross consigue resucitar a Sterns una vez más gracias a la radiación
gamma, pasando a ser conocido desde entonces como EL Líder Rojo. Será él quien,
tras susurrarle algo al oído a su hermano, hará que El Loco perezca haciéndole
explotar la cabeza.
Crítica: no
podemos decir que este inicio del segundo volumen de Thunderbolts sea un mal
cómic. No serí justo. Quiero decir… no me gustaría que alguien pensara: “Bueno,
a lo mejor es malo pero los personajes que integran el grupo me molan, así que
me voy a comprar el tomo”. No. Insisto: “Thunderbolts: Sin Tregua” no es un mal
cómic. Es peor y resulta casi vomitivo de leer. Es uno de esos productos que te
desaniman de seguir con este noble arte que es el mundo de las viñetas. La típica
historia de reunión de grupo, que ya de por sí dan grima por lo repetitivo de
la fórmula, pero además con una base argumental que recuerda a “Los
Mercenarios” de Sylvester Stallone, cuya gracia, precisamente, no radicaba en
su guión. La obra es tan penosa que no sabría concretar qué es lo que falla
exactamente. Marvel ya había tenido agrupaciones atípicas de este estilo como
“Los Defensores” o “Los Campeones”, pero hacían precisamente de lo imposible de
su unificación su principal virtud. Aquí eso no ocurre, y la mayoría de
personajes están desubicados, sin duda mucho mejor trabajados en sus
colecciones en solitario. Y ni tan siquiera la amenaza a la que tienen en
frente parece lo suficientemente interesante como para motivarles a trabajar
juntos (por no mencionar que uno termina de leer el cómic sin saber muy bien
para qué coño han ido a la isla y por qué todo termina como lo hace). la
historia es tan forzada como el hecho de que, de pronto, Elektra y Punisher se
pongan a follar en medio de un bosque, rodeados de los cadáveres de sus
enemigos. Todo tiene un halo de “¿a qué molaría si…?”, y lo hacen,
independientemente de que los acontecimientos tengan o no algún sentido. Pero
si el trabajo de Way puede considerarse como ramplón o meramente funcional en el
mejor de los casos, lo de Dillon son ya palabras mayores. Estamos ante el que
es, sin duda, el peor trabajo de su carrera, tan perdido como parecen estarlo
en la historia sus personajes. Es la peor elección para un título como el que
nos ocupa, que sin duda habría requerido de un autor con más dotes para la
epicidad. No por el hecho de que una cabecera tenga violencia explícita, algo
de humor negro y gotas de sexo hay que recurrir siempre a Dillon como primera
opción. Lo de Way, a fin de cuentas, tiene un pase, pues no es Garth Ennis ni
hay que pretender que lo sea habida cuenta de que nunca ha escrito un cómic que
merezca una mínima distinción. Pero es que Dillon… si es el Steve Dillon que
hemos disfrutado en otras ocasiones. Y, tras leer su trabajo en Thunderbolts,
te gustaría decir que éste tampoco es Steve Dillon. En resumidas cuentas, lo
que tenemos es un título “vendedor de humos”, que en ningún caso cumple las
expectativas que pudieran haberse derivado del anuncio de su nueva etapa, de la
inclusión de los personajes que componen la formación o de los autores que la
perpetran. “Malo” sería quedarse corto. La única “gracia” radica en el chiste
de que ahora el equipo está comandado por Thadeus Ross, al que desde siempre se
le ha apodado “Thunderbolt”. Es decir… “Thunderbolt” lidera a los
“Thunderbolts”. ¿Te has reído? Pues eso.
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