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Información
editorial: reseña de “El tribunal de los búhos”, primer arco argumental del
segundo volumen de “Batman”, publicados entre los números 1 al 6 USA de la colección
por DC Comics, realizador por Scott Snyder (guión), Greg Capullo (dibujo) y
Jonathan Glapion (tintas), entre septiembre de 2011 y febrero de 2012.
Antecedentes:
cuando a DC se le ocurrió “reiniciar” todo su universo desde cero, se encontró
con un gran problema dentro de sus “nuevos 52”, ya que al hacer “borrón y
cuenta nueva” se tacharían de un plumazo las brillantes etapas que Grant
Morrison y Geoff Johns estaban realizando con Batman y Linterna Verde,
respectivamente. Así, se le ocurrió la rocambolesca variante de que el Nuevo DC
se iniciaría cinco años después del debut de los héroes, con lo que todas esas
historias deberíamos “comprimirlas” dentro de su continuidad intrínseca en
dicho período. ¿Lo habéis entendido? ¿No? Ya, es lo que tienen las piruetas
circenses de las editoriales. Básicamente, que mientras otros personajes como
Superman o Wonder Woman empezaban a contarse desde su origen, Batman (en el
caso que nos ocupa) es, desde el número 1 de sus títulos, un héroe asentado en
Gotham, que lleva colaborando años con el comisario Gordon y tiene bajo su
tutela a toda una serie de pupilos como Dick Grayson (Nightwing), Tim Drake
(Robin) o su propio hijo, Damien.
Argumento: desde
su construcción, Gotham le debe mucho a la familia Wayne, de hecho, fue el
tatarabuelo de Bruce, Alan Wayne, quien edificó gran parte de ella desde 1888.
Ahora, es el propio Bruce Wayne quien quiere remodelarla y, al tiempo, apoyar
la candidatura de Lincoln March para alcalde, un hombre que tiene su misma
visión de lo que debe ser el futuro de Gotham, además de haberse hecho a sí
mismo desde muy joven al haberse criado huérfano. Sin embargo, ambos hombres
son también víctimas de un letal asesino, que sigue las directrices de una
sociedad secreta conocida como “La corte de los búhos”, que han manejado los
hilos de la ciudad desde las sombras desde hace décadas.
SPOILER: Dick,
quien había sido señalado como sospechoso de una serie de crímenes que tienen
que ver con “los Búhos”, es pronto descartado como tal, pero esto no evita que
Batman acabe herido, desorientado y moribundo en un laberinto, dentro de las
alcantarillas de Gotham, delirando y sufriendo ataques de los miembros de la
sociedad secreta. Descubrimos que “los Búhos” tienen guaridas ocultas por toda
la ciudad (lo que incluyen las propiedades de la familia Wayne) y que también
pervirtieron a muchos niños para convertirlos en letales asesinos. Y, ahora que
Batman les ha descubierto (y a pesar de que éste consigue huir del laberinto)
ha llegado el momento de “despertarlos”.
Crítica: desde
hace ya unos añitos, DC ha mimado a Batman, consciente de que es la piedra
angular de su imperio editorial, por encima incluso de Superman. Por ello, de
un tiempo a esta parte ha contado con largas etapas de autores de gran talento
como Rucka, Morrison o ahora Snyder, los cuales han sabido muy bien ahondar en
la parte oscura del personaje, respetando su oscuridad y barroquismo interior e
intentando siempre ir “un paso adelante” en la historia personal del Caballero
Oscuro, en vez de limitarse a repetir una y otra vez enfrentamientos con el
Joker, Dos Caras o el Acertijo. En su día, Morrison optó por la inclusión de un
hijo como manera de hacer que el héroe “creciese”, y ahora Snyder opta por la
inversa y bucea en las raíces, llegando hasta el nacimiento de la propia Gotham
para darle la vuelta a lo que sabíamos del personaje como un calcetín y
consiguiendo contar algo nuevo pero sin desdecir lo que otros autores habían
contado antes. Lo más acertado de esta primera hornada de cómics es conseguir
que el lector se pregunte si esta especie de “secta masónica” pudieron ser
realmente los responsables de la muerte de los padres de Bruce… pero tampoco lo
afirma, que podría haber llevado también a una crítica feroz de los fans de
toda la vida. En conjunto, “El tribunal de los Búhos” es un guantazo sin manos
a los jefazos de DC, porque demuestra que ese “reboot comercialoide” que se
acababan de sacar de la manga no era necesario; no hacía falta un nuevo origen
para contar lo mismo de siempre pero de manera que pareciese nuevo. Lo que era
menester eran buenos autores con algo que contar.
Imprescindible:
pero si la labor de Snyder es encomiable (no sólo por plantear una historia
interesante, sino por esforzarse en crear toda una serie de nuevos personajes
que ayudean a enriquecer aún más el “bat-uniVerso”), la colección se antoja
como imprescindible por la labor de un Greg Capullo que se erige como el mejor
autor de su tiempo. El dibujante, consagrado durante muchos, muchos años, al
sello de McFarlane, demuestra aquí que es un autor nacido para dibujar a
Batman, mostrándose igual de brillante en los momentos espectaculares como de
introspección, jugando con las composiciones de página y creando un entorno
para el héroe, moviéndose siempre entre los claro-oscuros, como si estuviésemos
dentro de una nueva adaptación de Tim Burton. Y, por si fuese poco, Capullo es
una “rara avis” dentro del medio: un dibujante que no sólo dibuja bien… sino
que lo hace rápido y totalmente capaz de entregar un número al mes, sin
necesidad de “rellenos”. Por ello, esta etapa de guionista y dibujante será
recordada en el futuro como una de las mejores del murciélago. Un clásico
instantáneo.
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