Año: 2015. Dirigida por:
Kenneth Branagh (“Hamlet”). Intérpretes: Cate Blanchett (ganadora del Oscar por
“El aviador”), Lily James (Rose Aldridge en la serie “Downton Abbey”), Richard
Madden (Rob Stark en “Juego de Tronos”), Helena Bonham Carter (“El discurso del
rey”), Nonso Anozie (Xnoan Dxos en “Juego de Tronos”), Stellan Skarsgard (“La
caza del octubre rojo”), Sophie McShera (la serie “Downton Abbey”), Holiday
Grainger (la serie “Los Borgia”), Hayley Atwell (Peggy Carter en la serie de
Marvel “Agente Carter”), Derek Jacobi (“Gladiator”).
Presupuesto: 95 millones de dólares. Recaudación: 543 millones. Premios:
recibió una nominación a Oscar por Mejor Diseño de Vestuario.
El cuento: al
contrario que otras fábulas clásicas, la autoría de “Cenicienta” no tienen un
autor concreto, sino que forma parte del folklore popular de numerosas etnias y
generaciones. El mito de Rhodopis, documentado por el geógrafo griego Estrabón
en el siglo VII antes de Cristo y que versa sobre una esclava griega que llega
a casarse con el rey de Egipto se considera como la antecesora del personaje. La
versión más tradicional de la misma, no obstante, sería publicada por primera
vez en 1697 por Charles Perrault, y poco después por los Hermanos Grimm. La película
animada de Walt Disney, por su parte, estrenada en 1950 ayudó a reflotar el
estudio, que se encontraba al borde de la bancarrota, recibiendo además 3
nominaciones al Oscar y produciendo posteriormente dos secuelas directas al
mercado doméstico.
Sinopsis: Ela es
una joven optimista y feliz a quien la desgracia no tarda en visitar en forma
de la muerte de su madre siendo ella muy pequeña. Años más tarde, no obstante,
la muchacha será la primera en animar a su padre a que vuelva a contraer
matrimonio, por lo que pasará a tener una madrastra y dos hermanastras, mucho
más preocupadas en alcanzar una posición alta en la sociedad que en propiciar
la felicidad del padre de Ela. Cuanto éste, además, fallece durante uno de sus
trayectos mercantes, la tragedia se impone en la vida de la joven, pues su
madrastra y las dos hijas de ésta no dudan en empezar a tratarla como una
simple criada apodándola despectivamente “Cenicienta”. Un encuentro fortuito en
el bosque con el príncipe heredero y un posterior baile en el castillo, sin
embargo, podrán hacer que cambie al fin su suerte… merced a su pizpireta Hada
Madrina.
Crítica: la
consigna que le dieron a Branagh por parte del estudio era muy sencilla: estaba
haciendo la película definitiva de “Cenicienta” para las próximas generaciones,
de manera que pudiera preservarse en una cápsula del tiempo, así que si tenía
que gastar un poco más de dinero… sin problemas. Si bien es cierto que con
semejante premisa se puede pensar que cualquier podría hacer una buena
película, lo cierto es que considero a Branagh como un minucioso orfebre. En los
primeros años de su carrera, alcanzó el reconocimiento por sus adaptaciones de
las obras de William Shakespeare. Le resultó sencillo, ya que era un estudioso
del bardo inglés. Semejante procedimiento, el del estudio, ha llevado a cabo
posteriormente en otros de sus encargos de Hollywood que pudieran pensarse
menos aptos para él: la versión del “Frankenstein” de Mary Shelley, el poderoso
“Thor” de Marvel o la película que nos toca. ¿Y qué es “Cenicienta”? Pues un
cuento de hadas, un tanto ñoño, bastante rancio en su discurso y fantasioso en
el mejor sentido de la palabra, que es la cualidad de la que Branagh decide
partir para estirar del hilo cual madeja y hacer que un producto tan
encorsetado como el que nos ocupa fluya como la seda y consiga, incluso,
brillar en algunos momentos que pudieran parecer impensables. Baste decir que
los pasajes más conocidos por todos, como el baile en el castillo o la búsqueda
de la joven que encaje en el zapato no son los que más minutos ocupan en el
metraje. El peso recae en los orígenes del personaje principal, buceando en su
desdicha y su proceso de duelo, que aunque estereotipado y estirado al máximo,
consiguen su propósito de suscitar una oleada de compasión en el respetable,
quien cuando llega el momento de la verdad, sólo espera con toda devoción que las
cosas le salgan bien, aunque para ello debamos renunciar a la lucha por el
feminismo, el fin de los clichés y otro tipo de “batallitas meapileras” en las
que nos hemos entretenido los últimos años.
Resumiendo: hay
películas que podrían realmente reseñarse sin necesidad de verse. Y esto no es
algo negativo. Ofrecen lo que prometen… que no es, ni de lejos, lo que se puede
decir de la mayoría. Sin embargo, esta ausencia del factor sorpresa también
puede echar para atrás a quienes no claudiquen, de partida, con el punto de
partida de la propuesta en cuestión. Para todos aquellos escépticos que se
estén resistiendo, advertiré que “Cenicienta” es un entretenimiento ligero y
bien llevado a cabo, que apela al sentido de la magia tradicional del estudio
que se encuentra tras el proyecto, y si bien su historia es aparentemente anacrónica,
también es cierto que no está exento de otros muchos alicientes para hacerte
claudicar en su defensa.
Memorable: los
ratoncitos amigos de la muchacha, convertidos en unos personajes más del cuento…
y sobre todo, lo bien que se lo pasan las veteranas de la función: Helena
Bonham Carter transmutada en un hada madrina que parece haberse tomado un par
de carajillos de más, y una Cate Blanchett bordando el papel de “mala malísima”,
robando planos a diestro y siniestro.
Mejorable: como
está ocurriendo con el resto de adaptaciones de cuentos clásicos Disney en
películas de imagen real, la utilización de la banda sonora original suscita
debates a favor y en contra. En esta ocasión, sin embargo, no chirrían las
aportaciones en este sentido, y están justificadas en la trama.
Curiosidades:
Mark Romanek (responsable de, por ejemplo, “Retratos de una obsesión”), fue el
primer escogido para situarse tras las cámaras, si bien no tardó en abandonar
por diferencias creativas, ya que estaba ideando una versión mucho más oscura
de lo que Disney tenía en mente. De igual modo, Emma Watson (posteriormente, la
protagonista de la recién estrenada “La Bella y la Bestia”) era la primera
candidata para encarnar a “Cenicienta”, si bien el acuerdo no llegó a
concretarse. De este modo, se postuló a otras actrices como Margot Robbie
(Harley Quinn en “Escuadrón Suicida”), Alicia Vikander (la nueva “Lara Croft:
Tomb Raider”) y Saoirse Ronan (vista en “Brooklyn” o “Expiación”) antes de ser
adjudicado a James. La marca Swarovski realizó varios modelos de auténticos
zapatos de cristal, si bien ninguno de ellos fue realmente funcional, de manera
que hubieron de ser retocados digitalmente. El vestido de novia que aparece en
la última escena fue realizado por 16 personas y llevó más de 500 horas de
trabajo… que tuvieron que duplicarse toda vez que el primer modelo se quemó
cuando la actriz se acercó demasiado a una estufa y el original se prendió.
Parafraseando: en
su primer encuentro durante una cacería en el bosque, Cenicienta consigue
impedir que un venado acabe decorando con su ornamenta alguna de las paredes
del palacio, merced a una reflexión tan sencilla como difícil de rebatir: “No
permita que le hagan daño, por favor” “Hemos salido de caza, ¿entiende? Es lo
que se hace” “Que sea lo que se hace no es razón para que se siga haciendo”.
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