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jueves, 13 de abril de 2017

Crítica de "KANYE WEST: late registration" (2005)


Información general: reseña de “Late registration”, aclamado segundo álbum de estudio de Kanye West, publicado en 2005 por Roc A Fella y Def Jam Recordings, y del que se extrajeron los singles: “Diamonds from Sierra Leona”, “Gold Digger”, “Heard Em Say”, “Touch the sky” y “Drive Slow”. El disco tiene aportaciones vocales de Jay Z, Brandy, Paul Wall, Jamie Foxx, The Game, Common, Nas, Lupe Fiasco o Adam Levine (de Maroon 5), entre otros. En su primera semana, vendió más de ochocientas mil copias, posicionándose como número uno de la lista Billboard y convirtiéndose en el álbum de mayor éxito del sello Def Jam. Hasta la fecha, ha vendido más de 3 millones de copias sólo en USA. Ganó el Premio Grammy a Mejor Álbum de Rap y muchas listas lo erigieron como el Mejor Disco del 2005.

Crítica: “Jay Z me mira y dice: “Maldición, tío, te pareces a mí como era antes”. Una leyenda del hip hop”. Después del éxito de su debut, “The College Dropout”, el estilo de soul retrospectivo de Kanye fue imitado por la mayoría de raperos que querían llegar a ser alguien. El artista de Chicago, sin embargo, podría haber seguido ahondando en esa dirección (después de todo, él lo había creado), pero decidió crear un nuevo sonido que resultase más difícil de imitar. Para ello, gastó dos millones de dólares en la producción de su nuevo proyecto, con la colaboación del compositor de bandas sonoras, Jon Brion, apostando por unos arreglos orquestales nunca antes visto en un trabajo de hip hop, mezclado con samplers de Etha James, Curtis Mayfield, Ray Charles (perdón, quería decir… Jamie Foxx) o Shirley Bassey, en un fastuoso tracklist de 20 pistas que funcionan de manera individual pero, al mismo tiempo, forman un todo complejo, como un diseño de arquitectura o una superproducción de Hollywood. El resultado final fue un álbum redondo que abrió nuevos caminos al género, alejando definitivamente al rap de las calles, los sintetizadores y los ghettos para conseguir lo imposible: que fuese lo nuevo en “música popular”, tal y como Elvis lo hizo para el rock o Michael Jackson para el pop, con West convertido no ya sólo en un músico visionario, sino en todo un estandarte, gracias a una aparición pública por televisión donde aprovechó para criticar el ninguneo que el gobierno de Bush Jr ejercía sobre la raza negra en pleno siglo XXI. Visto con retrospectiva, casi diez años después de su edición, “Late registration” no parece tan experimental o rompedor como otros que el oriundo de Chicago ha lanzado después, pero eso es porque desde su salida, una vez más, todos se subieron al carro y el hip hop se quitó definitivamente ese miedo por sonar comercial; ahora a nadie sorprende escuchar en las emisoras de radio a Jay Z (que aprovechó su colabo con West para volver al panorama, después de haber anunciado su jubilación) o Eminem, con coros de Alicia Keys o Rihanna. Y es que, más allá de su legado, el segundo álbum de West es muy comercial. Pero dicho sea en el buen sentido. “Touch the sky” es de esas canciones que se te meten dentro y puedes escuchar cientos de veces y te seguirá pareciendo un subidón de adrenalina que te hace mover los pies aunque no quieras. “Bring me down”, por el contrario, es el sentido y sincero alegato de un músico que sabe que, para bien o para mal, siempre a a estar en el desfiladero. Y otras muchas pistas del disco, como “Roses”, “Addiction” o “Celebration” te enganchan por su manera de cambiar de rumbo en apenas tres minutos, como una canción dentro de otra canción, al estilo de lo que los Beatles hicieron en su período experimental. En resumen: Kanye West, como la mayoría de raperos, tenía un alto concepto de sí mismo y se pajeaba verbalmente sobre lo bueno que era. “Late registration” es la prueba de que sí… realmente era tan bueno como él creía que era.

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