Información general:
reseña de “Late registration”, aclamado segundo álbum de estudio de Kanye West,
publicado en 2005 por Roc A Fella y Def Jam Recordings, y del que se extrajeron
los singles: “Diamonds from Sierra Leona”, “Gold Digger”, “Heard Em Say”, “Touch
the sky” y “Drive Slow”. El disco tiene aportaciones vocales de Jay Z, Brandy,
Paul Wall, Jamie Foxx, The Game, Common, Nas, Lupe Fiasco o Adam Levine (de
Maroon 5), entre otros. En su primera semana, vendió más de ochocientas mil
copias, posicionándose como número uno de la lista Billboard y convirtiéndose
en el álbum de mayor éxito del sello Def Jam. Hasta la fecha, ha vendido más de
3 millones de copias sólo en USA. Ganó el Premio Grammy a Mejor Álbum de Rap y
muchas listas lo erigieron como el Mejor Disco del 2005.
Crítica: “Jay Z
me mira y dice: “Maldición, tío, te pareces a mí como era antes”. Una leyenda
del hip hop”. Después del éxito de su debut, “The College Dropout”, el estilo
de soul retrospectivo de Kanye fue imitado por la mayoría de raperos que
querían llegar a ser alguien. El artista de Chicago, sin embargo, podría haber
seguido ahondando en esa dirección (después de todo, él lo había creado), pero
decidió crear un nuevo sonido que resultase más difícil de imitar. Para ello,
gastó dos millones de dólares en la producción de su nuevo proyecto, con la
colaboación del compositor de bandas sonoras, Jon Brion, apostando por unos
arreglos orquestales nunca antes visto en un trabajo de hip hop, mezclado con
samplers de Etha James, Curtis Mayfield, Ray Charles (perdón, quería decir…
Jamie Foxx) o Shirley Bassey, en un fastuoso tracklist de 20 pistas que
funcionan de manera individual pero, al mismo tiempo, forman un todo complejo,
como un diseño de arquitectura o una superproducción de Hollywood. El resultado
final fue un álbum redondo que abrió nuevos caminos al género, alejando
definitivamente al rap de las calles, los sintetizadores y los ghettos para
conseguir lo imposible: que fuese lo nuevo en “música popular”, tal y como
Elvis lo hizo para el rock o Michael Jackson para el pop, con West convertido
no ya sólo en un músico visionario, sino en todo un estandarte, gracias a una
aparición pública por televisión donde aprovechó para criticar el ninguneo que
el gobierno de Bush Jr ejercía sobre la raza negra en pleno siglo XXI. Visto
con retrospectiva, casi diez años después de su edición, “Late registration” no
parece tan experimental o rompedor como otros que el oriundo de Chicago ha
lanzado después, pero eso es porque desde su salida, una vez más, todos se
subieron al carro y el hip hop se quitó definitivamente ese miedo por sonar
comercial; ahora a nadie sorprende escuchar en las emisoras de radio a Jay Z
(que aprovechó su colabo con West para volver al panorama, después de haber
anunciado su jubilación) o Eminem, con coros de Alicia Keys o Rihanna. Y es
que, más allá de su legado, el segundo álbum de West es muy comercial. Pero
dicho sea en el buen sentido. “Touch the sky” es de esas canciones que se te
meten dentro y puedes escuchar cientos de veces y te seguirá pareciendo un
subidón de adrenalina que te hace mover los pies aunque no quieras. “Bring me
down”, por el contrario, es el sentido y sincero alegato de un músico que sabe
que, para bien o para mal, siempre a a estar en el desfiladero. Y otras muchas
pistas del disco, como “Roses”, “Addiction” o “Celebration” te enganchan por su
manera de cambiar de rumbo en apenas tres minutos, como una canción dentro de
otra canción, al estilo de lo que los Beatles hicieron en su período
experimental. En resumen: Kanye West, como la mayoría de raperos, tenía un alto
concepto de sí mismo y se pajeaba verbalmente sobre lo bueno que era. “Late
registration” es la prueba de que sí… realmente era tan bueno como él creía que
era.
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