Información general:
reseña del cuarto disco de estudio del grupo madrileño “La Cabra Mecánica”
publicado en 2005 y que consta de 13 canciones. El grupo, en activo desde 1995,
se disolvió en 2010 tras la salida al mercado del recopilatorio “Carne de
canción” y una gira de despedida, por lo que “Hotel Lichis” supone su último
trabajo con canciones inéditas.
Crítica: nunca
una canción había servido tanto para lanzar… y al mismo tiempo dinamitar la
carrera de un grupo. Mientras que no eran muy conocidos sino una delicatesen
para cierto tipo de público, “La Cabra Mecánica” vivían en paz haciendo lo que
les daba la gana. Pero la publicación de su tercer trabajo, con producción de
Alejo Stivel, y el súper-single de “La lista de la compra”, lo cambió todo.
¿Para mejor o para peor? Bueno, depende de cómo se mire. El caso es que después
vino el trabajo en directo “Ni jaulas ni peceras” y de repente parecía que todo
el mundo había escuchado a “La Cabra…” desde sus inicios y eran fans de toda la
vida. La salida, por tanto, de “Hotel Lichis” tenía cierta expectación. Y, a
pesar de ser su trabajo más comercial (siguiendo fieles a su estilo, con ese
mestizaje donde entra la rumba, el flamenco, el ska, el rock, el jazz, la bossa
nova, el rap… y todo lo que se tercie, pero sólo hay que escuchar los pegadizos
estribillos de “Pinocho”, “El mundo ya no necesita otra canción de amor” o,
sobre todo, “El malo de la película”) ya era demasiado tarde. En una entrevista
para la promoción de “Hotel Lichis”, el propio cantante y alma mater del grupo
sorprendió a todos arremetiendo contra Melendi, al que acusaba de ser: “una
copia de La Cabra Mecánica pero en versión comercial”. El ataque pilló por
sorpresa incluso al ácido Buenafuente, que era el entrevistador de turno, e
intentó correr un túpido velo discretamente. Pero a quien esto firma le llamó
suficiente la atención para reflexionar un rato sobre el asunto. Cierto es que
Melendi a quien más se parece, sin duda, es a los Estopa. Pero los tres tienen
en común esa imagen de underground, de anti-héroes, de poetas urbanos. Una
imagen que, en el caso de los hermanos Múñoz y Melendi queda incluso “cool”,
pero que en Lichis suena a auto-destrucción y decadencia (las cosas como son).
Vamos, que estrofas como “No fui un gran amante, no fui nada especial(
antihéroe atiborrado de droga”… en el caso de los anteriormente mencionados
suena a una balada que invita a sacar los mecheros al viento, y en el caso de
Lichis, por el contrario, se asemeja más a, cómo él mismo dice, “una carta de
suicidio comercial”. En cualquier caso, toda esta polémica resulta un tanto
absurda, pues el propio Lichis juega a disfrazarse de otros, como Robe Iniesta
y sus “Extemoduro” en una de las mejores canciones del álbum, “Son las 13:14”,
y en otras letras no oculta sus ganas de vender tanto como Alejandro Sanz o
parecerse algo más a Serrat (lo de “Como Penélope en la estación del AVE” ya es
bastante significativo). Pero si hay algo que no se le puede negar al vocalista
y letrista del grupo es su honestidad, y él mismo es consciente de que más que
un poeta trascendentalista, se ha convertido en el niño travieso e incómodo de
la industria musical española (“Y yo que aspiraba a Maradona… terminé… en la
cocaína, leré”). Por eso, quizás, y a pesar (o precisamente) de encontrarse en
su mejor momento, era hora de cerrar una etapa. Y punto.
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