Estamos en 1982. Michael Jackson tiene 25 años y está
(psicológicamente) hundido. Lleva dos décadas junto con sus hermanos, los
“Jackson Five”, pateándose todos los escenarios de Norteamérica, tiene además
cinco discos en solitario; el último de ellos, “Off The Wall”, uno de los
álbumes de funky más influyentes, aclamado por la crítica y el público. Pero a
pesar de ello, “Jacko” se siente ninguneado. Cree firmemente que nunca ganará
un Grammy ni será portada de las revistas por el simple hecho de ser negro.
Además, Quincy Jones, productor de sus nuevos temas, piensa que el material es
tan raro para los tiempos que corren, que le aconseja meter las canciones en un
cajón y no sacarlas a la luz nunca.
Pero Epic Records las puso en el mercado bajo el título de
“Thriller”, y el resto, como suele decirse… es historia. “Thriller” ganó ocho
premios Grammy y es uno de los discos más vendidos de todos los tiempos,
erigiendo a Jackson como “el rey del pop” y convirtiéndole en el músico más
influyente de los siguientes veinte años. Su baile “moonwalker” durante la
presentación de “Billie Jean” en una gala televisada para la Motown dio la
vuelta al mundo y el videoclip de “Thriller”, dirigido por John Landis y con el
mítico maquillaje de Rick Baker, cambió el modo de promocionar los discos en
todo el mundo y para siempre.
De los escasos nueve temas que componen el álbum, casi todos
fueron lanzados como singles en los años sucesivos, marcando el estilo de lo
que serían los siguientes trabajos del artista. Hablar de “Thriller” es hacerlo
del famoso coro “mamase mamasa mama cusa” con el que termina el primer tema “Wanna
Be Startin Something”; el dueto con su por entonces amigo Paul MacCartney en la
edulcorada “The Girl Is Mine”; los furiosos riffs y el solo de guitarra de Van
Halen en “Beat It”; los efectos de película de terror y la risa de Vincent
Price en “Thriller”; el bajo rítmico que hace que se te muevan los pies solos
de “Billie Jean”; los coros sintetizados de LaToya y Janet en “Pretty Young
Thing” o la atmósfera solitaria que te envuelve en “The Girl In My Life”. En
resumen: es uno de esos discos que todo el mundo debe tener en su casa y que
debería ser objeto de estudio en los colegios e institutos, no sólo por su
indudable calidad musical, sino por el impacto sociológico que tuvo en todo el
mundo. Porque Michael Jackson consiguió lo que quería: las portadas de los
periódicos y revistas más influyentes se ilustraron con la cara de un joven
negro, guapo, rico y famoso. Y entonces… él quiso volverse blanco. Pero esa… es
otra historia.
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