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sábado, 8 de abril de 2017

MICHAEL JACKSON: thriller (1982)


Estamos en 1982. Michael Jackson tiene 25 años y está (psicológicamente) hundido. Lleva dos décadas junto con sus hermanos, los “Jackson Five”, pateándose todos los escenarios de Norteamérica, tiene además cinco discos en solitario; el último de ellos, “Off The Wall”, uno de los álbumes de funky más influyentes, aclamado por la crítica y el público. Pero a pesar de ello, “Jacko” se siente ninguneado. Cree firmemente que nunca ganará un Grammy ni será portada de las revistas por el simple hecho de ser negro. Además, Quincy Jones, productor de sus nuevos temas, piensa que el material es tan raro para los tiempos que corren, que le aconseja meter las canciones en un cajón y no sacarlas a la luz nunca.
Pero Epic Records las puso en el mercado bajo el título de “Thriller”, y el resto, como suele decirse… es historia. “Thriller” ganó ocho premios Grammy y es uno de los discos más vendidos de todos los tiempos, erigiendo a Jackson como “el rey del pop” y convirtiéndole en el músico más influyente de los siguientes veinte años. Su baile “moonwalker” durante la presentación de “Billie Jean” en una gala televisada para la Motown dio la vuelta al mundo y el videoclip de “Thriller”, dirigido por John Landis y con el mítico maquillaje de Rick Baker, cambió el modo de promocionar los discos en todo el mundo y para siempre.

De los escasos nueve temas que componen el álbum, casi todos fueron lanzados como singles en los años sucesivos, marcando el estilo de lo que serían los siguientes trabajos del artista. Hablar de “Thriller” es hacerlo del famoso coro “mamase mamasa mama cusa” con el que termina el primer tema “Wanna Be Startin Something”; el dueto con su por entonces amigo Paul MacCartney en la edulcorada “The Girl Is Mine”; los furiosos riffs y el solo de guitarra de Van Halen en “Beat It”; los efectos de película de terror y la risa de Vincent Price en “Thriller”; el bajo rítmico que hace que se te muevan los pies solos de “Billie Jean”; los coros sintetizados de LaToya y Janet en “Pretty Young Thing” o la atmósfera solitaria que te envuelve en “The Girl In My Life”. En resumen: es uno de esos discos que todo el mundo debe tener en su casa y que debería ser objeto de estudio en los colegios e institutos, no sólo por su indudable calidad musical, sino por el impacto sociológico que tuvo en todo el mundo. Porque Michael Jackson consiguió lo que quería: las portadas de los periódicos y revistas más influyentes se ilustraron con la cara de un joven negro, guapo, rico y famoso. Y entonces… él quiso volverse blanco. Pero esa… es otra historia.

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