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jueves, 6 de abril de 2017

WAYWARD PINES: primera temporada


Creada por: M. Night Shyamalan y Chad Hodge. Basada en: la novela homónima de Blake Crouch. Emisión: mayo-julio 2015. Episodios: 10. Cadena: FOX. Intérpretes: Matt Dillon, Shannyn Sossamon, Charlie Lahan, Melissa Leo, Juliette Lewis, Toby Jones, Terrence Howard, Carla Gugino, Hope Davis.


Principal: Ethan Burke es un agente del Servicio Secreto estadounidense que tiene una nueva misión: encontrar a dos compañeros desaparecidos. Durante la búsqueda, sufre un accidente de coche y despierta en el hospital del idílico pueblo de Wayward Pines (Idaho). Pero, pronto descubrirá que no puede salir del pueblo, ni comunicarse con su familia para decirles que ha sobrevivido y que todos los habitantes parecen estar fingiendo. ¿Qué ocurre en Wayward Pines? Además, Burke encuentra a sus dos compañeros, uno muerto y la otra (su ex-amante) casada y con una aparente vida feliz en el pueblo… desde hace años, lo cual es harto difícil de entender cuando sólo han pasado dos semanas desde su desaparición. Para colmo, cuando intenta hablar del pasado o de su otra vida, los teléfonos de la comunidad suenan para advertir de que no continúen hablando sobre su vida anterior. Si desobedecen, serán ajusticiados cortándoles el cuello en la plaza mayor, ante la pasividad del resto de vecinos.


Secundario: la mujer y el hijo de Burke acuden a buscarle cuando no tienen más noticias de él. También tienen un accidente y también despiertan en el hospital de Wayward Pines. Consciente de que ahora tiene algo que perder si continúa su investigación, Ethan decide fingir junto a su familia que se está integrando en el pueblo, y acepta el trabajo como nuevo sheriff. Será así como pronto descubra que hay un muro electrificado alrededor del pueblo que impide que alguien pueda salir del perímetro. Además, su hijo empieza a ir al colegio de Wayward Pines, donde el personal docente parecen querer adoctrinar a los jóvenes en una especie de culto secreto llamado la “Primera Generación”.


SPOILER: el psiquiatra David Pilcher se rebela como el ideólogo de Wayward Pines y cuenta a Ethan la verdad sobre el pueblo: en realidad, son parte de un experimento de criogenización y no están en el año 2015 sino en el 4000, y el muro que rodea la población no es para impedir que nadie salga, sino para protegerles de unas criaturas humanoides que han involucionado y serían letales para los supervivientes del planeta. Una vez descubierto la verdad, Burke se compromete a mantener el orden en el pueblo, pues sólo unos pocos saben la verdad para no sembrar el caos entre los “elegidos” para “despertar”. Pero un grupo de habitantes conspiran en secreto y Pilcher decide cortar la electricidad para que los salvajes puedan entrar en el perímetro y así “purgar” la población y empezar desde cero con una nueva generación en el futuro. La cosa sale mal y Pilcher muere mientras que Ethan se sacrifica para salvar a quienes han sobrevivido al primer ataque de los salvajes. Ben, el hijo de Ethan, despierta en el hospital tras el incidente y se da cuenta de que todo el esfuerzo de su padre fue en vano: los jóvenes de la Primera Generación han vuelto a reconstruir el pueblo a imagen y semejanza de David Pilcher y han criogenizado a todos los adultos. El sueño de Wayward Pines sigue como si nada.


Crítica: tengo que reconocer que la visión de esta serie ha sido una pequeña decepción este verano. Esta especie de “Twin Peaks” mezclada con “Lost” y “Soy Leyenda”, repleta de grandes actores y con el sello de Shyamalan, se deshace como un azucarillo a las primeras de cambio, toda vez que la resolución de su “misterio” empieza a llenar de tantos interrogantes incongruentes la trama que ya no es posible disfrutar de lo que queda de ella. Una vez descubres cuál es la verdad de Wayward Pines, lo que en un principio se había presentado como un thriller más o menos competente se acaba traduciendo en una especie de “survival horror” bastante poco interesante, con un final que se ve venir de lejos. No me extraña que su continuación sea más que dudosa, no ya sólo por su audiencia (que, lamentablemente, ignoro) sino porque sería muy difícil que los guionistas encontraran algo nuevo que ofrecer, en tanto en cuanto el final de estos primeros diez capítulos deja indicar que lo siguiente sería una repetición de lo ya visto pero con el personaje del hijo de Matt Dillon en sustitución de éste. Y, francamente, la presencia del inmortal Dillon (uno de esos actores que, como Ethan Hawke, parecen haber hecho un pacto con el diablo para no envejecer) eran uno de los principales reclamos de la ficción. Proseguir sin él no tiene ningún sentido.



Resumiendo: ¿en qué cabeza cabe que, para evitar el caos, los dirigentes de una comunidad que, supuestamente, es la última estirpe de la raza humana, decidan no contarles la verdad e inventarse un rocambolesco “mundo feliz” a lo “Pleasantville” donde, si hacen preguntas, se los cargan sin contemplaciones? ¿No sería más fácil enseñarles los zombis de fuera y decirles: “Esto es lo que hay, amigos”? Al igual que ocurre con algunos de los films del propio Shyamalan, la premisa argumental de esta serie, si no se dilatan hasta suponer un “cliffhanger” final, no puede sostener el resto de la narración una vez descubierto. ¿Os imagináis que descubrir el secreto de “El bosque” (película de Shyamalan que guarda cierto parecido con esta serie) hubiese tenido lugar en mitad dela película y no al final? Pues eso. Una buena idea mal ejecutada.



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