Creada por: M. Night
Shyamalan y Chad Hodge. Basada en: la novela homónima de Blake Crouch. Emisión:
mayo-julio 2015. Episodios: 10. Cadena: FOX. Intérpretes: Matt Dillon, Shannyn
Sossamon, Charlie Lahan, Melissa Leo, Juliette Lewis, Toby Jones, Terrence Howard,
Carla Gugino, Hope Davis.
Principal: Ethan
Burke es un agente del Servicio Secreto estadounidense que tiene una nueva
misión: encontrar a dos compañeros desaparecidos. Durante la búsqueda, sufre un
accidente de coche y despierta en el hospital del idílico pueblo de Wayward
Pines (Idaho). Pero, pronto descubrirá que no puede salir del pueblo, ni
comunicarse con su familia para decirles que ha sobrevivido y que todos los
habitantes parecen estar fingiendo. ¿Qué ocurre en Wayward Pines? Además, Burke
encuentra a sus dos compañeros, uno muerto y la otra (su ex-amante) casada y
con una aparente vida feliz en el pueblo… desde hace años, lo cual es harto difícil
de entender cuando sólo han pasado dos semanas desde su desaparición. Para
colmo, cuando intenta hablar del pasado o de su otra vida, los teléfonos de la
comunidad suenan para advertir de que no continúen hablando sobre su vida
anterior. Si desobedecen, serán ajusticiados cortándoles el cuello en la plaza
mayor, ante la pasividad del resto de vecinos.
Secundario: la
mujer y el hijo de Burke acuden a buscarle cuando no tienen más noticias de él.
También tienen un accidente y también despiertan en el hospital de Wayward
Pines. Consciente de que ahora tiene algo que perder si continúa su
investigación, Ethan decide fingir junto a su familia que se está integrando en
el pueblo, y acepta el trabajo como nuevo sheriff. Será así como pronto
descubra que hay un muro electrificado alrededor del pueblo que impide que
alguien pueda salir del perímetro. Además, su hijo empieza a ir al colegio de
Wayward Pines, donde el personal docente parecen querer adoctrinar a los
jóvenes en una especie de culto secreto llamado la “Primera Generación”.
SPOILER: el psiquiatra
David Pilcher se rebela como el ideólogo de Wayward Pines y cuenta a Ethan la
verdad sobre el pueblo: en realidad, son parte de un experimento de
criogenización y no están en el año 2015 sino en el 4000, y el muro que rodea
la población no es para impedir que nadie salga, sino para protegerles de unas
criaturas humanoides que han involucionado y serían letales para los
supervivientes del planeta. Una vez descubierto la verdad, Burke se compromete
a mantener el orden en el pueblo, pues sólo unos pocos saben la verdad para no
sembrar el caos entre los “elegidos” para “despertar”. Pero un grupo de
habitantes conspiran en secreto y Pilcher decide cortar la electricidad para
que los salvajes puedan entrar en el perímetro y así “purgar” la población y
empezar desde cero con una nueva generación en el futuro. La cosa sale mal y
Pilcher muere mientras que Ethan se sacrifica para salvar a quienes han
sobrevivido al primer ataque de los salvajes. Ben, el hijo de Ethan, despierta
en el hospital tras el incidente y se da cuenta de que todo el esfuerzo de su
padre fue en vano: los jóvenes de la Primera Generación han vuelto a
reconstruir el pueblo a imagen y semejanza de David Pilcher y han criogenizado
a todos los adultos. El sueño de Wayward Pines sigue como si nada.
Crítica: tengo
que reconocer que la visión de esta serie ha sido una pequeña decepción este
verano. Esta especie de “Twin Peaks” mezclada con “Lost” y “Soy Leyenda”,
repleta de grandes actores y con el sello de Shyamalan, se deshace como un
azucarillo a las primeras de cambio, toda vez que la resolución de su “misterio”
empieza a llenar de tantos interrogantes incongruentes la trama que ya no es
posible disfrutar de lo que queda de ella. Una vez descubres cuál es la verdad
de Wayward Pines, lo que en un principio se había presentado como un thriller
más o menos competente se acaba traduciendo en una especie de “survival horror”
bastante poco interesante, con un final que se ve venir de lejos. No me extraña
que su continuación sea más que dudosa, no ya sólo por su audiencia (que,
lamentablemente, ignoro) sino porque sería muy difícil que los guionistas
encontraran algo nuevo que ofrecer, en tanto en cuanto el final de estos
primeros diez capítulos deja indicar que lo siguiente sería una repetición de
lo ya visto pero con el personaje del hijo de Matt Dillon en sustitución de
éste. Y, francamente, la presencia del inmortal Dillon (uno de esos actores
que, como Ethan Hawke, parecen haber hecho un pacto con el diablo para no
envejecer) eran uno de los principales reclamos de la ficción. Proseguir sin él
no tiene ningún sentido.
Resumiendo: ¿en
qué cabeza cabe que, para evitar el caos, los dirigentes de una comunidad que,
supuestamente, es la última estirpe de la raza humana, decidan no contarles la
verdad e inventarse un rocambolesco “mundo feliz” a lo “Pleasantville” donde,
si hacen preguntas, se los cargan sin contemplaciones? ¿No sería más fácil
enseñarles los zombis de fuera y decirles: “Esto es lo que hay, amigos”? Al
igual que ocurre con algunos de los films del propio Shyamalan, la premisa
argumental de esta serie, si no se dilatan hasta suponer un “cliffhanger”
final, no puede sostener el resto de la narración una vez descubierto. ¿Os
imagináis que descubrir el secreto de “El bosque” (película de Shyamalan que
guarda cierto parecido con esta serie) hubiese tenido lugar en mitad dela
película y no al final? Pues eso. Una buena idea mal ejecutada.
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