Año: 1999. Dirigida
por: los hermanos Paul y Chris Weitz (“Un niño grande”). Intérpretes: Jason
Biggs (la serie “Orange is the new black”), Chris Klein (el remake de
“Rollerball”), Seann William Scott (“¿Colega, dónde está mi coche?”), Thomas
Ian Nicholas (“El novato del año”), Mena Suvari (“American Beauty”), Tara Reid
(la franquicia “Sharknado”), Eddie Kaye Thomas (la serie de la CBS,
“Scorpion”), Eugene Levy (“Doce fuera de casa”), Shannon Elizabeth (“Scary
Movie”), Alyson Hannigan (la serie “Cómo conocí a vuestra madre”), entre otros.
Presupuesto: 11 millones de dólares.
Recaudación: 235 millones.
Franquicia: tras
el éxito de la entrega que nos ocupa, se lanzaron tres secuelas directas; las
dos primeras con una cadencia de dos años y la cuarta (y última, hasta la
fecha) en 2012. Paralelamente, entre 2005 y 2009 se comercializaron en el
mercado doméstico cuatro spin-offs centrados en el hermano pequeño y los primos
de Stifler (el personaje de Sean William Scott), si bien no hay ninguno de los
actores protagonistas que aparezca en estas secuelas y muchos ni tan siquiera
las contemplan dentro del canon oficial de la franquicia. En total, las
películas estrenadas en cines tuvieron un presupuesto de alrededor de 145
millones de dólares y recaudaron, en su conjunto, cerca de mil millones.
Sinopsis: Jim y
sus colegas Oz, Finch, Kevin y Stifler están a punto de terminar el instituto e
iniciar una nueva vida en la universidad. Como todos los adolescentes, sin
embargo, lo único que les preocupa es una cosa: perder la virginidad. De esta
manera, hacen un pacto entre todos para apoyarse mutuamente con sus respectivas
chicas y conseguir de una vez por todas dar “el gran paso”. ¿Lo conseguirán?
Crítica: “Tú
eliges: o te declaras… o haces que se corra”. Internet en pañales, películas
codificadas del “Canal Plus”, esconder en sitios inimaginales revistas porno… “American
Pie” no es sólo un ejercicio retro-activo de nostalgia hacia tus días de
instituto, sino también una constatación de lo rápido que ha avanzado internet…
sobre todo en lo que a materia de porno se refiere. Cuando se estrenó esta
cinta, yo ya tenía constancia de que existía una serie de películas tituladas “Porky´s”,
pero yo era demasiado joven en su día para haberlas visto. Y, pese a que muchos
dicen que la que nos ocupa no es sino un falso remake de las mismas, yo creo
que hay algo más detrás de ella. Sí, es cierto: sus protagonistas están
deseando “meterla en caliente” (que, básicamente, es el gag que da título al
film), pero también tenían algo de entrañables, por lo patéticos que resultaban
y, por ende, el modo que tenían de sentirnos reflejados en ellos. Sé que a día
de hoy todos nos quedamos con las desternillantes escenas del “vaso de cerveza
espumosa” o la “pillada” de los padres del prota al principio del metraje (amén
de la expresión “MQMF” que se quedó a perpetuidad en nuestro léxico), pero yo
me he reído más en esta ocasión con la sencilla torpeza de Jason Biggs
armándose de valor para acercarse a hablar con la chica de sus sueños… y quedar
en evidencia cuando se empieza a reír sin saber de qué están hablando ella y
sus amigas. ¿Quién no ha metido la pata de esa forma en algún momento? Y el
modo en que se ríen de él sus colegas por las camisas que lleva (de verdad que
eran horribles… ¿por qué nos vestíamos así), o la vergüenza ajena del grandioso
Eugene Levy intentando quitarle hierro a todo lo que hace su hijo e intentando
aconsejarle de sexo. Puede que no sea la mejor película del mundo, pero te hace
reír en muchos momentos (¿no es eso, a fin de cuentas, lo que se le pide a una
comedia?), y te deja, a día de hoy, cierto poso de nostalgia por recordarte
aquellos tiempos mozos en los que éramos unos auténticos patanes a la hora de
relacionarnos con especímenes del sexo contrario. Bueno… ¿y no lo seguimos
siendo ahora? Eso sí: las secuelas eran totalmente prescindibles. P.D.: nunca
he creído que “la tercera fase” sea comparable a “enchufarla” en una tarta de
manzana caliente. Aunque… tampoco he hecho la prueba con la tarta. Um… esto me
ha dado algo en lo que pensar.
Curiosidades: el
éxito de esta primera entrega suscitó todo un “revival” de películas
adolescentes (y no tanto) con cierto toque sexual. Algunas herederas directas
de esta moda fueron “Road Trip (Viaje de pirados)” (“Road Trip”, Todd Philips,
2000), “40 días y 40 noches”, (“40 Days and 40 Nights”, Michael Lehmann, 2002) “Van
Wilder Animal Party” (“Van Wilder Pary Leiaison”, Walt Becker, 2002) o “La cosa
más dulce” (“The sweetest thing”, Roger Kumble, 2002)., entre muchas otras.
Memorable:
quedaría muy pajillero si destacase aquí el “momento tetas” de Shannon
Elizabeth, ¿no? Bah, ¿qué coño? De lejos, sigue siendo lo mejor de la película.
La verdad es que la chica estaba impresionante y se convirtió en un sex symbol
para toda esa generación que desgastamos el VHS de tanto “rebobinar” y “pausar”
en aquella mítica secuencia. Qué lástima que después no haya vuelto a hacer
nada destacable.
Mejorable: si
bien también hay que decir que no llegan a profundizar mucho en esta vertiente,
es cierto que en el tramo final, y como ocurre en muchas otras comedias, se
apela un poco al dramatismo y la nostalgia, personificados en la única pareja
“real” que existe durante todo el metraje y que, ironías de la vida, cuando
realmente llegan a “consumar” se dan cuenta de que no están hechos el uno para
el otro. ¿Mensaje subliminal para abrazar el sexo sin reservas y cuanto antes?
Parafraseando:
Jim está pasando una soporífera velada junto a su acompañante a la fiesta de
fin de curso, una “nerd” que no para de hablar sobre sus aventuras como “boy
scout musical”. Hasta que de repente….: “Oh, y una vez en el campamento de música,
me metí una flauta en el coño” “¿Cómo has dicho?” “¿Qué? ¿Crees que no sé
hacerme una paja? De eso va gran parte el campamento: de educación sexual.
Bueno, ¿vamos a follar o qué? Empiezo a estar un poco impaciente”.
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