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jueves, 17 de agosto de 2017

Crítica de "EMOJI: La película" (2017)


Año: 2017. Director: Tony Leondis (“Igor”). Intérpretes (voces en la V.O.): T.J. Miller, Anna Faris, Sofía Vergara, Patrick Stewart, James Corden, Jennifer Coolidge, Maya Rudolph, Christina Aguilera. Presupuesto: 50 millones de dólares. Recaudación: 99 millones (hasta la fecha). Curiosidades: la película se presenta con el corto previo “Puppy” (o “Perrito”), centrada en la otrora franquicia de “Hotel Transilvania”, que ya ha confirmado que tendrá tercera película y serie de televisión propia.
Crítica: de entrada, que alguien pudiera hacer una película protagonizada por los “emoticonos” me parecería una idea como para quitarse el sombrero. La cosa no es tanta, claro, cuando descubres que en realidad a lo que estás asistiendo es a un cóctel donde se han mezclado partes de “Rompe Ralph”, “Del revés” y “La LEGO Película”; todas ellas, por supuesto, con una identidad y alma propias que a la que aquí tenemos le falta por todos los costados, con un montón de clichés y convirtiendo un largometraje en una especie de anuncio “más grande, más largo y sin cortes”, de dispositivos móviles para niños. Porque, si bien algunos ejecutivos de Sony Pictures señalaban que “The Emoji Movie” era una cinta concebida para espectadores de menos de 18 años… yo directamente diría que se ha enfocado para un target de preescolares. Sí, los mismos a los que les regalas un juguete carísimo… y lo dejan a un lado para jugar con la caja. Quizás la parte más sangrante sea esa “princesa” que se disfraza de “hacker” para huir de los estereotipos y los convencionalismos sociales… pero que se comporta exactamente como lo que es, siempre en busca de un amorcito que le salve finalmente el día. Habida cuenta que el realizador de la película es abiertamente gay, por unos segundos tuve la ilusión de que realmente quisieran hacer algo rompedor y original y presentara en una cinta de animación tan ramplona como la que nos ocupa a una lesbiana, pero… ¡kiá! También se queda en nada esa búsqueda, en plan “El mago de Oz”, de una suerte de hechiero que te ayude a cambiar ese “algo” que te hace ser diferente. La moraleja, obviamente, de que no debes cambiar nada de ti mismo, sino seguir apostando por cómo eres, porque eso es lo que te hace a fin de cuentas diferente y “especial”… la entiendo. Pero se ha visto tantas veces anteriormente en otras producciones que uno empieza a estar harto de que le vendan la moto durante hora y media para terminar asistiendo a lo de siempre. Por no hablar de que el final es bastante confuso, pero bueno… Quizás la aparición de las famosas “cacas” o la “flamenca del WhatsApp” (nuestra aportación a la cultura analógica) satisfagan a muchos, pero yo casi prefiero poner la tele y tragarme cualquier cosa que no implique apoquinar más de mil de las antiguas pesetas… para ser testigo de un refrito. O quizás ese sea mi problema: que aún sigo pensando en la antigua moneda, y “Emoji ,la película” se ha concebido para otra generación. Esa que no puede retener la atención durante más de quince segundos en nada… porque constantemente están pendientes del móvil.

Parafraseando: con todo, la cinta se deja ver de manera más o menos correcta, sin estridencias, merced a algunos chistes de plena actualidad, como los referidos a las redes sociales: “¿Cómo se las ingenia para conocer a tanta gente?” “Nadie de ellos lo conoce… pero le dan “like””. Eso es lo que importa en esta vida: la popularidad” “Am… creo que… yo prefiero tener un amigo de verdad” “?Un amigo de verdad? ¿A dónde crees que vas a llegar con eso? Lo que necesitas son fans: te dan su apoyo completo y sin condiciones… mientras estés en la cima”.

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