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miércoles, 23 de agosto de 2017

Crítica de "ESCUADRÓN SUICIDA: El origen de Harley Quinn"


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Información básica: reseña de los números 1 al 8 USA de “Suicide Squad”, publicados entre septiembre de 2011 y abril de 2012 por DC Comics, obra del guionista Adam Glass y los dibujantes Andrei Bressan, Clayton Henry, Federico Dallocchio, Ig Guara. En España, ECC los recopiló en un solo tomo de más de 180 páginas titulado “Escuadrón Suicida: El origen de Harley Quinn”, al precio de 16.95 euros.


Antecedentes: a finales de 2011, a DC se le ocurrió la feliz idea de reiniciar todo su universo desde cero, lanzando nuevas colecciones en un evento que se llamó a conocer como “The New 52” y aprovechó para darle nuevas oportunidades a grupos como el “Escuadrón Suicida”, que habían debutado en la colección “The Brave and the Bold” en el lejano 1959, pero no fue hasta finales de los ochenta donde John Ostrander les dio su característica actual: un grupo de villanos condenados a muerte que, a cambio de ver reducida su condena, trabajan para el Gobierno en misiones de alto riesgo, supervisados por la autoritaria Amanda Waller. La editorial confió las labores de revitalización a Adam Glass, cuyo mayor crédito al margen de algún número con “Deadpool” había sido guionizar en televisión la serie “Sobrenatural”.


Historia: de más de treinta candidatos puestos a prueba por los dirigentes de la prisión de máxima seguridad de Belle Reeve, sólo unos pocos han sido elegidos para el nuevo escuadrón: Deadshot (asesino asueldo con ojo cibernético, presume de que una vez “rozó” el hombro de Batman con un disparo), Harley Quinn (la ex novia del Joker), Rey Tiburón (el peso pesado, más salvaje e irracional cuanto más tiempo pase fuera del agua), El Diablo (que tras carbonizar a inocentes con sus poderes pirotécnicos, se ha vuelto en un creyente recalcitrante), Araña Negra (justiciero enmascarado de métodos expeditivos, presentado voluntario para pertenecer al equipo, tan sólo quiere estar cerca del resto para poder eliminarlos a su debido tiempo), Yo-Yo (que acabará devorada más tarde por el Rey Tiburón) y otros como el Capitán Boomerang o Savant que vendrán más tarde. Todos tienen unas nano-bombas implantadas bajo la piel,que detonarán en caso de que intenten escapar o desobedezcan. Su primera misión será eliminar a todos los asistentes a un partido de fútbol que se han convertido en zombis robotizados.


SPOILER: tras organizar un motín en la prisión, Harley Quinn huye hasta Gotham para recuperar la cara del Joker, muerto y desollado recientemente por un psicópata. El resto del “Escuadrón” van en su busca y Deadshot la reduce disparándole en los intestinos después de que ella le torture. De regreso a Belle Reeve, Weller descubre que hay un topo de la misteriosa organización Basilisco infiltrado dentro del grupo.


El origen de Harley Quinn: básicamente, es el mismo que pudimos disfrutar hace unos años en el one shot de “Mad Love”: la antigua psiquiatra del Joker acaba enamorándose de él y éste la manipula para convertirla en su compañera, lanzándola a un tanque de productos químicos que alteran su piel. No obstante, lejos de la inocencia macabra del original que vimos en la serie de dibujos de los 90 y que posteriormente se respetó para su paso a las viñetas, la nueva Harley Quinn es una sociópata con trastornos sexuales.


Crítica: su aparición en la segunda temporada de “Arrow” y el desarrollo de una superproducción en cines con actores de primer nivel (ver crítica), me animaron a darle una oportunidad a uno de los títulos “menores” del reinicio de DC, que desaprovecha el buen planteamiento con el que cuenta la colección para hacer de ella un exponente de lo peor que nos dejó la “fiebre Image”: guiones atropellados, violencia extrema injustificada, personajes planos con nulo desarrollo y féminas ligeras tanto de ropa como de “cascos” empleadas como meros “pin up” para mostrar palmito. Glass pretende hacernos creer que en su serie puede pasar cualquier cosa dado el carácter “prescindible” de sus antihéroes, pero esto mismo juega en su contra, pues los roles son tan secundarios para el fandom y tan indefinidos por parte del guionista que lo mismo te da lo que pase con ellos. Además, queda claro que nada puede pasarles a Deadshot o Quinn, que son los pivotes de la serie, cuya relación (profesional y sexual) es lo que puede ayudar a mantener el interés en el título. Si se hubiera molestado en hacer un planteamiento a largo plazo de lo que quería narrar, dosificando la acción y vertebrándola en subtramas con los distintos componentes del grupo, la cosa habría sido mucho más efectiva. En su lugar, parece que Glass tiene algunas ideas del tipo: “Eh, molaría que Rey Tiburón se comiese a uno de su propio equipo. Ah, vale, entonces… tengo que meter a otro personaje que sea carne de cañón… y nunca mejor dicho”; y efectivamente, el nuevo personaje es presentado en una página para ser devorado en la siguiente. ¿A alguien le importa?



Resumiendo: se nota el pasado profesional del guionista, pues estos nuevos “Suicide Squad” son como una serie de CW: muchos abdominales por aquí, muchos romances por allá, acción a cascoporro y guiones poco originales. No creo, no obstante, que la nueva cabecera fuese encomendada con otro fin que no fuese éste (en realidad, creo que DC sólo quería ejercer su derecho a la pataleta porque Marvel le había “plagiado” el concepto con sus nuevos “Thunderbolts”), pero lógicamente, el título se queda a años luz de ser una compra mensual obligada, máxime cuando el baile de guionistas (a pesar de ser todos de un nivel parejo… es decir: malo… dan cierta heterogenidad) impiden que el producto sea siquiera tomado en serio. Gustará, sin embargo, a aquellos que esperen un mero entretenimiento al estilo de una superproducción palomitera, pero me temo que ese tipo de público es más dado a encender la tele que a leer cualquier cosa.

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