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Información básica:
reseña de los números 1 al 8 USA de “Suicide Squad”, publicados entre
septiembre de 2011 y abril de 2012 por DC Comics, obra del guionista Adam Glass
y los dibujantes Andrei Bressan, Clayton Henry, Federico Dallocchio, Ig Guara.
En España, ECC los recopiló en un solo tomo de más de 180 páginas titulado
“Escuadrón Suicida: El origen de Harley Quinn”, al precio de 16.95 euros.
Antecedentes: a
finales de 2011, a DC se le ocurrió la feliz idea de reiniciar todo su universo
desde cero, lanzando nuevas colecciones en un evento que se llamó a conocer
como “The New 52” y aprovechó para darle nuevas oportunidades a grupos como el
“Escuadrón Suicida”, que habían debutado en la colección “The Brave and the Bold”
en el lejano 1959, pero no fue hasta finales de los ochenta donde John
Ostrander les dio su característica actual: un grupo de villanos condenados a
muerte que, a cambio de ver reducida su condena, trabajan para el Gobierno en
misiones de alto riesgo, supervisados por la autoritaria Amanda Waller. La
editorial confió las labores de revitalización a Adam Glass, cuyo mayor crédito
al margen de algún número con “Deadpool” había sido guionizar en televisión la
serie “Sobrenatural”.
Historia: de más
de treinta candidatos puestos a prueba por los dirigentes de la prisión de
máxima seguridad de Belle Reeve, sólo unos pocos han sido elegidos para el
nuevo escuadrón: Deadshot (asesino asueldo con ojo cibernético, presume de que
una vez “rozó” el hombro de Batman con un disparo), Harley Quinn (la ex novia
del Joker), Rey Tiburón (el peso pesado, más salvaje e irracional cuanto más
tiempo pase fuera del agua), El Diablo (que tras carbonizar a inocentes con sus
poderes pirotécnicos, se ha vuelto en un creyente recalcitrante), Araña Negra
(justiciero enmascarado de métodos expeditivos, presentado voluntario para
pertenecer al equipo, tan sólo quiere estar cerca del resto para poder
eliminarlos a su debido tiempo), Yo-Yo (que acabará devorada más tarde por el
Rey Tiburón) y otros como el Capitán Boomerang o Savant que vendrán más tarde.
Todos tienen unas nano-bombas implantadas bajo la piel,que detonarán en caso de
que intenten escapar o desobedezcan. Su primera misión será eliminar a todos
los asistentes a un partido de fútbol que se han convertido en zombis
robotizados.
SPOILER: tras
organizar un motín en la prisión, Harley Quinn huye hasta Gotham para recuperar
la cara del Joker, muerto y desollado recientemente por un psicópata. El resto
del “Escuadrón” van en su busca y Deadshot la reduce disparándole en los
intestinos después de que ella le torture. De regreso a Belle Reeve, Weller
descubre que hay un topo de la misteriosa organización Basilisco infiltrado
dentro del grupo.
El origen de Harley
Quinn: básicamente, es el mismo que pudimos disfrutar hace unos años en el
one shot de “Mad Love”: la antigua psiquiatra del Joker acaba enamorándose de
él y éste la manipula para convertirla en su compañera, lanzándola a un tanque
de productos químicos que alteran su piel. No obstante, lejos de la inocencia
macabra del original que vimos en la serie de dibujos de los 90 y que
posteriormente se respetó para su paso a las viñetas, la nueva Harley Quinn es
una sociópata con trastornos sexuales.
Crítica: su
aparición en la segunda temporada de “Arrow” y el desarrollo de una
superproducción en cines con actores de primer nivel (ver crítica), me animaron a darle una oportunidad a uno de los
títulos “menores” del reinicio de DC, que desaprovecha el buen planteamiento
con el que cuenta la colección para hacer de ella un exponente de lo peor que
nos dejó la “fiebre Image”: guiones atropellados, violencia extrema
injustificada, personajes planos con nulo desarrollo y féminas ligeras tanto de
ropa como de “cascos” empleadas como meros “pin up” para mostrar palmito. Glass
pretende hacernos creer que en su serie puede pasar cualquier cosa dado el
carácter “prescindible” de sus antihéroes, pero esto mismo juega en su contra,
pues los roles son tan secundarios para el fandom y tan indefinidos por parte
del guionista que lo mismo te da lo que pase con ellos. Además, queda claro que
nada puede pasarles a Deadshot o Quinn, que son los pivotes de la serie, cuya
relación (profesional y sexual) es lo que puede ayudar a mantener el interés en
el título. Si se hubiera molestado en hacer un planteamiento a largo plazo de
lo que quería narrar, dosificando la acción y vertebrándola en subtramas con
los distintos componentes del grupo, la cosa habría sido mucho más efectiva. En
su lugar, parece que Glass tiene algunas ideas del tipo: “Eh, molaría que Rey
Tiburón se comiese a uno de su propio equipo. Ah, vale, entonces… tengo que
meter a otro personaje que sea carne de cañón… y nunca mejor dicho”; y
efectivamente, el nuevo personaje es presentado en una página para ser devorado
en la siguiente. ¿A alguien le importa?
Resumiendo: se
nota el pasado profesional del guionista, pues estos nuevos “Suicide Squad” son
como una serie de CW: muchos abdominales por aquí, muchos romances por allá,
acción a cascoporro y guiones poco originales. No creo, no obstante, que la
nueva cabecera fuese encomendada con otro fin que no fuese éste (en realidad,
creo que DC sólo quería ejercer su derecho a la pataleta porque Marvel le había
“plagiado” el concepto con sus nuevos “Thunderbolts”), pero lógicamente, el
título se queda a años luz de ser una compra mensual obligada, máxime cuando el
baile de guionistas (a pesar de ser todos de un nivel parejo… es decir: malo…
dan cierta heterogenidad) impiden que el producto sea siquiera tomado en serio.
Gustará, sin embargo, a aquellos que esperen un mero entretenimiento al estilo
de una superproducción palomitera, pero me temo que ese tipo de público es más
dado a encender la tele que a leer cualquier cosa.
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