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Información
editorial: reseña de “Grayson” números 1 al 4 USA, publicados originalmente
por DC Comics entre octubre de 2014 y enero de 2015 dentro del relanzamiento
“The New 52”, siendo obra de Tim Seeley y Tom King (guión) y Mikel Janin
(dibujo). En España, ECC Ediciones lo recopiló en un tomo de 96 páginas al
precio de 8.95 euros.
Antecedentes:
cuando su identidad secreta es comprometida en el evento “Miedo Encarnado”,
Batman aconseja a Dick Grayson (el primer Robin, fundador de los Jóvenes
Titanes y eventual sustituto del Caballero Oscuro) que abandone su alias de
Nightwing y finja su propia muerte, con la intención de proteger a sus seres
queridos. De paso, la maniobra le servirá también para infiltrarse dentro de la
misteriosa organización conocida como “Spiral”, a la que Batman quiere
investigar.
Historia: sin
ningún tipo de máscara ni uniforme, Grayson se infiltra pues en la organización
Spiral como el agente 37, asignado con frecuencia en sus misiones a Helena Bertinelli,
la matrona del colegio privado para chicas de San Adrián que sirve como
tapadera a la organización, y con quien Dick mantiene una relación de tensión
sexual permanente sin llegar a más. Equipado con un “implante Hipnos” que
consigue hacer que la gente le obedezca, las misiones de Grayson son recuperar
unos implantes tecnológicos alienígeneas conocidos como Paragón, que el líder
de Spiral, Minos, pretende utilizar con fines pocos claros pero que apuntan
directamente a averiguar las identidades secretas de los superhéroes.
SPOILER: cuando
en su primera misión se cruce en su camino Midnigher para intentar frustrar sus
planes, el miembro de Stormwatch se convertirá en presencia constante dentor de
las misiones, intentando averiguar más cosas sobre el espía que le derrotó y la
organización para la que trabaja. Además, Minos empieza a sospechar que tienen
un “topo” dentro de Spiral, así que ordena a Helena que investigue a Grayson y
ésta descubre que anteriormente fue Nightwing y que fingió su propia muerte.
Crítica:
convertir al primer Robin en la versión DC de 007 no era, que se diga, una de
esas premisas argumentales que me atrajesen en un primer momento, tachándola
injustamente en un principio como un mero truco editorial a la altura de la
Marvel que definió a su nueva encarnación de Thunderbolts como una especie de
“Fight Club” (sigh). Una vez leída, sin embargo, al menos sus primeros
episodios, “Grayson” es de esas series sorpresas que te atrapan por su humor,
su utilización de los clichés del género de espías pero aplicados siempre en un
contexto superheróico, su uso de la acción trepidante sin tomarse nunca en
serio a sí misma y su respeto hacia el personaje protagonista, un Grayson que
sorprendentemente actúa de manera consecuente con su bagaje anterior, lo que
demuestra que su nuevo “status quo” es un paso adelante en su periplo vital y
no un simple giro de tuerca en la cabeza de algún avispado editor. Y es que,
admitámoslo: todo el mundo quiere a Dick Grayson. De la terna de sucesores
dignos para el manto del Cruzado Enmascarado (algo que nunca ocurrirá claro, a
pesar de las contínuas “muertes” que está sufriendo últimamente Bruce Wayne),
Grayson es el favorito de la mayoría, mucho más que ese Tim Drake que no ha
dado el paso de madurez necesario y ese Damien que es casi tan frío e
insoportable como el propio Bruce (no en vano, para eso son hijo y padre,
respectivamente). El tono que Seeley y King imprimen a su nueva cabecera es el
adecuado, con aventuras autoconclusivas que convierten “in fact” a nuestro
chico en una suerte de James Bond que viaja por el mundo y se acuesta con
agentes dobles, pero consiguiendo que la plasmación del concepto en viñetas no
resulte como algo manido. Además, la presencia y relación que se establece
entre Grayson, Helena (¿os suena su nombre? ¿No? Pues es Huntress(la Cazadora,
amigos) y Midnigher (que nació en Image Comics como una parodia del propio
Batman) son valores añadidos que acentúan las buenas impresiones en una lectura
altamente recomendable.
Resumiendo: en
realidad, más que a las películas del espía creado por Ian Fleming, “Grayson”
se revela como un intento de DC Comics de emular a la competencia con sus
“Marvel´s Agentes of SHIELD”, con la clara intención de que alguien les compre
la idea para la pequeña pantalla y podamos ver al bueno de Dick protagonizando
su propia producción con mezclas de varios géneros en un producto altamente
“kitsch”. Tal cosa, de momento, no se ha dado, pero el tener que “conformarnos”
con disfrutarlo en papel no se antoja como un mal menor, ni mucho menos. Sobre
todo cuando a los lápices tenemos a un español llamado Mikel Janin que hace uno
de los trabajos más impresionantes que hemos visto en los últimos tiempos, con
un trazo realista parecido a Travis Charest (pero cumpliendo con los plazos de
entrega, claro), una narrativa espectacular y una planificación de página
simplemente maestra. Si alguien puede decir que “Grayson” es un título de
segunda fila dentro del amplio “checklist” de DC Comics, el arte de Janin la
sitúan en primera línea de fuego con todos los honores.
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