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jueves, 10 de agosto de 2017

Crítica de "Guardianes de la Galaxia vol. 2" (2017)


Año: 2017. Escrita y dirigida por: James Gunn (“Slither”). Intérpretes: Chris Pratt (“Jurassic World”… ver crítica), Zoe Saldana (“Avatar”), Dave Bautista (“Spectre”), Vin Diesel (“xXx: Reactivated”… ver crítica), Bradley Cooper (“El francotirador”), Michael Rooker (“Henry, retrato de un asesino”), Kurt Russell (“1997, Rescate en Nueva York”), Karen Gillian (“El círculo”… ver crítica), Elizabeth Debicki (“Operación U.N.C.L.E”), Sylvester Stallone (“Los mercenarios”), Nathan Fillion (el “Castle” de la serie homónima de NBC). Presupuesto: 200 millones de dólares. Recaudación: 861 millones.


Cameos: entre los muchos guiños que salpican el metraje, podemos ver la consabida aparición de Stan Lee, padre fundador de Marvel (contándole sus “batallitas” nada más y nada menos que a Uatu, el Vigilante), y a Howard el Pato, tal y como ya ocurriese en la primera entrega. Recordemos que tras aquel simpático homenaje en la cinta precedente, George Lucas volvió a insinuar que cabía la posibilidad de una nueva adaptación para el personaje, tras la lamentable versión que él mismo produjo en 1986.


Sinopsis: los “Guardianes” (esto es: Peter Quill, Gamora, Drax, Mapache Cohete y el Bebé Groot), se han convertido en lo más molón y solicitado de la galaxia. Sin embargo, no tardarán en meterse en problemas cuando, tras realizar una misión a cambio de Nébula, (la hermana de Gamora), acaban cabreando a la misma gente que les había contratado. De este incidente conseguirán escapar gracias a la misteriosa aparición de un desconocido que dice ser el padre de Starlord. De esta manera, por fin Peter descubrirá de dónde proviene y que… ¿es el hijo de un Dios?


Crítica: “Hay dos tipos de personas: los que bailan y los que no”. Ni es tan redonda, ni fresca, ni original que la primera entrega, pero “Guardianes de la Galaxia vol. 2” sigue siendo diversión de primer nivel. La comparación más acertada que se me ocurre es la de una segunda vuelta en una montaña rusa que te hizo vibrar en su día y que, en una segunda travesía lo sigue haciendo… pero menos. En muchos sentidos, esta secuela parece a ratos jugar con el esquema de “El Imperio contraataca”, pero desgraciadamente la fórmula no le sienta tan bien como a la mítica “Star Wars”. En su día, dotar de una profundidad épica a lo que en su primera entrega no dejaba de ser un pastiche de serie B con ínfulas, puede que cambiase el mundo del entretenimiento tal y como hoy en día lo conocemos, pero ese arquetipo está tan manido a día de hoy que parece un tanto “corta-rollos”. Es como emborracharte… pero delante de tus padres. Y aún con todo, se entiende. Vaya que sí. La primera entrega de los “Guardianes” era una superproducción que apuntaba a “sleeper” desde su mera concepción, completamente libre de seguir un cánon encorsetado, dado que los personajes ni siquiera contaban con cabecera regular propia en el momento de anunciarse la producción de la cinta. Y no es que la fidelidad suela ser un factor muy a tener en cuenta en esto de las adaptaciones de cómic (después de todo, las películas se hacen para gustar a millones de espectadores… y no sólo a los pocos miles que aún seguimos leyendo tebeos), pero cuando vas a ver una de Spidey, Batman o el tipo de la “S” en el pecho, todos sabemos exactamente a qué atenernos. Por todo ello, la primera “Guardianes de la Galaxia” nos pilló a todos de sorpresa y nos robó el corazón apuntalando su éxito en unos personajes creados digitalmente que se sentían más humanos que los de carne y hueso. Afortunadamente, siguen estando en la pantalla grande, pero… En sólo tres años, y gracias al éxito de la primera cinta, se puede decir que Peter Quill y compañía son a día de hoy un pilar fundamental de la Marvel, y lógicamente no va a permitir que se siga jugando con algo que a día de hoy vale muchos millones. Sí, es algo contradictorio, habida cuenta que fue dicha libertad lo que hizo de ella algo valiosa, pero bueno… ya sabéis cómo son estas cosas, ¿no? A pesar de lo mencionado, debo insistir en que la película que nos ocupa es una de esas gozadas para los sentidos que bien valen el precio de su entrada. Volviendo al concepto de “space opera” que George Lucas acuñó hace más de tres décadas y que tan bien explotó la primera encarnación televisiva de “Star Trek”, nunca habíamos visto nada tan colorido y lisérgico como lo que salpica el metraje de esta segunda entrega, con algunos momentos (como el prólogo inicial del baile de Groot) que son tan brillantes como los que atesoraba su antecesora. Es sólo que, tal y como dice Drax, hay dos tipos de personas: los que bailan y los que no lo hacen. Así conoció él a su difunta señora. De igual modo, a mí me gusta utilizar el baile para ligar. Pero a mi manera. Odio a esa gente que baila sabiéndose todos los pasos y te va corrigiendo como si sólo hubiese una forma de hacerlo. ¡Amo el “Freestyle”! Y “Guarianes de la Galaxia vol. 2” se antoja más como una coreografía ensayada que como un baile enteramente libre. Aunque eso sí… te hace mover los pies de igual modo.


Curiosidades: Adam Warlock, personaje creado por Stan Lee y Jack Kirby para las páginas de “Fantastic Four”, número 66 (1967) y que posteriorimente redifinió Jim Starlin para su época de mayor esplendor, se insinúa en la escena más interesante de las cinco que interrumpen los créditos finales. En realidad, el peso del personaje en la secuela iba a ser mucho mayor, pero Gunn prefirió reservarlo ante la incapacidad de darle el protagonismo que requería en esta entrega. En las otras escenas de créditos, aparece el equipo de “Saqueadores Estelares” de Stallone (¿spin-off a la vista?), y el final de la conversación entre Stan Lee y los Vigilantes, que terminan dejándole sólo sin saber cómo regresar a casa. También podemos ver los problemas de Quill para lidiar con un Groot adolescente, que supuestamente será la versión del personaje que podremos ver en “Infinity War”.


Franquicia: lógicamente, estamos ante la secuela de la cinta de 2014 (ver crítica), basada a su vez en los personajes propiedad de Marvel Comics, cuya primera aparición tuvo lugar en las páginas de “Marvel Super Héroes”, número 18 (1969), obra de Stan Lee, Roy Thomas y Arnold Drake, si bien es cierto que aquella primera encarnación poco tiene que ver con la que conocemos hoy en día. Recordemos que los personajes vistos en estas dos primeras películas también participarán en la próxima “Los Vengadores: Infinity War”, que nos llegará el próximo año 2018. Por supuesto, también se ha hablado de una tercera entrega de la serie, con Gunn repitiendo nuevamente como director, si bien todavía no s ele ha puesto una fecha concreta de estreno.


Memorable: la utilización de todos sus caracteres. Mientras en otras sagas la acumulación de personajes llega a ser confusa e innecesaria, aquí todos tienen su momento de lucimiento. Dejando a un lado a Rocket y Groot, que siguen siendo los “roba-escenas” profesionales, merece una mención especial Yondu, quién no sólo tiene la mejor escena de acción de la película, sino también la secuencia más emotiva. Se nota que Rooker (el actor que lo interpreta) es amigo personal del director, ya que le tuvo bajo sus órdenes en “Slither”, película casi desconocida que ambos realizaron antes de saltar a la fama gracias a la anterior entrega de los “Guardianes”.


Mejorable: tan injusto como obvio, y además… ¡algo teníamos que decir! Frente a la sorpresa que supuso el estreno de la cinta anterior, incluso para quienes somos lectores habituales de cómic (por tanto en cuanto se ponía en primera plana a unos personajes que nunca hbían gozado de un status tan alto en las viñetas), esta secuela reduce bastante ese factor, e incluso el uso de la banda sonora y las referencias a la cultura popular “suenan” un poquito deslucidas.



Parafraseando: a pesar de su bordería y sus constantes broncas con Starlord, , al final ese pequeño mapache te hará llorar, el muy bastardo. Si es que en el fondo es como un osito de peluche con malas pulgas: “Él no les ahuyentó. A pesar de que les gritara constantemente. Y de lo malo que era. Y de que robase baterías que no necesitaba” “Claro que no”.

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