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jueves, 24 de agosto de 2017

Crítica de "HARRY POTTER Y EL PRISIONERO DE AZKABAN"


Año: 2004. Dirigida por: Alfonso Cuarón (“Gravity”). Basada en: la novela homónima de J.K. Rowling publicada en 1999. Intérpretes: Daniel Radcliffe (“La mujer de negro”), Rupert Grint (la serie de “Snatch”), Emma Watson (“El círculo”… vercrítica), Gary Oldman (“Drácula, de Bram Stoker”), Michael Gambon (“Sleepy Hollow”), John Cleese (“La vida de Brian”), Robbie Coltrane (“Goldeneye”), Warwick Davis (“Willow”), David Thewlis (recientemente, en la tercera temporada de “Fargo”), Alan Rickman (“Die Hard: Jungla de cristal”), Maggie Smith (“El exótico Hotel Marigold”), Emma Thompson (“Sentido y sensibilidad”). Presupuesto: 130 millones de dólares. Recaudación: 796 millones. Premios: fue nominada a los premios Oscar de Mejor B.S.O y Mejores Efectos Visuales.


La franquicia cambia: sucesora de “Harry Potter y la cámara secreta” (ver crítica), la que nos ocupa fue la primera ocasión en que Michael Gambon interpretó al director Dumbledore (tras el triste fallecimiento del anterior Richard Harris), y la última en que John Williams se ocupa de la banda sonora (si bien el tema central siguió utilizándose en las siguientes entregas). También fue la primera ocasión en que se relevaba al director, ya que Chris Columbus lamentaba no haber podido estar con sus hijos en los dos años que le llevó la confección de las primeras entregas, si bien siguió actuando como productor. Antes de Cuarón, rechazaron la oferta de coger la batuta: Guillermo del Toro (a quien la historia le parecía demasiado “luminosa” para su gusto), Marc Forster (que no quería volver a dirigir a niños tras “Descubriendo Nunca Jamás”) y M. Night Shyamalan (quien prefirió ocuparse de “El bosque”). Anteriormente, Steven Spielberg había declarado que, de dirigir una entrega de la serie, le hubiera gustado “El prisionero de Azkabán”, si bien ninguna de las partes llegaron nunca a plantearse en serio la colaboración.


Sinopsis: a punto de empezar un nuevo curso escolar, Harry Potter es advertido de que el peligroso Sirius Black ha escapado de la prisión de Azkabán, y planea terminar lo que empezó con el chico pues, según descubriremos más tarde, fue quien propició la muerte de los padres de Harry a manos de lord Voldemort. La amenaza del prófugo lleva a Hogwarts a estar custodiada por los Dementores, unos seres oscuros e incorpóreos que se convierten en la pesadilla del joven mago. Todo ello, mientras se establece una relación paterno-filiar con Remus Lupin, el nuevo profesor de “Defensa contra las Artes Oscuras”. ¿Demasiadas cosas para Harry y sus amigos?


Crítica: para muchos, la que nos ocupa es su película favorita sobre el niño mago. Yo, personalmente, tendría mis dudas con “El príncipe mestizo”… pero por ahí anda. Y es que, sin duda alguna, “El prisionero de Azkabán” abraza sin reservas la madurez y la oscuridad de sus personajes, sin dejar a un lado su espíritu aventurero. Puede que sea la cinta donde mejor equilibradas están todas las vertientes. Y puede, también, que sea por el hecho de que todo el “rollo Voldemort” está únicamente en el contexto, y no es el eje principal de la némesis de turno. Además, se ve más claramente el incipiente romance entre Ron y Hermione (si bien, yo que soy muy tonto, siempre pensé que Harry se la acabaría birlando a su amigo), y en general, el tiempo que se dedica a profundizar en los caracteres de los protagonistas es mayor, con lo que todos salimos ganando. Cuarón, que antes de asumir las tareas de dirección nunca había leído un libro de la serie ni se había visto ninguna de las películas, se mimetiza con la historia y su entorno, hasta el punto de que toda la ambientación y la dirección de fotografía reproducen fielmente el aspecto plomizo y lluvioso de las islas donde, teóricamente, está ambientado Hogwarts. Prácticamente, no asistimos a ningún día soleado en toda la aventura, lo que ayuda a acentuar los cambios por los que transitan sus protagonistas. Por cierto, que se ven mucho más creciditos que con respecto a la anterior entrega, y eso que sólo habían transcurrido 18 meses entre una y otra. Pero a esas edades… ya se sabe. Watson empezaba a estar como un quesito. También, sabiamente, el realizador mexicano se encarga de separar las “luces” y las “sombras de” la franquicia, comenzando por esa bonita secuencia inicial donde Harry intenta “crear” luz bajo las sábanas de la casa de sus tíos, y terminando con el potente conjuro a la luz de la luna que espanta a los Dementores y salva tanto su vida como la de su profesor y amigo Lupin. Lo único que lamento es que siempre pensé que, de algún modo, Draco Malfoy se terminaría convirtiendo en un rival digno para Harry, y en esta entrega ya queda bastante claro que sólo es un pusilánime “segundón”, con más torpeza que auténtica maldad. El pobre Draco se pasa todo el metraje recibiendo palos de unos y de otros. Bueno… ¡y los que le quedan! Resumiendo: que si tuviera que recomendar una película sobre “Harry Potter”, sin duda esta estaría entre mis primeras opciones, si bien es cierto (y esto es realmente lo único negativo a reseñar) es imposible que sea disfrutada en su totalidad sin haber visto las dos anteriores, por tanto en cuanto ninguna de las películas funcionan realmente como una unidad independiente, sino que forman parte de una gran historia mucho más amplia.


Curiosidades: cuando Cuarón se hizo cargo de la dirección de la cinta, pidió a los tres niños protagonistas que escribieran una redacción en primera persona, contando la vida de sus respectivos personajes desde que nacieron hasta el momento en que descubrieron el mundo mágico. Cuando llegó la hora de presentar el trabajo, Rupert Grint fue el único que no había hecho sus deberes. Al ser preguntado al respecto, Grint se encogió de hombros y dijo: “Soy Ron. Él nunca hace los ejercicios de clase”. Cuarón no tuvo más remedio que admitir que el chico sabía cómo era su alter ego en la pantalla.


Memorable: si en la anterior reseña señalábamos que el uso de la pantalla verde en los efectos digitales “cantaban” un poco vistos hoy día, en esta ocasión hemos de quitarnos el sombrero en este sentido, pues no sólo dichas secuencias, sino también los personajes creados por CGI, como el hombre-lobo, el hipogrifo o los Dementores lucen de maravilla y se integran en el celuloide de manera “real”.


Mejorable: aunque esto último no tiene nada que ver con su calidad artística y no obedece a un motivo concreto, pese a ser la segunda cinta más taquillera de su año de estreno (por detrás de “Shrek 2”), “El prisionero de Azkaban” es la entrega menos comercial de la saga. Y con esto, no sólo nos referimos a las ocho cintas originales de “Harry Potter”, sino también a la primera precuela de “Animales Fantásticos y dónde encontrarlos”.



Parafraseando: en su día, me llamó mucho la atención ese último plano “congelado” de Potter volando sobre su nueva escoba, que precedía a la que (creo) es la mejor edición de títulos de crédito de la franquicia, con los rótulos sobreimpresos en el divertido “mapa del merodeador”, otro de los grandes hallazgos de la cinta. ¿Entre ambos? Una de las frases míticas de la saga: “Juro solemnemente que esto es una travesura”.

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