Año: 2002. Dirigida
por: Chris Columbus (“Solo en casa”). Basada en: la novela homónima de J.K.
Rowling publicada en 1998. Intérpretes: Daniel Radcliffe (“La mujer de negro”),
Rupert Grint (la serie de “Snatch”), Emma Watson (“La bella y la bestia”… vercrítica),
Kenneth Branagh (actualmente en la cartelera con “Dunkerque”)John Cleese (“La
vida de Brian”), Robbie Coltrane (“Goldeneye”), Warwick Davis (“Willow”),
Richard Harris (“Gladiator”), Ian Hart (“Descubriendo Nunca Jamás”), John Hurt
(“Hellboy”… ver crítica), Alan Rickman (“Die Hard: Jungla de cristal”), Jason
Isaacs (“El patriota”), Maggie Smith (“El exótico Hotel Marigold”).
Presupuesto: 100 millones de dólares. Recaudación: 879 millones.
Franquicia:
secuela de “Harry Potter y la piedra filosofal” (ver crítica), la serie se
completa con otras seis entregas, cada una adaptando un libro homónimo, a
excepción del último, que se dividió en dos partes, la última de las cuales se
estrenó en 2011. No obstante, y ante el aviso por parte de Warner Bros de
continuar adelante con la franquicia de algún modo, la propia autora de las
novelas, J.K. Rowling, presentó un proyecto para el desarrollo de una nueva
pentalogía ambientada en el mismo universo, la primera de las cuales, “Animales
Fantásticos y dónde encontrarlos” (ver crítica), se estrenó en 2016, y se
espera que el resto tengan cadencia bianual. Aunque Rowling en principio no
tenía intención de recuperar a los personajes de la saga original, en la
primera secuela, a estrenar en 2018, ya se ha confirmado la incorporación de
Jude Law como un joven Albus Dumbledore.
Sinopsis: a pesar
de poder fácticos que parecen estar conspirando para impedir su regreso, Harry,
Ron y Hermione regresan por segundo año a Hogwarts para descubrir la existencia
de “la cámara secreta”, un lugar desconocido dentro del colegio que espera la
llegada del supuesto heredero de la “casa Slytherin”. Pese a que todas las
evidencias apuntan a Drago Malfoy, lo cierto es que hay varios candidatos que
podrían ser el mencionado “heredero”; y pronto, el ataque a varios alumnos que
quedan petrificados, no hacen sino confirmar la terrible sospecha de que la
cámara ha sido de nuevo abierta para vengarse de los “sangre sucia” (esto es,
aquellos magos cuyo linaje no se considera “puro” por tener a uno o dos de sus
padres como simples humanos).
Crítica: ¡Harry
Potter es el puto amo! Hace unos días, al reseñar la primera entrega
cinematográfica del niño mago, dejé entrever que su llegada a cines ocurrió
cuando yo era ya muy mayor como para caerme en gracia. Efectivamente, yo por
aquel entonces tenía mis buenos veinte años, así que estaba más pendiente de perseguir
al género femenino que de disfrutar las desventuras de un “gafotas” agitando
una rama de árbol y pronunciando galimatías. Sin embargo… ¡aquí está la
verdadera magia del cine, amigos!... volver a repasar cada película en estas
noches de verano me está sirviendo como cura nostálgica, por tanto en cuanto me
están sirviendo para recordar aquellos años en los que era más joven y apenas
sabía mentir. Apenas. Dejando esto al margen, que es una circunstancia
meramente personal, “La cámara secreta” es aún mejor que su precedente, y sólo
han envejecido mal sus efectos digitales con pantalla verde, que a día de hoy “cantan”
bastante. Pero con todo y con eso, escenas tan escalofriantes como la de la
persecución de las arañas por el bosque o la lucha final contra el basilisco
denotan que ni Rowling ni sus responsables tomaban a su target potencial como “infantiloides”.
Por supuesto, y debido a este tono más oscuro, recibió innumerables críticas,
pero uno se cansa de que a los niños los tomen por gilipollas, como si tuvieran
los ojos vendados y las orejas tapadas frente a la realidad que les rodea, que
nunca va a ser de color de rosa por mucho que se la quieras pintar. Mención especial
merece el antagonista del film, con esa obsesión por la “pureza” de la sangre y
el linaje, que le tornan en un trasunto del Adolf Hitler nazi. De lejos,
descubrir todo el misterio que le rodea a él y al pasado de Hogwarts son lo más
interesante del metraje, pues realmente es una gran historia que merece la pena
contarse, más allá de ser el “macguffin” de turno para que los protagonistas
tengan algo que hacer durante la película.
Todo ello no quiere decir que la secuela de “Harry Potter” deje de ser
una cinta de corte infantil (que lo es), pero sí que equilibra con bastante
solvencia todas sus vertientes, dobles lenguajes e intrahistoria, para
convertirse realmente en una obra que tiene algo que decir por sí misma, y no
termine siendo una mera continuación o “siguiente capítulo” en una saga de
éxito, como por desgracia ocurre en otras muchas franquicias, cuya distinción
entre sus entregas en prácticamente imposible. Supongo que lo mejor que puede
decir es que me quedo con ganas de seguir viéndome una serie cinematográfica…
¡que ya vi en su día en cine! Y eso lo dice todo.
Curiosidades: fue
la segunda película más taquillera de su año, por detrás de “El Señor de los
Anillos: Las dos torres”. Pese a repetir como director, Columbus siempre ha
sostenido que no tenía ningún interés en dirigir la segunda entrega. Fue la
última ocasión en que Richard Harris encarnó al director de Hogwarts, Albus
Dumbledore, ya que falleció ese mismo año. Tanto es así, que la película se
estrenó de manera póstuma. No fue el último trabajo en ver la luz tras su
muerte, ya que participó también en una mini-serie para televisión de “Julio
César” que se estrenó en 2003. A partir de la que nos ocupa, Michael Gambon
ocupó su puesto en la saga cinematográfica.
Memorable: un ave
Fénix, duendecillos de Cornualles, mandrágoras, pócimas de transformación, un
gigantesco basilisco… pero de entre todas las nuevas y fantásticas aportaciones
de la secuela, mi preferido es “Dobby”, el elfo doméstico que no para de
auto-castigarse por hablar más de la cuenta. Un personaje simple pero de
poderosa caracterización con apenas un par de pinceladas, “marca de la casa
Rowling”.
Mejorable: de
repente, en un fotograma del metraje, aparece una chica de raza negra haciendo
de locutora del partido de “quidditch”. En ese momento, y por el contraste, me
doy cuenta del siguiente aspecto llamativo… ¿acaso no hay negros en todo el
universo de Harry Potter? Lo cierto es que pocos son los personajes “no
caucásicos” de la franquicia. Esto tendría cierta lógica si las historias
transcurriesen en España (y ni aún así, a día de hoy), pero en un sitio con
tanta diversidad como Reino Unido… huele a cuerno quemado. Y no es que sea una
novedad, precisamente. Lo mismo se dijo en su día con las adaptaciones de
Tolkien, y otro tanto recientemente con la exitosa “Juego de Tronos”. ¿Racismo
o casualidad?
Parafraseando: pese
a que me parece un intercambio de impresiones demasiado rimbombantes y que está
incluso un poco fuera de lugar, por tanto en cuanto hacen de Potter una suerte
de “héroe” con frases lapidarias impropias de su edad, Jason Isaacs, que
interpreta a Lucius Malfoy, se quedó muy sorprendido con la madurez de Daniel
Radcliffe, cuando improvisó la siguiente línea de diálogo y el chico le replicó
otra al momento: “Bueno, esperemos que el señor Potter esté aquí también… para salvar el
mundo”. “Tranquilo… lo estaré”.
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