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martes, 29 de agosto de 2017

Crítica de "TITANES: El regreso de Wally West"


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Información editorial: reseña de “Titans: Rebirth”, número 1, y de los números 1 al 6 USA, del volumen 3 de la cabecera “Titans”, publicados por DC Comics entre agosto de 2016 y febrero de 2017, obra de Dan Abnett (guión) y Brett Booth (dibujo), recopilada en España por ECC en un único volumen  titulado: “Titanes, Número 01: Renacimiento”, en mayo de 2017, y al precio de 14,95 euros.


Antecedentes: con “The New 52”, los fans perdimos a Wally West, el anterior portador del manto del velocista escarlata tras la muerte de Barry Allen en las lejanas “Crisis en Tierras Infinitas”. O, bueno, mejor dicho… no lo perdimos, sino que nos lo “cambiaron” por otro chico, afroamericano para más señas, que se llamaba como él pero que distaba mucho de ser el personaje que quisimos durante décadas. Ahora, “Rebirth” nos lo ha traído de vuelta, aunque todavía no sabemos por qué todo el mundo le ha olvidado en los últimos diez años. Según parece, Wally ha estado perdido en la “Speed Force” (curiosamente, lo mismo que le pasó a Barry) y consigo trae un secreto que quería gritar a voces: “The Flash” no fue el responsable de reescribir la historia en “Flashpoint”. El auténtico culpable fue… ¿el Doctor Manhattan de “Watchmen”?


Historia: sí, Wally ha regresado a la realidad del nuevo Universo DC, pero eso no quiere decir ni mucho menos que sus problemas hayan terminado. Para su amada Linda Park, por ejemplo, es un completo desconocido. Sin embargo, alguno de sus antiguos compañeros sí pueden recordarle, y es así como se une a una nueva encarnación de los “Titanes” formada por: Nightwing (el segundo altero ego de Dick Grayson, el primer Robin), la amazona Donna Troy, el atlante Tempest, la “psíquica” Lilith Clay, más conocida como “OMEN”, y Arsenal (el arquero aliado de Green Arrow). Los seis deberán luchar contra Abra Kadabra, un tecno-mago del futuro que dice ser el responsable de haber provocado la “amnesia” del resto del mundo acerca de Wally.


SPOILER: sin embargo, el susodicho Abra Kadabra se muestra también desconcertado ante esta nueva realidad, y conjura una versión de los antiguos “Teen Titans” (los que él recordaba), para luchar contra sus contrapartidas de “Rebirth”. Además, secuestra a Linda para obligar a Wally a esforzarse al máximo, ya que según el mago, Linda era el “pararrayos” que sujeta al velocista al mundo real e impide que la fuerza de la velocidad de la que toma sus poderes le atrape para siempre. Efectivamente, el esfuerzo del héroe por salvar a su amada y a todos sus compañeros hacen que se esfume en medio de la batalla, pero Wally acaba regresando para detener a Kadabra y devolverlo a la línea temporal de la que procede cuando se da cuenta de que su conexión con Linda no se ha perdido; simplemente, necesita reconstruirla desde el principio. Todos se felicitan por cómo ha terminado la aventura, pero desde las sombras, alguien les observa. Se trata de Slade Wilson, alias “Deathstroke”, el más letal de sus enemigos.


Crítica: lo que siempre ha tenido Dan Abnett, guionista de este título en ciernes, es que era un escritor de superhéroes en su versión más “pura”. Junto a Andy Lanning, ayudó a cimentar el ahora tan en boga (al menos, cinematográficamente hablando), lado cósmico de Marvel, durante unos años en donde lo que se llevaba era experimentar mucho y hacer cosas originales, “raras” y, en muchas ocasiones, “incomprensibles” para el lector. Ese espíritu de historias clásicas y sin estridencias es lo que nos sigue ofreciendo en su cabecera de los “Titanes”, donde lo más relevante de la historia que nos ocupa hoy es… el regreso de Wally West. Una “resurrección” que los fans esperábamos desde hacía cinco años y que se resuelve con sencillez y sin mayores dolores de cabeza. Eso sí, todo ese rollo de que Linda es una especie de “ancla” para nuestro héroe es una idea ya explotada en muchas ocasiones. Por ejemplo, en la ficción televisiva de “Lost/Perdidos”, y en otro gran “Renacimiento” de hace unos años, el del original “Capitán América”, Steve Rogers, y su relación con su amada Sharon Carter. Por otro lado, pese a que se entiende que el velocista sea el eje del primer arco, esperemos también que en el futuro, dando ya por hecho su regreso, se permita más cancha para explorar al resto de componentes de la formación, cuyo papel en esta media docena de números es hacer de “palmeros” y poco más. y sigue sin resolverse la cuestión del por qué y cómo pasó tanto tiempo nuestro Wally perdido en la “Speed Force”, sin que nadie se acordase ni para decirle “Buenos días”. No es que importe, a estas alturas, toda vez que ya le tenemos de vuelta entre nosotros, pero la presentación de Abra Kadabra prometía explicarlo, y la lectura finaliza sin que conozcamos más detalles al respecto. Aunque, bien pensado… ¿esto de dejar constantes hilos argumentales por resolver… no es un rasgo distintivo más de la “old school” de las viñetas? Pues va a ser que sí. Con semejante tono en el cómic, no podía tener mejor ilustrador que Brett Booth. Sí, ya sé que muchos le critican por lo que a mí, personalmente, me chifla. Y es que cada entrega de Booth retrotrae automáticamente a la “gloriosa” (lo he puesto entre comillas, por si acaso) década de los noventa, cuando nos pensábamos que “Image” era lo más “cool” que podía verse en el mundo de los tebeos, y que Marvel y DC, por ende, eran unos dinosaurios abogados a la extinción inminente. Hay que ver… ¡qué inocentes éramos! Booth es uno de los mayores exponentes que dieron aquellos años (aún guardo con grato recuerdo sus ejemplares de “Backlash”); esos pioneros del “postureo”, con sus cuerpos fibradísimos, sus dientes apretados, sus rayitas por doquier… Puede parecer que toda esta disertación la estoy haciendo en tono irónico, pero os aseguro que es completamente sincera. Puede que su narrativa siga siendo más “intuitiva” que “coherente” (si bien, se muestra bastante más comedido de lo que le recordaba), pero nadie podrá negarme que para un cómic de estas características sería imposibles encontrar lápices que luciesen mejor. Booth es acción en estado puro. No me extrañaría que Abnett hubiese “estirado” el arco (que, por otro lado, podría haberse narrado en un solo número de 24 páginas, pero vamos… esto ya es “lo de siempre”, así que no incidiremos en ello) sólo por darle espacio a su dibujante para mostrarnos mejor la acción. En especial, el derroche de “poderío” que Wally se marca para rescatar a todos sus compañeros en apenas unos segundos, teniendo que recorrer miles de kilómetros en un parpadeo… es sencillamente colosal. En resumen, “Titans” es el tipo de cabecera que gustará especialmente a quienes peinemos canas (menos mal que han quitado lo de “Teen” (adolescentes) del encabezado) o para quienes simplemente quieran pasar un rato entretenido, con un potencial por explotar que podría dar lugar a uno de esos títulos “de culto” para muchos. Nosotros, desde Orgullo Fan y por si acaso… ¡seguiremos informando! 


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