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Información editorial:
reseña de “Titans: Rebirth”, número 1, y de los números 1 al 6 USA, del volumen
3 de la cabecera “Titans”, publicados por DC Comics entre agosto de 2016 y
febrero de 2017, obra de Dan Abnett (guión) y Brett Booth (dibujo), recopilada
en España por ECC en un único volumen titulado: “Titanes, Número 01: Renacimiento”,
en mayo de 2017, y al precio de 14,95 euros.
Antecedentes: con
“The New 52”, los fans perdimos a Wally West, el anterior portador del manto
del velocista escarlata tras la muerte de Barry Allen en las lejanas “Crisis en
Tierras Infinitas”. O, bueno, mejor dicho… no lo perdimos, sino que nos lo “cambiaron”
por otro chico, afroamericano para más señas, que se llamaba como él pero que
distaba mucho de ser el personaje que quisimos durante décadas. Ahora, “Rebirth”
nos lo ha traído de vuelta, aunque todavía no sabemos por qué todo el mundo le
ha olvidado en los últimos diez años. Según parece, Wally ha estado perdido en
la “Speed Force” (curiosamente, lo mismo que le pasó a Barry) y consigo trae un
secreto que quería gritar a voces: “The Flash” no fue el responsable de
reescribir la historia en “Flashpoint”. El auténtico culpable fue… ¿el Doctor
Manhattan de “Watchmen”?
Historia: sí,
Wally ha regresado a la realidad del nuevo Universo DC, pero eso no quiere
decir ni mucho menos que sus problemas hayan terminado. Para su amada Linda
Park, por ejemplo, es un completo desconocido. Sin embargo, alguno de sus
antiguos compañeros sí pueden recordarle, y es así como se une a una nueva
encarnación de los “Titanes” formada por: Nightwing (el segundo altero ego de
Dick Grayson, el primer Robin), la amazona Donna Troy, el atlante Tempest, la “psíquica”
Lilith Clay, más conocida como “OMEN”, y Arsenal (el arquero aliado de Green
Arrow). Los seis deberán luchar contra Abra Kadabra, un tecno-mago del futuro
que dice ser el responsable de haber provocado la “amnesia” del resto del mundo
acerca de Wally.
SPOILER: sin
embargo, el susodicho Abra Kadabra se muestra también desconcertado ante esta
nueva realidad, y conjura una versión de los antiguos “Teen Titans” (los que él
recordaba), para luchar contra sus contrapartidas de “Rebirth”. Además,
secuestra a Linda para obligar a Wally a esforzarse al máximo, ya que según el
mago, Linda era el “pararrayos” que sujeta al velocista al mundo real e impide
que la fuerza de la velocidad de la que toma sus poderes le atrape para
siempre. Efectivamente, el esfuerzo del héroe por salvar a su amada y a todos
sus compañeros hacen que se esfume en medio de la batalla, pero Wally acaba
regresando para detener a Kadabra y devolverlo a la línea temporal de la que
procede cuando se da cuenta de que su conexión con Linda no se ha perdido;
simplemente, necesita reconstruirla desde el principio. Todos se felicitan por
cómo ha terminado la aventura, pero desde las sombras, alguien les observa. Se trata
de Slade Wilson, alias “Deathstroke”, el más letal de sus enemigos.
Crítica: lo que
siempre ha tenido Dan Abnett, guionista de este título en ciernes, es que era
un escritor de superhéroes en su versión más “pura”. Junto a Andy Lanning,
ayudó a cimentar el ahora tan en boga (al menos, cinematográficamente
hablando), lado cósmico de Marvel, durante unos años en donde lo que se llevaba
era experimentar mucho y hacer cosas originales, “raras” y, en muchas
ocasiones, “incomprensibles” para el lector. Ese espíritu de historias clásicas
y sin estridencias es lo que nos sigue ofreciendo en su cabecera de los “Titanes”,
donde lo más relevante de la historia que nos ocupa hoy es… el regreso de Wally
West. Una “resurrección” que los fans esperábamos desde hacía cinco años y que
se resuelve con sencillez y sin mayores dolores de cabeza. Eso sí, todo ese
rollo de que Linda es una especie de “ancla” para nuestro héroe es una idea ya
explotada en muchas ocasiones. Por ejemplo, en la ficción televisiva de “Lost/Perdidos”,
y en otro gran “Renacimiento” de hace unos años, el del original “Capitán
América”, Steve Rogers, y su relación con su amada Sharon Carter. Por otro
lado, pese a que se entiende que el velocista sea el eje del primer arco,
esperemos también que en el futuro, dando ya por hecho su regreso, se permita
más cancha para explorar al resto de componentes de la formación, cuyo papel en
esta media docena de números es hacer de “palmeros” y poco más. y sigue sin
resolverse la cuestión del por qué y cómo pasó tanto tiempo nuestro Wally
perdido en la “Speed Force”, sin que nadie se acordase ni para decirle “Buenos
días”. No es que importe, a estas alturas, toda vez que ya le tenemos de vuelta
entre nosotros, pero la presentación de Abra Kadabra prometía explicarlo, y la
lectura finaliza sin que conozcamos más detalles al respecto. Aunque, bien
pensado… ¿esto de dejar constantes hilos argumentales por resolver… no es un
rasgo distintivo más de la “old school” de las viñetas? Pues va a ser que sí. Con
semejante tono en el cómic, no podía tener mejor ilustrador que Brett Booth. Sí,
ya sé que muchos le critican por lo que a mí, personalmente, me chifla. Y es
que cada entrega de Booth retrotrae automáticamente a la “gloriosa” (lo he
puesto entre comillas, por si acaso) década de los noventa, cuando nos
pensábamos que “Image” era lo más “cool” que podía verse en el mundo de los
tebeos, y que Marvel y DC, por ende, eran unos dinosaurios abogados a la
extinción inminente. Hay que ver… ¡qué inocentes éramos! Booth es uno de los
mayores exponentes que dieron aquellos años (aún guardo con grato recuerdo sus ejemplares
de “Backlash”); esos pioneros del “postureo”, con sus cuerpos fibradísimos, sus
dientes apretados, sus rayitas por doquier… Puede parecer que toda esta
disertación la estoy haciendo en tono irónico, pero os aseguro que es
completamente sincera. Puede que su narrativa siga siendo más “intuitiva” que “coherente”
(si bien, se muestra bastante más comedido de lo que le recordaba), pero nadie
podrá negarme que para un cómic de estas características sería imposibles
encontrar lápices que luciesen mejor. Booth es acción en estado puro. No me
extrañaría que Abnett hubiese “estirado” el arco (que, por otro lado, podría
haberse narrado en un solo número de 24 páginas, pero vamos… esto ya es “lo de
siempre”, así que no incidiremos en ello) sólo por darle espacio a su dibujante
para mostrarnos mejor la acción. En especial, el derroche de “poderío” que
Wally se marca para rescatar a todos sus compañeros en apenas unos segundos,
teniendo que recorrer miles de kilómetros en un parpadeo… es sencillamente
colosal. En resumen, “Titans” es el tipo de cabecera que gustará especialmente
a quienes peinemos canas (menos mal que han quitado lo de “Teen” (adolescentes)
del encabezado) o para quienes simplemente quieran pasar un rato entretenido,
con un potencial por explotar que podría dar lugar a uno de esos títulos “de
culto” para muchos. Nosotros, desde Orgullo Fan y por si acaso… ¡seguiremos
informando!
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