Año: 1972. Título original: The Godfather. Director:
Francis Ford Coppola (“Drácula, de Bram Stoker”… ver crítica). Escrita por:
Coppola y Mario Puzo, adaptando la novela homónima de este último. Intérpretes:
Marlon Brando (“Un tranvía llamado deseo”), Al Pacino (“Tarde de perros”),
James Caan (“Misery”), Robert Duvall (“El juez”), Diane Keaton (“Annie Hall”),
John Cazale (“El cazador”), entre otros. Presupuesto: 7 millones de dólares. Recaudación:
245 millones. Premios: entre otros, ganó los premios Oscar a Mejor Película,
Mejor Actor Principal (Brando) y Mejor Guión Adaptado, y recibió otras siete
nominaciones.
La familia: la
cinta original dio lugar a dos secuelas directas, estrenadas en 1974 y 1990. Siempre
se ha rumoreado que podría haberse realizado una cuarta y última entrega,
desechado no obstante tras la muerte de Puzo. Pese a que ya se habían estrenado
muchas películas sobre gangsters anteriormente, el éxito de crítica y público
de las dos primeras entregas, así como la profundidad psicológica de sus
personajes, dio lugar a un aluvión de imitadoras y cintas que versaban en torno
a la mafia italoamericana, así como series de televisión y parodias, del estilo
de “Uno de los nuestros”, “Los Soprano” o “Una terapia peligrosa”. En total, se
calcula que desde el estreno de “El Padrino” han llegado 300 películas con
personajes mafiosos de corte similar, a una media de nueve por año. Todo ello,
pese a que la figura como tal de “padrino” no existía realmente dentro del
mundo criminal, ni se expresaban como lo hacen en la película, algo que,
lógicamente, cambió tras el estreno, en un curioso caso de “retro-alimentación”.
De igual forma, la partitura de Nino Rota ha quedado para la posteridad como
una de las más reconocibles de la historia.
Sinopsis: en
1945, don Vito Corleone, un inmigrante siciliano que se ha creado un imperio en
Mueva York a base de controlar el juego y otros negocios ilegales, “untando” a
toda suerte de políticos y jefes de policía, celebra la boda de su hija junto
al resto de sus hijos: el impetuoso Sonny, el apocado Fredo y el hijo menor,
Michael, a quien su padre sueña con convertir algún día en senador o algún otro
alto cargo completamente “limpio”. Sin embargo, las cosas se complicarán hasta
niveles insospechados cuando Vito sufre un atentado contra su vida tras
rechazar la oferta de otra “familia” rival para entrar en el negocio de las
drogas. La guerra que se desata acaba con varios miembros importantes de ambos
bandos muertos, y con Michael teniendo que huir a Europa.
Crítica: “I believe in Amierca”. Con esta
declaración de principios se abre una de las películas más icónicas de todos
los tiempos. Puede parecer una línea de diálogo al azar, dentro del monólogo de
un personaje que clama justicia por su hija desfigurada, pero en realidad toda
la secuencia es una alegoría brutal sobre el famoso “sueño americano” llevado
hasta sus últimas consecuencias. Una tierra de oportunidades… para quien tenga
la fuerza y la determinación de poseerlas. Al igual que otras películas del
género, “The Godfather” ha sido ampliamente criticada por favorecer un retrato
idílico de la “cosa nostra”. Nótese, en este sentido, que pese a sus claras
alusiones, en ningún momento se ve de forma explícita las timbas de juego
ilegal, la prostitución o la compra de favores, hasta el punto de que los
Corleone parecen una familia con mucho dinero que se han metido en problemas
prácticamente sin querer. En opinión de quien esto escribe, y al igual que pasa
con algunas cintas de Scorsese, detenerse en estos aspectos me parece algo
baladí y al margen completo de los valores artísticos del film. O tal vez sí. Tal
vez la incorporación de todo un ejército de nuevos miembros para las filas de
la mafia, que querían imitar a los personajes de la película, sea una
contrapartida muy fea del hecho de crear una obra maestra. De igual modo que
aumentaron las inscripciones a gimnasios tras “Karate Kid” o las peticiones de
acceso al ejército del aire con “Top Gun”. Quizás los creadores de historias
deberían sentarse a medir el alcance de lo que están narrando antes siquiera de
escribir una línea o rodar un fotograma. Pero esto, intuyo, acabaría con el
propio arte antes siquiera de haber sido gestado. A Coppola, en este caso, le
atraía más el reflejo de los valores y tradiciones de los italo-americanos,
especialmente su concepto de “familia” y el respeto hacia ellas, incluso en un
ambiente tan corrompido y aparentemente “sucio” como el del mundo criminal. Pero…
¿acaso la Norteamérica posterior a la II Guerra Mundial no fue también la “era
del corporativismo”? ¿No es lógico, pues, que dicho sistema bien estructurado y
organizado llegase a un gremio que movía miles de millones de dólares y
aspiraba a enraizarse durante generaciones dentro del país que ahora reclamaban
como suyo? Puede que Coppola y Puzo dibujasen un bonito paisaje para los tipos
de gatillo fácil y negocios “sospechosos”. O puede que también fuese un aviso a
navegantes para quienes se niegan a creer la verdad. Como ese antológico plano
final donde Diane Keaton contempla atónita como se produce el relevo familiar
personificada en la figura de su marido, que acaba de prometerle que todo lo
que dicen los periódicos es mentira. Y mientras los “consiglieres” van haciendo
el “beso de mano” correspondiente… a ella le cierran la puerta en las narices.
¡Bum! Golpe de realidad, muñeca. Una elipsis sencillamente brillante. Podríamos
resumir que “El Padrino” figura en muchas listas como la segunda mejor película
de todos los tiempos, por detrás de “Ciudadano Kane”. Quizás, cuando todo el
mundo está de acuerdo en algo, sencillamente sea porque tienen razón.
Curiosidades: ampliamente
conocido también es el baile de nombres que giraron alrededor del proyecto
antes de que llegase a concretarse. De primeras, Paramount Pictures hizo el
negocio de su vida cuando consiguió los derechos de la novela, aún sin
publicar, por una minucia, aprovechándose de que Puzo necesitaba liquidez para
hacer frente a sus deudas de juego. Después, la terna de directores viajó de
Elia Kazan a Peter Bogdanovich, pasando por Sergio Leone, que renunció para
hacer su propia película mafiosa, “Once Upon a Time in America”. El único que
no quería hacerla, Coppola, por considerar el libro como un pastiche
sensacionalista y poco fiel a la realidad, fue quien acabó encargándose de su
translación a la gran pantalla, ya que sus últimas películas habían sido un
fracaso. Lo mismo pasó con el personaje de Vito Corelone, que podría haber sido
para Laurecen Olivier u Orson Welles. Y qué decir del más importante, Michael
Corleone, que fue a parar a un desconocido por aquel entonces Al Pacino, pero
que podría haber tenido las facciones de Dustin Hoffman, Robert Redford, Warren
Beatty o el guaperas Ryan O´Neal, que venía de encandilar a todas las
jovencitas (y no tanto) del país con “Love Story”. Finalmente, el critero de
Coppola se impuso, y a este respecto Stanley Kubrick confesó que, posiblemente,
la cinta tenía el mejor reparto de todos los tiempos.
Memorable: una de
las escenas más icónicas, a la par que más criticadas, es la del productor de
cine y la cabeza de caballo cortada entre sus sábanas. Lo que muchos no saben
es que dicha “animalada” (y nunca mejor dicho) se hizo con un equino auténtico.
Coppola y el equipo de la película consiguieron la cabeza a través de una fábrica
de comida para perros, y en concreto de un ejemplar que iba a ser sacrificado
para dicho fin, independientemente de la filmación de la película. Por otro
lado, la rumorología siempre ha circulado acerca de que dicha secuencia y el
personaje del “crooner” venido a menos que necesita un éxito para reflotar su
carrera se inspiran en Frank Sinatra y los “favores” que recibió para encabezar
el reparto de “El hombre del brazo de oro”.
Mejorable: para
el recuerdo quedan también las entregas de premios donde incurrió. Esta fue la
película por la que Brando boicoteó la ceremonia de los Oscar, enviando a una “falsa”
india nativa-americana, como protesta por la visión de que de ellos se había
hecho durante décadas en Hollywood y en la televisión. También fue ampliamente
denostada por Al Pacino, quien se sentía insultado por ser nominado a Mejor
Actor de Reparto (en lugar de “Principaol”), alegando que su rol tenía mucho
más peso en pantalla que el de Brando. Tampoco se escapó el compositor Nino Rota,
que sin duda se habría llevado la estatuilla a casa, de no ser porque los
académicos descubrieron que había hecho una partitura semejante para una cinta
anterior, lo que le invalidaba para recibir el premio. Por último, y durante
más de cuarenta años, la película tuvo el records de Globos de Oro ganados, con
un total de 5, hasta el estreno de “La la land (La ciudad de las estrellas)”,
que la superó en 2017 con 7 galardones.
Parafraseando: en
un libreto repleto de diálogos brillantes, se cuela también una de las frases
más famosas de la historia, que se repite durante un par de veces en el
metraje, y que muchos mafiosos de la vida real “adoptaron” como suya a partir
del estreno, referida siempre a la brutal y sin cortapisas manera de hacer
negocios de los Corleone: “Le haré una oferta que no podrá rechazar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario