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viernes, 1 de septiembre de 2017

Crítica de “EL PILOTO FANTASMA: Motores de Venganza”


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Información editorial: reseña del arco argumental “Motores de Venganza”, visto en “The Ghost Rider” 1 al 5 USA, publicados por Marvel Comics en 2014, obra de Felipe Smith (guión) y Tradd Moore (dibujo), posteriormente recopilada y publicada por Panini Comics en un único tomo “100% Marvel: El Piloto Fantasma – Motores de Venganza”, volumen de 112 páginas al precio de 11 euros.


Antecedentes: a raíz del relanzamiento “Los Nuevos 52” de DC Comics, que posteriormente se vio como una operación irregular pero en los primeros meses atrajo toda la atención mediática y una consiguiente subida de ventas, Marvel decidió que eso de hacer “reboots” periódicos estructurando sus cómics como si fuesen temporadas televisivas podía ser una buena idea. Así nos llegó “All New Marvel Now” y una nueva oportunidad para el “Motorista Fantasma”. Pero la nueva cabecera de la calavera flameante no estaría protagonizada por el jinete Carter Slade, ni por el piloto acrobático Johnny Blaze, ni por el joven grunge Danny Ketch y ni mucho menos por la hija de Johnny, Alejandra Blaze, que tuvo su oportunidad durante “Miedo Encarnado”. No, ahora el “Espíritu de la Venganza” sería un nuevo personaje, lo que obliga a la traducción española a cambiar lo de “motorista” por “piloto”, toda vez que el término original “rider” se utiliza para cualquiera que use una montura, sea del tipo que sea. ¿Y no habría sido más fácil, a todo esto, dejarlo en “Ghost Rider” y punto? Los encargados de la colección no eran grandes nombres: Felipe Smith, iniciado en el manga, ilustrador y diseñador de personajes (las “Tortugas Ninja” de Nickelodeon) y Tradd Moore, visto en “Vengadores Secretos”. ¿El resultado? Toda una sorpresa para quienes decidieron darle una oportunidad.


Historia: Roberto “Robbie” Reyes es un joven que vive en el suburbio marginal de Skiz Road, en Los Angeles, compaginando sus clases en el instituto con un trabajo por horas en un taller de coches. El barrio donde vive, repleto de pandillas donde la droga campa a sus anchas y habitado en su mayoría por latinos, hacen que sea fuente de no pocas palizas, a pesar de lo cual Robbie intenta tener una actitud positiva para servir como modelo a su hermano, Gabe, con una disminución física y que le idolatra como un héroe. Intentando darle una mejor vida, Robbie no tardará en cometer el peor acto de su corta existencia.


SPOILER: Robbie roba un coche del taller para participar en una carrera ilegal callejera, cuyo premio son 50.000 dólares. Sin embargo, parece que eligió el coche equivocado, pues pronto es perseguido tanto por la policía como por pandilleros. Cuando le atrapan, y antes de que pueda explicarse, Robbie es acribillado a balazos para que los narcotraficantes recuperen un paquete escondido en el vehículo. En lugar de morir, su cuerpo será entonces poseído por Eli, un espíritu que murió en circunstancias parecidas dentro del propio coche y que ahora le dará las armas necesarias para vengarse de sus asesinos. Al día siguiente, Robbie se despierta pensando que todo ha sido un sueño, pero el color flamígero de uno de sus ojos y la incordiante voz de Eli le harán ver que no fue así. Ahora, tendrá que enfrentarse a Mr Hyde, responsable último de su desgracia, que está llenando las calles de una droga experimental que le convierte así mismo en un monstruo.



Crítica: el Motorista Fantasma nunca fue uno de los pilares fundamentales de Marvel, pese a que hubo un tiempo en que su presencia era casi omnipresente en cada título, llegando a formar parte de los Defensores e inclusive de los 4 Fantásticos. El “heavy metal” y el “grunge” permitieron que en las décadas de los 80 y 90, respectivamente, se creara una iconografía propia de chupas de cuero, cadenas, tatuajes y “choppers” mezclada con cultos satánicos y demás, en una transición fluida y casi lógica de un alter ego humano a otro que parecía incluso lógica. Pero los tiempos han cambiado y ahora lo que se lleva es el hip-hop, el electro-latino, los coches tuneados, “Fast & Furious” y toda esa movida. Realmente, si se quería hacer una puesta al día del personaje, no había mejor entorno donde enclavarle, toda vez que el rollo anterior no iba a traer a muchos nuevos lectores, salvo a los que estuvieran flipando con la ficción de “Hijos de la Anarquía”. Así, en este primer arco tenemos la presentación del nuevo humano poseído por un nuevo espíritu y su entorno más cercano, una primera toma de contacto que se entiende como una nueva aproximación acertada y el típico relato de “orígenes” correcto. Pero “Motores de Venganza” pasa del aprobado al sobresaliente gracias al trabajo del dibujante Tradd Moore, una mezcla explosiva entre el “amerimanga” de Humberto Ramos y la composición de página de un Todd McFarlane que aún quería demostrarle algo al mundo cuando empezó en “Infinity Inc”. Los dibujos de Moore cobran vida literalmente, en una explosión de agilidad y expresionismo como si en vez de leer un cómic estuviésemos viendo su traslación en serie de “cartoon”. Salvando la elección de Zayn Malik (componente de los “One Direction”) como referente para el protagonista (tranquilos, que pronto se rapará la cabeza para ser una especie de Marshall Mathers), éste cómic no sería lo mismo sin el arte de Moore, un autor que realmente se toma este trabajo como algo serio y su oportunidad de servir de carta de presentación para el resto de la industria, una reválida de decir “aquí estoy yo” y que muy pronto pueda dar el salto a proyectos con personajes más icónicos. Ese puede ser el gran defecto de la colección, que una vez que despidamos a Moore, el resto pierda parte de gracia y se desinfle como aquellas colecciones de sellos tipo Image o Cliffhanger, que se quedaron en nada cuando sus autores las abandonaron. Pero bueno, ese será el futuro. Puede que futuro inmediato, pero futuro. De momento hay que disfrutar y congraciarse con que éste intento de “spider-manizar” al Ghost Rider, que podría haber sido un sonoro “bluff” se haya pasado a ser un “buah!” de admiración.

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