Año: 2016. Escrita y
dirigida por: Daniel Kwan y Daniel Scheinert. Intérpretes: Paul Dano (“Pequeña
Miss Sunshine”), Daniel Radcliffe (el Harry Potter de la saga de películas
sobre el niño mago), Mary Elizabeth Winstead (Lucy, la hija de John McClane en
la cuarta y quinta película de la saga “Die Hard”). Presupuesto: 3 millones de
dólares. Recaudación: 4,9 millones. Curiosidades: se presentó oficialmente en
el Festival de Sundance.
Sinopsis (AVISO:
es recomendable no leerla en caso de no haber visto la película): Hank es un
hombre a punto de suicidarse tras haber sufrido un aparente naufragio y estar
varado en una isla desierta. En ese crítico momento, avista en la orilla de la
playa el cuerpo de Manny, un cadáver que la marea ha arrastrado hasta allí. Impulsado
por los gases del cuerpo putrefacto, Hank consigue huir de la isla, pero ese
será sólo el primer paso para regresar a casa. Sorprendentemente, Manny seguirá
siendo imprescindible para tal fin, ya que Hank puede manejarle como si fuese
una navaja suiza, amén de poder hablar con él de algún modo y… utilizar sus
erecciones como una especie de brújula que le indica el camino correcto.
Crítica: al igual
que señalo en el apartado anterior, creo indispensable que no sigáis leyendo
estas líneas en caso de no haber visto la película que nos ocupa. ¿Seguís ahí?
Bien. En mi caso, había leído hacía un tiempo la sinopsis, pero he de reconocer
que empecé el visionado sin saber que ésta era dicha película; vamos, sin tener
ni zorra de lo que me iba a encontrar, y el “what the fuck…?” fue bastante
intenso en los primeros minutos. No sabía si estaba viendo una broma de mal
gusto o una puta obra de arte. Tampoco lo supe cuando la película terminó, la
verdad, y dudo mucho de poder recomendársela a alguien, así que tendréis que
probar por vosotros mismos. Porque lo que tenemos entre manos es un film
absolutamente inclasificable, de esas películas que pasan automáticamente a
considerarse como “de culto”, pues invariablmente todo lo que vaya
contracorriente o no sea “tendencia” de nada, paradójicamente, acaba siendo
venerada por un grupo de “irreductibles galos”. Sin embargo, y a pesar de lo “chusca”
que parece en un principio, he de destacar que “Swiss Army Man” no es una
comedia del tipo “Éste muerto está muy vivo” (“Weekend at Bernie´s”, 1989),
sino que vendría más a parecerse a una especie de “Náufrago”Cast Away”, 2000),
pero sustituyendo a la pelota Wilson por un tipo que se tira pedos. Una comedia
existencialista mucho más elegante de lo que aparenta ser; una especie de
fábula que pretende sacudir conciencias y, a modo de analogía, hacerte ver que
todos estamos muertos a menos que empecemos a actuar como si realmente
estuviésemos vivos. Muy lisérgica, muy bizarra y muy estúpida también. Por todo
ello, precisamente, también muy genial.
Resumiendo: otra
de los apuntes que no pueden dejarse a un lado es la presencia de Radcliffe,
actor que ejerce además como productor y principal impulsor del proyecto. Un tipo
que vive obsesionado de una manera bastante inútil con quitarse la etiqueta de
ser el eterno niño mago, para lo cual se ha subido en pelotas a los escenarios
del West End londinense, o se enrola en proyectos tan antagónicos como esta
película o aquella otra “Horns” donde le crecían unos cuernos que ríete tú de
tu vecino el del quinto. Aquí, se pone en las manos de dos directores
debutantes que le disfrazan de Godot en un intento por crear el “cine del
absurdo” a semejanza de lo que Samuel Beckett hiciese para con el teatro. Dudo mucho,
en cualquier caso, que a partir de ahora la gente vea su careo y digan “Eh,
éste es el tío de “Swiss Army Man””, pero aunque pueda parecer un chiste habida
cuenta de que la mitad de su tiempo en pantalla se lo pasa tirando de
flatulencias, puede que estemos ante el mejor papel de su carrera. Qué cosa tan
rara, ¿no?
Memorable: la
conversación sobre la masturbación, que bien podría ser un chiste privado en
alusión directa a la “paja mental” que resulta la película. Pensándolo bien, lo
de los pedos también podría ser otro guió en dicho sentido, porque sin duda el
guión de la película debió salir tras pillarse un “pedo” morrocotudo. A todo
esto… ¿cómo coño lo hicieron para conseguir que alguien soltase pasta para
hacer la peli? Quiero decir… ¿cómo la vendes?
Mejorable: la
última parte del film es, aunque resulte difícil de creer, lo más
incomprensible de la propuesta. Sin hacer demasiados SPOILERS, uno va haciéndose
a la idea de que “Manny” es un amigo imaginario o algo por el estilo. Vamos,
que sólo está en la mente del protagonista, como un acicate para seguir
moviéndose y encontrar una salida a su situación antes de volverse loco. Pero no.
Desconcertante cuanto menos.
Parafraseando:
otro de los gags absurdos y a la par sencillos que funcionan en la película es
la constante alusión al “Jurassic Park” de Steven Spielberg y a la maravillosa
banda sonora de John Williams, cuyo tema principal es tarareado por los
protagonistas en varios momentos (a todo esto, muy destacable también la banda
sonora original del propio film): “¡Te acordaste de “Parque Jurásico”! Estabas
tarareando su melodía” “¿Qué?” “Laura Dern… el braquiosaurio…” “No sé qué es “Parque
Jurásico”…” “Manny, si no sabes qué es “Parque Jurásico”… entonces no sabes
nada”.
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