Año: 2015. Estudio:
Illumination Entertainment. Director: Kevin Balda y Pierre Coffin. Intérpretes
(voces en la V.O.:): Sandra Bullock, Jon Hamm, Michael Keaton, Allison Janney,
Steve Coogan, Jennifer Saunders, Geoffrey Rush, Steve Carell, Pierre Coffin, Katy
Mixon, Michael Beattie, Hiroyuki Sanada, Dave Rosenbaum, Alex Dowding, Paul
Thornley. Presupuesto: 74 millones de dólares. Recaudación: 990 millones.
Sinopsis: ante la
necesidad de contar con un tirano al que servir para poder subsistir, tres
miembros de los “minions”: Kevin, Stuart y Bob, emprenden un largo viaje hasta
New York para lograr su objetivo. Pronto se les presentará su oportunidad con
Scarlet Overkill, la primera supervillana de la historia, quien no obstante les
encargará una misión casi suicida para seguir a su lado: robar la corona de la
reina de Inglaterra.
Crítica: “Haz
caso a tu padre. Él tampoco se hizo malo de la noche a la mañana. Ya
aprenderás”. Sin llegar a ser una película de culto, “Los Minions: The Movie”
es un entretenimiento altamente recomendable, que por su candidez innata
supera, en su conjunto, a las dos entregas que les vieron nacer, algo de lo que
no pueden presumir todos los spin-offs, ni mucho menos. Apoyados en un uso de
la banda sonora que no debe envidiar al ostentado por Tarantino, desde el
“Happy Together” de The Turtles que suena en el inicio hasta el “My Generation”
de The Who cuando la cinta se desmadra por completo, quizás para compensar la
pobreza verbal de unos seres prácticamente mudos pero con acento francés, los
esbirros de Gru consiguen lo imposible: demostrar que son merecedores de su
propia aventura en solitario, por más que se note el estrujamiento de neuronas
por parte de los responsables para poder llegar a un metraje más o menos
decente, lo que deriva en la socorrida batalla final contra el villano de
turno, algo que se había visto como innecesario por los cauces por los que se
había movido la historia hasta entonces, apoyada en un buen uso del “slapstick”
(sobre todo, en ese brillante prólogo destrozado en los tráilers donde vemos
cómo los “peluches” amarillos han ido perdiendo a sus jefes a lo largo de la
historia por su incompetencia, o aquella otra escena que raya el paroxismo del
subgénero cuando se toman a mofa lo que debería de ser una tortura medieval
digna de la Inquisición) y “sketchs” meramente testimoniales pero que piden a
gritos la atención del adulto que acuda de acompañante a las salas de cine,
donde los protagonistas estropean la filmación de uno de los engaños más
sonoros de todos los tiempos, la llegada del hombre a la Luna; o la mítica foto
de cuatro chavales de Liverpool cruzando la carretera para una foto que servirá
de portada al álbum “Abbey Road”. Ya digo, un humor mucho más cercano al cine
mudo de, por ejemplo, Buster Keaton, que a las “sitcomcs” actuales
norteamericanas, cosa que se agradece y que dice mucho del estudio que está
detrás de la producción, sin que el resultado final vaya en ningún caso a
quitarle el Oscar a la “Inside Out” de Pixar, en una categoría que ya debería presentarse
en plan: “Y el Oscar de Pixar a la Mejor Película de Pixar de este año es
para…”. Queda patente que “Los Minions” juegan en una liga diferente, pero eso
no quita que, como sucede cada año en los torneos futboleros tipo Copa del Rey,
el club “pequeño” se lo pase pipa intentando dar la sorpresa, con la alegre
temeridad de quien no tiene nada que demostrar.
Resumiendo:
quienes lean habitualmente mis reseñas sabrán que le tengo cierta manía (o más
bien mucha) a Sandra Bullock. Lo sé, puede que sea incluso irracional, pero no
puedo evitarlo. E incluso cuando su presencia sea meramente testimonial
poniéndole la voz a un personaje secundario y (verbigracia) vea la película
doblada, con lo que su trascendencia queda simplemente como un nombre más en
los títulos de crédito… es algo con lo que no puedo. Pues mira tú que, incluso
con esas, he disfrutado de esta película. Por algo será.
Memorable: el
cameo final de Gru y algunas otras referencias a “Despicable Me”. Momentos
todos ellos que eran de esperar pero que, a la postre, son meros guiños que
inclusive no eran necesarios para el éxito del film.
Mejorable: una de
las excusas para realizar un spin-off o precuela de estas características es
dotar de una entidad propia al secundario de turno. Teniendo en cuenta que los
minions parecen ser varios centenares de seres, no se aprovecha la
circunstancia para darles “voz propia” (es un decir) a otros miembros de la
tribu más allá de los conocidos Kevin, Stuart y Bob.
Parafraseando:
sin prácticamente ningún contacto previo con la civilización, los minions se
ponen rápidamente al día en un centro comercial, como si de unos modernos
“visitantes” (“Les Visitours”, Jean Marie Piere, 1993) se tratasen,
descubriendo así a su musa en una cadena de televisión pirata: “Dejen
paso señores, hay un hombre malo en la ciudad. Y ese hombre… es una mujer. El
crimen no es una moda… es la moda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario