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jueves, 19 de enero de 2017

LA HORCA (2015)


Año: 2015. Título original: The Gallows. Escrita y dirigida por: Travis Cluff y Chris Lofing. Intérpretes: Reese Mishler, Pfeifer Brown, Ryan Shoos, Cassidy Gifford, Price T. Morgan, Jesse Cross. Presupuesto: 100.000 dólares. Recaudación: 8 millones de dólares.

Sinopsis: Veinte años después de un accidente en el que falleció el protagonista de una obra de teatro de instituto, los ESTUDIANTES de este centro situado en un pequeño pueblo deciden resucitar la fallida producción teatral con la intención de rendir un homenaje en el aniversario de la tragedia, pero al final descubren que habría sido mejor dejar las cosas como estaban.

Crítica: ¿habéis visto ese monólogo que habla sobre las pelis de miedo? Un grupo de chavales de instituto dicen un día: “Eh, ¿a que molaría colarse en esa casa encantada donde dicen que hay un fantasma que mata a todo aquel que entra?”. Es divertido. Igual que esa leyenda viral viejísima (ya lo era cuando estrenaron “Candyman”) que ha surgido este verano y según la cual, si pronuncias tres veces el nombre de “Charlie”, éste se aparece… y no con la intención de ser tu amigo, precisamente. El Rubius, el “youtuber” con más seguidores de España, hizo un vídeo de coña al respecto. No sé si los artífices de este “revival” han sido los responsables de esta película o simplemente la “bula” surgió en Estados Unidos antes que aquí y se aprovecharon de ello, pero el caso es que el ente fantasmagórico que aterrorizará a nuestros queridos “carne de cañón” se llama Charlie y durante la historia se nos deja constancia de que no es aconsejable pronunciar su nombre… y mucho menos tres veces seguidas. Y, aunque no lo creáis, todo esto que acabo de contar tiene que ver con la película que nos toca. ¿Por qué? Porque durante su primer tercio de metraje, yo no paraba de “escribir” mentalmente esta reseña, “pajeándome” yo sólo con la cantidad de referencias y alegorías que iba a emplear para decir que “La horca” es una mierda. Treinta minutos de presentación de estereotipos tan manidos que parecen llevar un cartel en la frente con su destino escrito. ¿El bromista que se burla en público de los “nerds”? Muerto. ¿La “cheerleader” superficial con las tetas operadas? Muerta. Y todo esto, claro, con la técnica del “found footage”, que muchos dilapidan por no considerarlo como “cine serio”, pero que a mí me hace gracia y que considero que, en este tipo de productos, funciona a las mil maravillas teniendo en cuenta la audiencia a la que va dirigido. ¿No pasamoshoras y horas en internet viendo lo que cualquier pirado ha colgado desde la otra punta del mundo? ¿No nos divirte? Pues eso. Y, a nivel personal, esa discusión tonta sobre si es verosímil la excusa de guión utilizada para justificar la propuesta visual (esto es: que haya alguien grabándolo todo continuamente)… pues me la pela. Además, aquí se le da un uso algo más original que en otras ocasiones. Bueno, pues con todo esto, retomo mi argumentación del principio, donde ya habréis dado por hecho que estaba sacando de antemano todo mi arsenal para lapidar esta producción eminentemente veraniega y para adolescentes pajilleros que a mí, a estas alturas, ya no me decía nada. Pues un… ¡zas, en toda la boca!... para mí, por favor, porque “La horca” va de menos a más, y cuando le toca arremangarse e ir al lío (uséase, a meter el miedo en el cuerpo del personal) lo consigue en dos o tres ocasiones. Y sí, es cierto que lo hace de la manera más previsible que uno pueda imaginar, con subidas de audio, giros de cámara donde aparece “algo” que antes no estaba, etc, etc., pero sigue siendo efectivo y, además, tiene un final mucho más interesante de lo que podríamos esperar en un principio y que realmente te deja la piel de gallina sin efectismos baratos. Claro, tampoco me voy a tirar aquí el rollo prometiendo que va a ser lo mejor que hayas visto nunca, pero en esencia, cumple con lo que promete y, al igual que en otras ocasiones juzgamos a una comedia por un par de momentos inspirados que nos arranquen una carcajada, pues con “La horca” pasa igual pero arrancándonos un grito en su lugar.

Resumiendo: las limitaciones de este tipo de propuestas ya se vieron cuando se estrenó hace años aquel boom que fue “El proyecto de la bruja de Blair”. Su efectividad, y lo rentable de su realización (poco presupuesto y un amplio margen de beneficios) también quedaron contrastados con aquella y con otras del tipo “Paranormal Activity” que se han encargado de explotar la fórmula hasta quemarla. “La horca” viene a sumarse a esta lista sin mayores pretensiones y consciente de que ya no tiene nada nuevo que descubrir, pero quizás esa misma auto-conciencia se convierte en su mejor baza para entretener al espectador que, a fin de cuentas, es de lo que se trata.

Memorable: Cassidy Gifford, la rubia que interpreta a… Cassidy (me encanta eso de que el nombre de los actores se corresponda con el de sus personajes en la peli). Con esos pantaloncitos tipo “short” y ese escotazo… ese panecito está que cruje.

Mejorable: la premisa argumental da pie a que, por circunstancias, los personajes se vean obligados a repetir el diálogo de la obra y a hacerlo “bien”, cuando previamente les habíamos visto hacerlo “muy mal” durante un ensayo. Bueno, pues no sabría decir cuándo están más sobreactuados.

Parafraseando: lo malo de este tipo de pelis es que los diálogos no suelen ir muy allá y se les da cancha a los actores para que improvisen, lo que da un aire más de “autenticidad” a la historia. Afortunadamente, hay un chascarrillo que se produce cuando llegan a la casa del guaperas para recogerle y el amigo graciosete deja a su novia en el coche esperando. “Que sea entrar y salir, ¿vale?” “Eso es lo mismo que me dices en la cama”.


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