Año: 2017. Director:
James Foley (“Glengarry Glen Ross”). Basada en: la novela homónima de E.L.
James. Escrita por: Niall Leonard (marido de la escritora, E.L. James). Intérpretes:
Dakota Johnson (“Infiltrados en clase”), Jamie Dornan (“María Antonieta”), Eric
Johnson (el protagonista de la serie de “Flash Gordon” de 2007), Eloise Mumford
(la serie “The River”), Bella Heathcote (“Orgullo y Prejuicio y Zombis”), Marcia
Gay Harden (ganadora del Oscar a la Mejor Actriz de Reparto por “Pollock”), Kim
Basinger (“L.A. Confidential”). Presupuesto: 55 millones de dólares. Recaudación:
144 millones (hasta la fecha).
Franquicia: es la
secuela de la película de 2015, “Cincuenta sombras de Grey” (ver crítica), y tiene confirmada una
última entrega, “Cincuenta sombras liberadas”, que se estrenará en febrero del
próximo año. Todas ellas, adaptan la trilogía de novelas de la autora británica
EL James, publicadas entre 2010 y 2012 por Vintage Books, que se convirtieron
en número uno de ventas y todo un fenómeno sociológico. Recientemente, la
escritora ha dejado entrever que podría escribir una cuarta novela con los
mismos protagonistas, si bien de momento no se ha concretado en un anuncio
oficial de continuación.
Sinopsis:
Anastasia Steele y Christian Grey están separados, pero a la par no pueden
vivir el uno sin el otro. Así pues, comenzarán de nuevo su relación como novios
cuando Christian acepta “renegociar” su contrato, claudicando en no tener
ningún tipo de normas ni secretos a partir de ese momento. Sin embargo, no todo
va a ser tan fácil como parece. Por un lado, Anastasia tendrá que soportar el
acoso de su jefe en la editorial para la que trabaja, mientras que Christian
recibirá la visita de alguno de sus fantasmas del pasado, como la mujer que le
inició en las prácticas de dominación sexual, o una joven “sumisa” con quien
terminó la relación hace años, aunque ella sigue sin aceptarlo.
Crítica: “Seré
todo tuyo”. Esta línea de diálogo, que se repite varias veces durante el
metraje de esta secuela, resume bastante bien lo que podéis esperar en sus casi
dos horas de visionado. Pero tranquilos. Podría tirarme ahora una disertación
populista sobre la apología que la película hace sobre las relaciones tóxicas y
sobre la perpetuación de la creencia de muchos en entender que su pareja es una
“posesión”, lo que por desgracia nos lleva un día y otro también a asistir
impotentes en las noticias a nuevos casos de violencia de género. Podría hacerlo,
insisto. Pero no voy a ser gilipollas. “Cincuenta sombras más oscuras” es sólo
una película, y no tienes por qué comulgar con sus dogmas después de verla, igual
que tampoco se le pide a ninguna cinta de acción donde se perpetúan otro tipo
de roles que tampoco deberían ser ejemplo para nadie. Así pues, dejemos a un
lado los rollos moralistas y hablemos de ella como película. Y, como tal, es
aburrida y decepcionante. ¿O esperabas que ahora la iba a poner por las nubes?
No, amigo. Puede que en la novela las distintas tramas que salpican la historia
principal (todas ellas “de relleno”, por cierto) se desenvuelvan con más gracia
que aquí, pero el libreto del marido de la escritora de la obra original hace
un muy mal trabajo, sobre todo en la caracterización de los personajes. Podría haberse
hecho un paralelismo interesante entre los dos antagonistas masculinos (el jefe
de Anna y su novio Christian), pues a fin de cuentas ambos creen que pueden
poseerla por el simple hecho de que así lo desean… pero desde luego no es una
reflexión que parezca interesarles a los responsables del film. También se
podrían haber cargado las tintas en las secuencias de sexo, que es lo que todos
esperan ver en la cinta, pero nuevamente vuelven a ser escenas muy ramplonas,
donde el erotismo brilla paradójicamente por su ausencia, filmadas de manera
muy pobre, abusando de primeros planos que a veces te hace difícil saber qué es
lo que están haciendo los protagonistas… y encima montadas aún peor. Para que
os hagáis una idea: todo se resuelve con un par de embestidas y las caras de
los actores jadeando hasta el éxtasis. Para este viaje… no hacían falta tantas
alforjas, como se suele decir. Al menos, hay algunos detalles de humor que no
creo recordar en su antecesora y que aquí ayudan a hacer el trago más
digerible, como si todos supiéramos que a lo que estamos asistiendo es absurdo,
pero… eh, amigo, al menos nos reímos contigo y no de ti. Aunque el resultado
final, nuevamente, es insatisfactorio. Es como hacerte una paja y quedarte a
medias, nunca mejor dicho. Máxime cuando los toques de thriller terminan sin
llevarte a ningún lado, como si se hubiesen arrepentido de ponerlos e
intentasen da “marcha atrás” en pleno metraje. De nuevo, parece que a los
responsables del film no les interesaba llevar el vehículo por dicho camino. De
hecho, parece que a los responsables de esta trilogía lo único que les interesa
es hacer sonar el “¿ka-ching, ka-ching!”, y que la caja registradora siga
ingresando. Pero incluso en esto se equivocan. Como capítulo intermedio de una
saga, “Cincuenta sombras más oscuras” no termina con las “espadas en alto” (por
favor, nótese el esfuerzo que estoy haciendo en la reseña por utilizar
métaforas de simbología sexual), ni te deja en vilo por ver cuál será su
desenlace. Más bien al contrario. En fin… que es una pérdida de tiempo para
quien esto suscribe, pero cada uno es libre de gastar su dinero como quiera.
Resumiendo: desde
hace ya unos años, el “soft porn” es un género en auge dentro de la industria
del cine para adultos. El sexo femenino ha empezado a consumir este tipo de
producciones y esto se traduce en que muchas mujeres se hayan lanzado a dirigir
sus propios largometrajes. Estética más cuidada, mejor iluminación y secuencias
que dan más cancha a los juegos preliminares en lugar de ir tan “a saco” son
los cambios que pueden notarse, amén de que ya no hay un macho “cubriendo” a
varias hembras, sino al revés: es más habitual ver a chicas que mantienen
relación con dos o más hombres al mismo tiempo, siendo capaz de satisfacerlos a
todos (y sobre todo, que ellos la satisfagan a ella). Todo esto demuestra que “Cincuenta
sombras más oscuras” sigue estando varios pasos por detrás de los gustos de su
público potencial, no ya sólo en lo relativo a las escenas de sexo, sino a la
cota de miras de su historia, que tras su halo de aparente transgresión sigue
siendo tan estrecho como siempre.
Memorable: uffff…
de verdad que no sé con qué quedarme. Bueno sí. Ya lo he apuntado
anteriormente. Con algunos de los “gags” con los que han tenido a bien
obsequiarnos en esta ocasión. En especial, con el de las “bolas chinas”. Cuando
él le pide que se agache para introducírselas y ella hace un mohín y dice: “No
me las vas a meter ahí detrás”… la sonrisa nerviosa del auditorio femenino se
dejó sentir por toda la platea. ¿Y nosotros? Pus suspirábamos resignadamente
cómplices. Si tú supieras…
Mejorable: en la
reseña de la película anterior concluía diciendo que dudaba que la historia de
la película diese para dos secuelas más. Muy pronto, ha quedado constatado que
no me equivocaba. No sólo por la pobreza de sus secundarios, sino por lo
inverosímil de su trasfondo y la varita mágica con la que todo se resuelve. Debe
ser una putada lo de intentar abrirse camino en el mundo laboral siendo joven,
guapa e inteligente. Ahora bien, si tienes un novio multimillonario que pone de
patitas en la calle al primero que intenta sobrepasarse y te “enchufa” como la
jefa en funciones sin necesidad de pasar ningún tipo de filtro o proceso de
aprendizaje… ay, amigo, la cosa cambia. Pero lo de Kim Basinger es ya de traca.
Su participación en lo que acontece es completamente prescindible.
Parafraseando: y
nunca mejor dicho. En la película anterior escogí una frase que me llamó la
atención, por tanto en cuanto rompía un poco con los estereotipos del “amor
puro y virginal” tan desfasados (afortunadamente) a día de hoy. Aquí, no
obstante, dan un paso atrás y le dan la vuelta a la tortilla cuando Grey se
enfrenta contra la mujer que le inició en el sexo, lo que ejemplifica que esta
saga rompedora no es más que una tierna ovejita con disfraz de lobo feroz: “Tú
me enseñaste a follar… pero Anastasia me enseñó a hacer el amor”.
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