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jueves, 9 de febrero de 2017

Crítica de "Mil maneras de morder el polvo" (2014)


Año: 2014. Título original: A Million Ways to Die in the West. Director, guionista y protagonista: Seth MacFarlane (“Ted”... ver crítica). Intérpretes: Charlize Theron (“Monster”), Liam Neeson (“La amenaza fantasma”(, Amanda Seyfried (“In Time”), Neil Patrick Harris (“Cómo conocí a vuestra madre”), Giovanni Ribisi (“60 segundos”), Sarah Silverman (“Escuela de rock”). Cameos: Christopher Lloyd, Jamie Foxx, Ewan McGregor, Ryan Reynolds. Presupuesto: 40 millones de dólares. Recaudación: 86 millones.

Sinopsis: en 1882, Albert es un granjero que cría ovejas y se siente aturdido por el hecho de vivir en un lugar tan inhóspito como el Lejano Oeste. El poco sentido que tenía su vida se viene abajo cuando su novia le deja por el dependiente de una “moustachería”. Pero el bueno de Albert no se dará por vencido e intentará recuperarla de nuevo dándole celos con una recién llegada que, sin él saberlo, es la esposa del malvado pistolero Clinch Leatherwood.

Crítica: volvemos de nuevo a la eterna pregunta de: ¿qué es más difícil… hacer reír o hacer llorar? Y como todas las preguntas recurrentes, no tienen una respuesta fácil. En realidad, depende del público al que intentes sonsacar una carcajada o una lágrima. Por ejemplo, a mí Adam Sandler me cae mal; sus payasadas no me hacen ninguna gracia y las únicas películas suyas que he disfrutado son aquellas donde se limitaba a seguir órdenes, como en la “Embriagado de amor” de Paul Thomas Anderson. Lo mismo le pasa a Santiago Segura, a quien, por el contrario, yo idolatro. Esto hace que, cuando en su saga “torrentiana” aparezca el chiste recurrente de “¿Nos hacemos unas pajillas?”, yo ya esté desternillándome de la risa, mientras que otros digan: “¿Otra vez esto?”. Pues lo mismo pasa con Seth MacFarlane, un tipo que ha ido cogiendo protagonismo en los últimos años, una vez asentado su “Padre de Familia” y que, como todos los cómicos, despierta entusiasmo y antipatía, con lo que hay mucha gente esperándole para “vengarse”. De ésta, su última incursión en la comedia, he escuchado todo tipo de críticas sobre lo flojo de la propuesta, su manida premisa argumental y su discutible elección de erigirse, encima, como protagonista. No obstante, yo soy un ferviente seguidor de “Family Guy”, y su canción sobre las actrices que han enseñado sus encantos en las películas, durante la pasada entrega de los Oscar, me pareció de lo más hilarante visto en años. Por eso, ver trasladado desde los dibujos animados al celuloide ese tipo de humor tan personal y absurdo, en un contexto original y poco transitado por la comedia, donde se nota el esfuerzo del autor por contrastar ambos mundos (pasado y presente), con algunos gags de lo más ingeniosos (impagable y soez todo lo que tiene que ver sobre la relación entre la puta de burdel y el mejor amigo de Albert)… a mí me ha encantado. Pero también entiendo que a otras personas les parezca una pérdida de tiempo. Es lo que tiene la comedia: o eres un genio… o un payaso. Depende de a quién le preguntes. Para otro día dejaremos la reflexión sobre Liam Neeson, un tipo por el que parece que no pasen los años, y tras reconvertirse en héroe de acción, ahora se preste a todo tipo de bromas, como en la que nos ocupa o también prestándole su voz al poli bueno(poli malo de “La LEGOpelícula”.

Resumiendo: no es muy común ver una comedia ambientada en el Oeste. Alguna hay, como “Sillas de montar calientes” (Mel Brooks, 1974) o “Venge a ligar al Oeste” (Pedró Lazaga, 1972), si bien esta última no es un western como tal si no que tiene unos decorados ambientados en eso que en Estados Unidos es su género clásico por excelencia, que quizás es el motivo principal de que no se prodiguen mucho las risas en algo que para ellos es casi intocable. Ya sólo por ello, la cinta que yo reseñamos es original y dudo mucho que haya quien consiga reprimirse un puñado de risotadas durante su visionado, que es lo mínimo que se le puede pedir a una producción de este talante y que, aún así, no siempre se consigue. Por todo ello, me sorprende mucho que haya pasado tan desapercibida y desde aquí la postulo como una de esas cintas reivindicables que siempre está bien “descubrir” de tanto en tano.

Memorable: el cameo de Christopher Lloyd, repitiendo su rol de Doc Brown, escondiendo el Delorean y sonando los acordes de “Back to the future”… Es una coña muy del estilo “Padre de Familia” pero que, visto en pantalla grande, se convierte en uno de los mejores cameos de la historia del cine.

Mejorable: la comedia, muchas veces, depende también del factor sorpresa. Y si bien es cierto que muchos gags la tienen (el flamígero peligro de hacerse una foto, la estampida en la feria, el perro que recoge un inesperado hueso…) la historia de amor principal es bastante previsible.


Parafraseando: en otro de esos momentos para la posteridad, Jamie Foxx repite su papel de “Django desencadenado” (justo antes de los títulos de crédito… y también después de estos) para ajustar cuentas con el humor… “negro”: “En la feria, muere gente”.

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