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sábado, 4 de febrero de 2017

Crítica de "Tarde para la ira"


Año: 2016. Coescrita y dirigida por: Raúl Arévalo (hasta ahora, actor en series y películas como “La isla mínima”). Intérpretes: Antonio de la Torre (“Caníbal”), Luis Callejo (la serie “El barco”), Alicia Rubio (“Primos”), Ruth Díaz (el corto “Porsiemprejamón”), Manolo Soto (“B, la película”) y el debutante Raúl Jiménez. Premios: entre otros, es la principal favorita para la gala de los Goya, con 11 nominaciones en las principales categorías (ver listado).

Sinopsis: Jose es un tipo introvertido que traba amistad con los gerentes de un pequeño bar de barrio, liándose posteriormente con la hermana del dueño, quien se ha convertido en su mejor amigo. Sin embargo, la mujer en cuestión está esperando a que su novio salga de la cárcel, tras ocho años encerrado debido a un golpe a una joyería. Cuando la salida del susodicho se produce, descubriremos que el propio Jose también guarda un terrible secreto.

Crítica: “Él nunca habla de sus cosas, y yo me he acostumbrado a no saber”. Muchos hablan de “thriller” cuando se refieren a ésta, ópera prima del actor Raúl Arévalo. Un género que afortunadamente se está cultivando mucho en nuestra cinematografía en los últimos años, sin perder tampoco las señas de identidad de nuestra piel de toro. Esas mismas señas aluden a un pasado, no sé si decir glorioso, donde nuestra aún no vilipendiada geografía era un colosal escenario para todo tipo de producciones extranjeras, especialmente westerns italo-americanos. Mucho de aquel Sergio Leone y su personaje fetiche, “el jinete pálido” disfrazado de Clint Eastwood (o viceversa) hay en esta película seca, áspera y polvorienta, que también alude a un setentero Sam Peckinpah, quien supo hacer de la violencia cruda una forma de expresión artística. Cine de muchos quilates, en definitiva, impropios de un director novel, pero entendibles considerando que se trata de un actor que lleva más de la mitad de su vida “hablando” en lenguaje de celuloide, y subiéndose por dicho trabajo a muchos escenarios de entregas de premios para recibir galardones. Pero no nos confundamos. Arévalo no se ha limitado a mimetizarse con sus referencias cinéfilas. Su película se va desollando con cada minuto de un metraje muy calculado, “jugando” con el público pero nunca riéndose del mismo, haciendo evolucionar a unos personajes que huyen de los clichés y las etiquetas de “bueno” o “malo” para desnudarse como simples seres humanos llenos de contradicciones, miserias y actos de redención. Especialmente notorio en el rol de Curro (un magnífico Callejo), personaje que al principio parece seguir unos arquetipos ya manidos, pero que conforme avanza la historia se sorprende como la principal tabla de salvación para la empatía del respetable, si bien es cierto que el conjunto coral de los intérpretes que pululan por la cinta denotan una magnífica dirección actoral, sublimada en muchas ocasiones por unos planos cerrados sobre sus rostros que permiten casi secarles las lágrimas.

Resumiendo: la sencillez formal de su puesta en escena, contrastada con la ola de publicidad que ha generado una vez empezó la temporada de premios, pueden quizá decepcionar a quienes no la disfrutaron en su día y se acercan ahora ante el olor de las muchas flores que se le han brindado. Yo tuve la suerte de descubrirla en una sesión doble, como complemento a la última producción de Tim Burton cuyo nombre no recuerdo, y el puñetazo en la boca del estómago que me llevé durante su visionado fue un regusto a sangre propia que seguí paladeando durante muchos días después. Sólo las buenas películas te dejan estos ecos en la memoria sensitiva. Y “Tare para la ira” lo es.

Memorable: toda la secuencia con el magnífico personaje de “Triana”, especialmente con la tensión de su desenlace, que prácticamente te hace dar un brinco del asiento. Igualmente divertida (por lo mal que te lo hace pasar) la comida con el matrimonio en el pueblo, cuando Curro miente diciendo que ha pasado un tiempo en Francia y la esposa de su amigo no ceja en su empeño por indagar.

Mejorable: la verdad es que la disfruté tanto que no tengo nada que objetar A priori, podría decir que a Antonio de la Torre ya le hemos visto en otras ocasiones haciendo personajes de corte similar, pero es que… ¡se le da tan bien hacerlos!


Parafraseando: iba a mencionar una revelación importante que tiene lugar casi al final de la película, pero para no haceros SPOILER voy a quedarme con el intercambio entre ambos protagonistas que hace que todo explote: “¿Por qué tienes tú el teléfono de mi mujer?” “Ése de ahí es mi padre. Y la que mataron era mi novia. ¿Quiénes fueron? Dime sus nombres” “Yo no sé nada” “Sí lo sabes. y me lo vas a decir… porque no quieres que le pase nada a tu familia”.

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