Año: 2016. Coescrita y
dirigida por: Raúl Arévalo (hasta ahora, actor en series y películas como “La
isla mínima”). Intérpretes: Antonio de la Torre (“Caníbal”), Luis Callejo (la
serie “El barco”), Alicia Rubio (“Primos”), Ruth Díaz (el corto “Porsiemprejamón”),
Manolo Soto (“B, la película”) y el debutante Raúl Jiménez. Premios: entre
otros, es la principal favorita para la gala de los Goya, con 11 nominaciones
en las principales categorías (ver listado).
Sinopsis: Jose es
un tipo introvertido que traba amistad con los gerentes de un pequeño bar de
barrio, liándose posteriormente con la hermana del dueño, quien se ha
convertido en su mejor amigo. Sin embargo, la mujer en cuestión está esperando
a que su novio salga de la cárcel, tras ocho años encerrado debido a un golpe a
una joyería. Cuando la salida del susodicho se produce, descubriremos que el
propio Jose también guarda un terrible secreto.
Crítica: “Él
nunca habla de sus cosas, y yo me he acostumbrado a no saber”. Muchos hablan de
“thriller” cuando se refieren a ésta, ópera prima del actor Raúl Arévalo. Un género
que afortunadamente se está cultivando mucho en nuestra cinematografía en los
últimos años, sin perder tampoco las señas de identidad de nuestra piel de
toro. Esas mismas señas aluden a un pasado, no sé si decir glorioso, donde
nuestra aún no vilipendiada geografía era un colosal escenario para todo tipo
de producciones extranjeras, especialmente westerns italo-americanos. Mucho de
aquel Sergio Leone y su personaje fetiche, “el jinete pálido” disfrazado de
Clint Eastwood (o viceversa) hay en esta película seca, áspera y polvorienta,
que también alude a un setentero Sam Peckinpah, quien supo hacer de la
violencia cruda una forma de expresión artística. Cine de muchos quilates, en
definitiva, impropios de un director novel, pero entendibles considerando que
se trata de un actor que lleva más de la mitad de su vida “hablando” en
lenguaje de celuloide, y subiéndose por dicho trabajo a muchos escenarios de
entregas de premios para recibir galardones. Pero no nos confundamos. Arévalo no
se ha limitado a mimetizarse con sus referencias cinéfilas. Su película se va
desollando con cada minuto de un metraje muy calculado, “jugando” con el
público pero nunca riéndose del mismo, haciendo evolucionar a unos personajes
que huyen de los clichés y las etiquetas de “bueno” o “malo” para desnudarse
como simples seres humanos llenos de contradicciones, miserias y actos de
redención. Especialmente notorio en el rol de Curro (un magnífico Callejo),
personaje que al principio parece seguir unos arquetipos ya manidos, pero que
conforme avanza la historia se sorprende como la principal tabla de salvación
para la empatía del respetable, si bien es cierto que el conjunto coral de los
intérpretes que pululan por la cinta denotan una magnífica dirección actoral,
sublimada en muchas ocasiones por unos planos cerrados sobre sus rostros que
permiten casi secarles las lágrimas.
Resumiendo: la
sencillez formal de su puesta en escena, contrastada con la ola de publicidad
que ha generado una vez empezó la temporada de premios, pueden quizá
decepcionar a quienes no la disfrutaron en su día y se acercan ahora ante el
olor de las muchas flores que se le han brindado. Yo tuve la suerte de
descubrirla en una sesión doble, como complemento a la última producción de Tim
Burton cuyo nombre no recuerdo, y el puñetazo en la boca del estómago que me
llevé durante su visionado fue un regusto a sangre propia que seguí paladeando
durante muchos días después. Sólo las buenas películas te dejan estos ecos en
la memoria sensitiva. Y “Tare para la ira” lo es.
Memorable: toda
la secuencia con el magnífico personaje de “Triana”, especialmente con la
tensión de su desenlace, que prácticamente te hace dar un brinco del asiento. Igualmente
divertida (por lo mal que te lo hace pasar) la comida con el matrimonio en el
pueblo, cuando Curro miente diciendo que ha pasado un tiempo en Francia y la
esposa de su amigo no ceja en su empeño por indagar.
Mejorable: la
verdad es que la disfruté tanto que no tengo nada que objetar A priori, podría
decir que a Antonio de la Torre ya le hemos visto en otras ocasiones haciendo
personajes de corte similar, pero es que… ¡se le da tan bien hacerlos!
Parafraseando: iba
a mencionar una revelación importante que tiene lugar casi al final de la
película, pero para no haceros SPOILER voy a quedarme con el intercambio entre
ambos protagonistas que hace que todo explote: “¿Por qué tienes tú el teléfono
de mi mujer?” “Ése de ahí es mi padre. Y la que mataron era mi novia. ¿Quiénes
fueron? Dime sus nombres” “Yo no sé nada” “Sí lo sabes. y me lo vas a decir…
porque no quieres que le pase nada a tu familia”.
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