Año: 2012. Dirigida,
co-escrita y co-protagonizada por: Seth MacFarlane (“Mil maneras de morder el
polvo”... ver crítica). Intérpretes: Mark Wahlberg (“Infiltrados”), Seth MacFarlane (en
España, la voz a Ted se la pone Santi Millán, visto en “7 vidas”), Mila Kunis
(“El destino de Jupiter”), Joel Mchale (“Community”), Giovanni Ribisi (hermano
de Phoebe en “Friends”), Patrick Warburton (“Movie 43”), Jessica Barth (“Ted
2”).Patrick Stewart (sólo como voz del narrador, conocido por ser el Charles
Xavier de la primera trilogía “X-Men”). Presupuesto: 54 millones de dólares.
Recaudación: 549 millones. Premio: recibió una nominación a los Oscar a la
Mejor Canción por “Everybody Needs a Best Friend”, interpretada por Norah
Jones.
Sinopsis: cuando
era pequeño, John Bennett no era muy popular entre los otros niños de su Boston
natal. Así, decidió gastar un deseo navideño para pedir que su osito de peluche
cobrara vida y se convirtiera en su mejor amigo para siempre. Milagrosamente,
el deseo se cumplió y convirtieron al osito Ted en una celebridad que le llevó
a ser entrevistado en programas de televisión. Pero treinta años después, nadie
se acuerda de ello, y la amistad entre John y Ted se convierte en un problema
cuando el primero consigue una novia, la cual no claudica con la forma de vida
de la pareja de colegas, sentados en el sofá y colocándose. Así, Ted tendrá que
aprender a independizarse, con un trabajo y una casa nuevas y… una novia choni.
Crítica: “Ya seas
Justin Bieber o un entañable osito de peluche, llegará un momento en el que al
mundo se la sudará”. Aprovechando el estreno en cines de “Ted 2”, hagamos un
repaso de la que es una de las comedias más exitosas y recomendables de la
última década, que hicieron de su responsable, el creador de “Padre de
Familia”, uno de los gurús modernos de la industria, lo que llevó a presentar
los Oscar y debutar también como actor, todo ello en un corto espacio de
tiempo. Y es que, tal y como dice la voz en la V.O. de Patrick Stewart,
parafraseando a lo que el propio MacFarlane ha confesado en muchas ocasiones,
el éxito es un orgasmo que dura muy poco y hay que saber cogerlo a tiempo y
re-conducirlo antes de que la gente diga: “Ah sí… otra vez lo mismo”. Y si no,
espérense a ver qué ocurre con nuestro Dani Rovira y sus “8 apellidos vascos”. Por
tales motivos, “Ted” es una amalgama de estereotipos y gags que bien podrían
haberse integrado en la citada “Family Guy” (partiendo del hecho que el oso
protagonista es una mezcla entre Stewie y Brian), con sus eñas de identidad
características: la pelea entre los dos amigos que rememora las colosales
batallas entre Peter Griffin y el Pollo
Gigante; el lenguaje, verbal y visual, soez e irreverente (el primer plano de
Ted echándose jabón en la cara para simular semen); las multi-referencias a la
cultura popular (los divertidos cameos sin prejuicios de un Ted Danson hablando
de la polla diminuta de Woody Harrelson, Norah Jones confesando el polvazo que
echó con el osito, y sobre todo, un Sam “Flash Gordon” Jones deseando ponerse
hasta el culo de cocaína)… pero al mismo tiempo, también hay un esfuerzo
consciente y palpable de MacFarlane por intentar amoldar todo ello a una
comedia romántica convencional, como queriendo demostrar que es capaz de ello,
sabedor de que quizás, su futuro tenga que medirse por otro tipo de
producciones más convencionales. No es una rendición al sistema de masas, sino
una evolución madura y sincera de un autor que no quiere pasarse la vida
teniendo miedo de las tormentas y tirándose pedos. Por ello, es de agradecer
que “Ted” funcione a varios niveles y, más allá del caos y la irreverencia que
caracterizan a su serie de dibujos, se destape como un entrañable cuento sobre
la amistad y, en sus pequeños detalles, un nostálgico poema a todos aquellos
que construímos nuestro mundo con la música, el cine y las series de
televisión, como el motivo musical de “Indiana Jones” que suena brevemente en
un momento crucial o el simple hecho de llamar al protagonista “Ted” (o sea:
“Teddy Bear”, el entrañable peluche icónico hoy en día objeto de coleccionismo
y que Elvis Presley mitificó en una canción).
Resumiendo: por
muchos motivos, hay cierto público a quien no puede recomendarse esta comedia,
que lleva la incorrección política un paso más allá y de forma auto-consciente
se parodia a sí misma hablando todo el rato de “chirlas”, “chochos” y “pollas”.
Pero el propio director sabe que eso sólo es la “paja”, y el equilibrio con su
vertiente más convencional hacen que “Ted” sea el gran referente de la comedia
actual, en constante búsque da de nuevas guías, toda vez que las de los Carrey,
Sandler o Segura ya acusan cierto desgaste.
Memorable: la
conversación sobre nombres de “chonis”. Uno de esos momentos que en las
comedias suelen “destripar” los tráilers y que… ¡oh, sorpresa!... luego encima
resultan ser lo mejor de la película. Aquí, afortunadamente, hay muchos más
gags a los que aferrarse, como esa pareja de padre e hijo psicópatas.
Mejorable: aunque
no es negativo en este caso, normalmente se critica las traducciones del
doblaje al español, al tener que cambiar algunas de las referencias del
original. Aquí, se hace un buen trabajo, tanto por la aportación vocal de Santi
Millán como por los localismos que mencionana a los protagonistas de “Verano
Azul” o esa “La Vane” imitando a Belén Esteban y su famosa frase de “Por mi
hija… ¡ma-to!” que no “ensucian” la narración original.
Parafraseando: la
escena que da paso al gag de “la cagada” (literalmente), empieza con lo
siguiente: “Las lumis y yo estábamos viendo “Jack y su gemela”. Es de Adam Sandler
y hace de un tío y de su hermana. Es horrible. Es un coñazo. Pero bueno… son
putas, así que no les importa. Por cierto, ellas son Angélica, Sabrina, Celeste
y Camina Lamama. Qué gran apellidos. Hay por ahí cuatro padres desastrosos a
quienes querría darle las gracias por esta noche”.
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