Año: 2016. Dirección:
la debutante Anne Foerster. Intérpretes: Kate Beckinsale (“Pearl Harbor”), Theo
James (la serie de películas “Divergente”), Tobias Menzies (las series “Juego
de Tronos” y “Outlander”),, Lara Pulver (Irene Adler en “Sherlock”), James
Faulkner (“El diario de Bridget Jones”), Charles Dance (Tywin Lannister en “Juego
de Tronos”), Bradley James (la serie “Merlín”). Presupuesto: 35 millones de
dólares. Recaudación: 78 millones (hasta la fecha).
Curiosidades: es
la quinta entrega de una saga que empezó con “Underworld” (2003), “Underworld
Evolution” (2006), “Underworld: La rebelión de los licántropos” (2009) y “Underworld:
El despertar” (2012). En total, las cinco entregas superan los 500 millones de
recaudación a nivel mundial, lo que duplica el presupuesto conjunto de las
mismas. Desde hace un par de años, se habla de un posible spin-off para la
pequeña pantalla que todavía no se ha concretado.
Sinopsis: la
milenaria guerra entre vampiros y licántropos ha llegado a su punto más
encarnizado, y Selene es la diana de ambas facciones por tanto en cuanto su
hija mestiza puede ser la clave para inclinar la balanza de un bando o de otro.
Animada por su único amigo en esos momentos, David, ambos aceptan unirse de
nuevo al “Aquelarre del Este” para que les ayuden a ganar la guerra, pero
pronto descubrirán que sólo han sido objeto de una nueva traición.
Crítica: “He vivido
mil años. Tal vez viva mil más. O tal vez muera mañana. Pero no le temo la muerte, porque la he mirado a los ojos”. Empezaré
esta reseña aplaudiendo la iniciativa de los responsables del film de hacer un
breve resumen de la franquicia en los primeros minutos, pues a estas alturas de
la película, hay poco que recuerde de ella. Y me gustaría decir que ese
recordatorio no es necesario para comprender la película que nos toca, pero
estaría mintiendo. “Guerras de sangre” no es una unidad independiente, sino que
sólo es un capítulo más dentro de una
saga que sería mucho más coherentemente consigo mismo si hubiese dado el salto
a la televisión, como se viene rumoreando desde hace un tiempo. De hecho, sólo
hecho en falta en esos primeros minutos que no comience con una voz diciendo: “Anteriormente,
en “Underworld”…”, como se hace en muchas ficciones televisivas. La mera
existencia de esta película, pues, ya es toda una incógnita para mí. ¿Alguien
recuerda cuando ver cinco entregas de una misma franquicia estrenadas en
pantalla grande era poco menos que una quimera? Reconozco que a la primera
entrega de la sempiterna guerra entre chupasangres y hombres-lobo le vi cierta
gracia por le hecho de mostrar una puesta en escena similar a “The Matrix”, con
sus personajes vestidos de cuero negro y desenfundando armas a pares, que
escupían casquillos a tutiplén. Además, la prota era Kate Beckinsale, una chica
de la que muchos esperaban grandes cosas y que, a priori, era más guapa que
Carrie-Anne Moss (sí, ya sé que para gustos colores), amén de una premisa
argumental que recordaba los cómics de “Wetworks”. Bueno, pues en esencia, eso
es lo que encontraréis aquí, más allá del galimatías de su intra-historia donde
aparecen personajes que recuerdas vagamente y un “macguffin” (la búsqueda de la
hija de Selene) que nunca llega a resolverse, aunque tampoco es que te importe
mucho, la verdad, de no ser porque entre eso y la escena final un tanto
incomprensible, todo parece indicar que la intención de las partes implicadas
en este proyecto no es que éste sea el final de la historia. ¿Da para más? No.
Pero bueno… tampoco daba para cinco, y aquí estamos.
Resumiendo: no
tengo ningún problema en que haya gente con talento (o que lo aparentan) en
esta película, intentando mantener caliente un cadáver que hace ya mucho que
quedó tan frío como en teoría lo son los propios vampiros. Cada uno se ajusta
sus cuentas personales mirándose al espejo por las mañanas y oye… si ellos no
tienen reparos… ¿quién soy yo? Pero cuanto menos, se les exige que lo maquillen
un poco. Esta es la quinta entrega de una saga y, exceptuando la tercera (que
era una precuela o spin-off o ni me acuerdo, pero me pareció rescatable por
tanto en cuanto añadía algo más a lo ya sabido) el resto han seguido
auto-plagiándose, de tal manera que no sabría distinguir cuál es la primera, la
cuarta o la que hoy toca. Empero, todos tenemos nuestros “placeres culpables”
cinéfilos, e imagino que para algunos la serie “Underworld” lo sea, más allá de
que yo pueda entenderlo o no. Pero insisto: el público no es tonto. Lo que
tiene es mucha paciencia. Pero eso, como todo en la vida, se acaba. Tarde o
temprano. Y en lo que a esta franquicia respecta… ya es muy tarde.
Memorable: hay
muchos momentos de la película (en las escenas de acción, vaya), donde creí
intuir que habían abrazado sin rubor el espíritu “Dragon Ball”, como la
estupenda pelea sobre el hielo entre Selene y el jefe de los licántropos, por
más que los efectos digitales chirriasen unpoco. Pero lo de la Beckinsale
transformada en “super saiyan” (con el pelo de rubio inclusive, aunque sea por
los efectos de los rayos del sol)… bueno, bueno, bueno. Tremendo.
Mejorable: la
sensación de que a todos les da un poco igual lo que están haciendo. El sin
sentido de la premisa argumental (Selene, traicionada mil veces, regresa a lo
que suponemos más parecido a un hogar para ella… sólo para que la traiciones de
nuevo y vuelva estar como al principio). Al menos ya han explicado qué es lo
que pasó con Michael, el padre de la hija de Selene, que si mal no recuerdo desapareció en la segunda
entrega y no parece que tenga intención de volver. Ah, por cierto… está muerto.
Parafraseando: Lara
Pulver, que interpreta a “Semira”, es la única que parece estar realmente
disfrutando con lo que le toca. Una dominatrix que viene a ser algo así como la
némesis de Selene y que tiene un advenedizo únicamente para tener sexo y poco
más. La siguiente conversación la tiene justo antes de ponerle la mano en la
nuca al susodicho y hacer que “baje al pilón”. Magnífico: “Yo pienso…” “No pienses, Varga. Te
harás daño, amor. Hay otras formas de que pruebes tu devoción”.
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