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jueves, 16 de febrero de 2017

Crítica de "WARRIOR" (2011)


Año: 2011. Título original: Warrior.Director: Gavin O´Connor (“Cuestión de honor”). Intérpretes: Joel Edgerton (“Exodus: dioses y reyes”), Tom Hardy (“Mad Max: Fury Road”), Jennifer Morrison (“El ultimo escalón”), Nick Nolte (“Hotel Rwanda”), Maximiliano Hernández (“Capitán América: El soldado de invierno”), Frank Grillo (“Anarchy: La noche de las bestias”). Presupuesto: 25 millones de dólares. Recaudación: 25 millones. Premios: Nick Nolte fue nominado al Mejor Actor de Reparto. Curiosidades: está previsto que este mismo mes de octubre se estrene en Bollywood un remake con el título de “Brothers”.

Sinopsis: a punto de cumplir mil días sobrio, un ex combatiente de Vietnam y ex entrenador de lucha que pasa sus días escuchando el audio-libro de “Moby Dick” ve cómo su hijo pequeño, Tommy Riordan, regresa a casa después de más de diez años sin verle. Su regreso le da esperanzas de recomponer la familia que él mismo destruyó, pero su hijo mayor, Brendan Conlon, un profesor de física con problemas financieros, no está muy por la labor. No obstante, el destino les volverá a unir en “Sparta”, un torneo de artes marciales mixtas cuyo premio es de cinco millones de dólares y donde viejos secretos del pasado saldrán a la luz.

Crítica: se estrenó un año después que “The Fighter” (David O. Russell, 2010) y esta pasada temporada tuvimos también “Foxcatcher” (Bennett Miller, 2014), y en medio de ambas, no sólo cronológicamente, se encuentra “Warrior”, película que ya es de culto y que misteriosamente no llegó nunca a estrenarse en España ni ha sido repescada por ningún distribuidor de DVD O Blu-Ray, a pesar deser posiblemente el film que al hecho del hoy tan de moda Tom Hardy una estrella emergente. Esta cinta sobre la disciplina de artes marciales mixtas podría encuadrarse dentro del subgénero de torneos al estilo de “Contacto sangriento”, “The Quest” o “Campeón de campeones” (curiosamente, no suelen ser tan habituales en países de gran tradición en las artes marciales, quizás porque este tipo de historias evidencian más el “sueño americano” del hombre que, saliendo de la nada, llega a lo más alto), pero tiene muchos alicientes más para ser tenida en cuenta, y no sólo por la brillante presencia de Nick Nolte. De forma muy hábil, casi sibilina, el guión va presentando a distintos contendientes al certamen donde tendrán que batirse, lo que crea distintas némesis a las que tendrán que reducir más allá del hecho de que todos sepamos que el duelo final será fraticida. De la misma manera, el que desde un principio se nos hacer ver como favorito, el introspectivo y atormentado ex marine al que da vida Hardy, va dejando paso poco a poco a su hermano en la ficción, quien se gana a pulso poco a poco el corazón de todos, lo cual suscita un interesante debate interno en el espectador, pues ambos tienen nobles motivos para salir victoriosos del envite. No llego a entender el por qué de la marginalidad de esta película (salvo el deseo expreso de que se convierta, realmente, en una de esas películas cuya magia radique en parte en su difícil acceso, algo que se me antoja difícil de entender pues sería un suicidio comercial), salvo el hecho de que ambas producciones (“The Fighter” y la que nos ocupa) salieron con muy poco margen de diferencia y la primera tenía nombres más llamativos en aquel momento, entendiéndose quizás que la segunda había salido “a rebufo” de la anterior. Uno de esos fallos que de tanto en tanto ocurren en Hollywood, pues no sólo los actores están impresionantes en sus roles (lo del aspecto visual de Hardy, que mantendría para “The Dark Knight Rises”, es de órdago) sino también el realizador, O´Connor, quien marca visualmente las diferencias entre los hermanos con sus combates (los del uno, fugaces como un relámpago; los del otro, sufridos y trabajados), al tiempo que en el encuentro entre ambos en medio de la noche opta por abrir el encuadre para subrayar lo alejados que están el uno del otro (y no sólo a nivel físico). Todo ello para terminar en un clímax a lo “Rocky” que hará las delicias de los amantes de este tipo de propuestas, donde (ahora sí) todos los tópicos se cumplen, incluido ese épico plano final donde ambos avanzan por el pasillo, sujetándose el uno al otro.

Resumiendo: “Warrior” es de esos films que hay que ver sí o sí, aunque sólo sea porque algún día se hablará de Tom Hardy como la bestia parda que es gracias a su papel aquí, o porque puede que sea la última vez que veamos una nominación de Nolte.

Memorable: aunque no llegan a estar del todo explotados, la inclusión de Mad Dog y Koba como oponentes al título. Sobre todo el segundo, ese ruso que recuerda al Ivan Drako de la saga “Rocky” y cuya sombra se va notando por todo el metraje hasta llegar al punto de temerle sin decir una sola palabra.

Mejorable: quizás porque tira hacia delante con demasiadas vías de atención, hay algunos aspectos que no llegan a estar del todo claros y que realmente no sabemos si son intencionados. Es el caso del rol de Nolte, que aparece a chispazos pero cuya función en todo el proceso de entrenamiento y torneo no quedan del todo claros.


Parafraseando: tras no saber nada el uno del otro desde hace casi veinte años, Tommy y Brendan tienen un revelador reencuentro en la playa donde el segundo le muestra fotos de sus hijas: “¿Por qué veo fotos de gente que no conozco?” “Porque son mi familia” “¿Y tú quién coño eres?” “Soy tu hermano” “¿Eres marine? No sabía que hubieras estado en los marines” “No estuve en el ejército” “Bien, en ese caso no eres mi hermano. Porque mi hermano era un marine”.

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