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Eso al menos es lo que parecía anoche durante las veces que
conectaron en “El Debate”. O, para ser más exactos, desde que la dirección tuvo
a bien comenzar con los posicionamientos, porque hasta entonces la hermandad
era santo y seña de los concursantes con el objetivo común de superar la prueba
semanal. Vamos, para quienes nos quejábamos de la indolencia de este VIP desde
que comenzó a emitirse hace más de un mes, toda una gozada, si bien es cierto
que las actitudes de algunas concursantes como Elettra o Alyson son punibles,
cuanto menos, de una nominación directa y, sin embargo, hasta el momento se
están marchando de rositas. Una cosa es que Aída Nízar nos parezca a todos
sobreactuada cuando la vemos llorando en el confesionario y otra muy distinta
que no tenga razón cuando se queja de que si fuese ella la protagonista de
dichas acciones, ya habría sido puesta de patitas en la calle,. O habría una
jauría humana con antorchas humeantes camino de Guadalix clamando para que les
dejasen quemarla en una hoguera.
Lamentablemente, el “speech” de su madre en plató no estuvo
muy trabajado. Intentó enumerar todo lo que había recibido su hija en contra
desde que entró a participar en el programa, para justificar también las
salidas de tono de Aída (que se las trae, cosa que nunca he negado) pero lo
dijo repitiendo algunas de esas chanzas, trabándose y en general sin mucha
convicción. También es cierto que “en vivo y en directo”, con la tensión y los
nervios, es mucho más difícil que hacerlo en la intimida de mi casa y con una
hoja en blanco delante. Repasemos: Daniela la amedrantó cuando Nízar y Alonso
estaban comentando en privado el comportamiento de algunos en la casa,
exigiéndole que la hiciesen partícipe de lo que se hablaba (cosa que, por
supuesto, no tenía por qué hacer); Alyson le preguntó si había hecho porno y
luego dijo que ella misma sí lo había hecho… pero con su madre; esta misma
concursante, muy natural y muy graciosa ella, en los últimos días le ha
escupido en dos ocasiones y, no sólo lo ha reconocido, sino que ha asegurado
que podría hacerlo en su cara durante la emisión de la próxima gala; Aless
Gibaja comenzó su convivencia con ella envenenado al resto de concursantes en
su contra, y pasó de decir de ella que era una “víbora” a espetarle “que era lo
peor y había traído el mal rollo a la casa”, de manera bastante vehemente y
agresiva, sumándose además al linchamiento que estaba recibiendo en ese momento
la polemista, con varios compañeros en contra y de pie delante de ella,
mientras que la propia Aída continuaba sentada en el sofá. Pero es que voy más
allá, porque esta última acción tuvo lugar después del (primer) intento de
agresión a Aída, cuando Elettra se acercó a ella soltando todo tipo de
improperios, masajeándose las tetas (algo así como el golpe de pecho de los
gorilas, pero en versión choni recauchutada) y tocándole la cara en tono
bastante intimidatorio, hasta el punto de que varias personas tuvieron que
sujetarla para que la cosa no fuese a más.
Es cierto que la propia Aída exageró posteriormente otro
empujón por parte de Elettra cuando apareció en la casa el mal llamado “sargento”
Matamoros, pero eso no quita que el contacto existiese. También es cierto que no
parece motivo de expulsión a simple vista las palmaditas de la Eckman en la
pierna de la colaboradora durante la última fiesta, ni que ésta le gritase al
oído “¡Agresión, súper, expulsión!”, para hacerle burla refiriéndose a la
escena anteriormente mencionada. Y bueno, tampoco se puede considerar como una
agresión directa el hecho de que Elettra anoche golpease con puñetazos y
patadas el mobiliario de la casa mientras discutía con ella. Ahora bien,
sumándolo todo… hay que ser muy necio para no darse cuenta de que lo que están
practicando en Guadalix es un amago de “bullying” en toda regla, un machaque
contínuo de 24 horas donde se van turnando para hacer de la Nízar un saco de
boxeo para todo tipo de vejaciones. Y sí, ya sé que todos los que odien a
muerte a la “elegida de Dios” dirán que ésta se lo tiene bien merecido, pues es
bastante propensa a apagar el fuego con un chorrito de gasolina. Esto también
es cierto, sí. Pero a todos aquellos que nieguen lo evidente les diré que es
una reacción bastante común en personas que están siendo maltratadas de esta
manera responder de la misma forma para dar una falsa impresión de que no están
siendo “sometidos”.
La gota que colmó el vaso, y quizás la que pasó más
inadvertida. Fue la manera en que la casa en bloque atacó a Alejandro Abad
cuando éste le dio su apoyo a Aída. Quedó patente entonces que lo que tenemos
ahora mismo en el VIP es una guerra en toda regla donde, o estás con el bando
teóricamente “bueno”… o estás en su contra. Para el resto de concursantes no es
suficiente que la Nízar salga expulsada presumiblemente este jueves. No. Antes de
que eso ocurra tienen que amargarle la existencia, dejándola sola como un perro
y, si se puede, chafándole la cabeza en el barro de la pista americana donde
minutos antes la animaban entonando su característico “¡Amo mi vida!” para que
terminase la prueba. Nagore Robles señalaba desde el plató que Aída había
querido sabotear la prueba. La verdad es que no sé si lo hizo. Pero debería. Porque,
a todo lo señalado en este artículo, le faltaba la guinda del pastel en forma
de un Kiko Matamoros que, lejos de intentar mantener una especie de equilibrio
de poderes, se sumó al escarnio público afeándole el mismo comportamiento que
él había tenido los días que estuvo en la casa.
En fin, que por todo lo dicho, me gustaría que Aída superase
la nominación de esta semana, aunque sé que es una proeza difícil de conseguir,
sólo al alcance de auténticos héroes. Y esos héroes, queridos telespectadores,
somos todos nosotros, que tenemos el auténtico poder del programa en nuestro
voto. Hagámoslo posible.
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