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martes, 7 de febrero de 2017

GH VIP 5: "Ni eres madres ni lo vas a ser nunca"


Ver el blog de ayer (pinchar aquí).
Me veo en la necesidad, una vez más, de recordaros que me la trae al pairo quien gane “Gran Hermano”, tanto el de los anónimos como el VIP. Ni me voy a llevar una parte del codiciado maletín ni aspiro a ser amigo ni siquiera conocido de ninguno de los concursantes. Insisto: me da absolutamente igual. Lo único que me interesa tanto del programa como de quienes participan en él es lo que busco cada vez que enciendo la televisión, ya sea en un reality, serie de ficción o las noticias de sobremesa: entretenimiento. Tan simple, directo, y aveces difícil de conseguir como eso. Un objetivo que “GH” siempre me había despertado, exceptuando la pasada versión de los anónimos, cuando a falta de un mes más o menos para su conclusión decidí dejar de verlo (para ser más exactos: cuando vi claro que la expulsada de la semana iba a ser Adara), por tanto en cuanto lo que quedaba dentro de Guadalix difícilmente iba a hacer que me emocionase de algún modo. No tengo nada contra “Naranjita la lía” y, de hecho, era una de mis favoritas al principio de la emisión, pero ese odio enfermizo que tuvo con Adara no sólo era injustificado, sino además nocivo para ambas. No es obligatorio que cada año tenga que ganar aquel que se aísla del grupo mayoritario (sin ir más lejos, en la pasada edición del VIP ganó Laura Matamoros frente a Carlos Lozano), pero sí se agradece que, al menos, los ejes más representativos de cada bando lleguen a la final, porque si no nos encontramos con un descafeinado desenlace donde nada importa ya, porque sus integrantes parecen estar en lago más parecido a unas vacaciones entre amigos (experiencia que, ya puestos, me gusta más vivirla que verla por televisión).
Por todo ello, no me gustaría que Aída ni Alejandro salgan este jueves de la casa. A no ser que con la presumible salida de la polemista se de inicio a la “repesca” y ello de con Toño Snachís de nuevo dentro del concurso. Cualquier otra cosa se me antoja como perjudicial, no sólo para mis intereses, sino para el propio espacio en sí. Recordemos que hace apenas un par de semanas sufríamos por la posible cancelación del VIP, con caídas en picado de audiencia en cada emisión y con la defenestración del “Límite 48 horas”, que definitivamente se queda fuera de la parrilla. Esto, por supuesto, y como he dicho otras muchas veces, no implica que comulgue con todo lo que hacen o dicen los susodichos Aída y Alejandro.. sobre todo en lo que respecta a la primera, que tiene un don natural para sacar de quicio a la gente. “Ni jarto de vino”, como se suele decir, me iría con ella a vivir encerrado en una casa (ni a tomar un café siquiera), pero me divierte profundamente verla en pantalla, máxime cuando consiguió despertar una convivencia aletargada e insufrible. Esto es de destacar, pues creo que mucha gente de la que seguramente voten esta semana para echar a alguien de Guadalix lo hagan pensando en el pasado de la colaboradora, que salió a las primeras de cambio tanto de su “Gran Hermano” como del postrero “Supervivientes”. En ambas ocasiones, yo también estaba por esa labor, pero no creo que debamos tomarlo como santo y seña. No al menos en esta ocasión. Hemos de ser justos y, sobre todo, coherentes con lo que estábamos viendo hasta su llegada.
Y, de la misma manera que no juzgo como persona (o personaje, si preferís) a Aída más allá de sus méritos o deméritos televisivos, otro tanto me pasa con “el trío Cobra”, como he bautizado a Aless Gibaja, Daniela Blume y Elettra Lamborgini. Nuevamente, tiremos un poco de eso que tantas veces se echa en falta: la memoria. El “influencer” (o como se defina) era un chico con armario monocromático que se pasaba los días diciendo cosas como “consejito”, “super pink”, “siempre smile” y “ok doky”. Un tipo en apariencia tan malvado como pudiese serlo un osito de peluche, que se disfrazaba con pijamas de unicornio y que decía luchar contra las injusticias y especialmente contra el “bullying” que él mismo había sufrido en el colegio. Y mira tú por dónde que desde la llegada de Aída su comportamiento ha cambiado ostensiblemente, hasta el punto de decirle cosas como: “Tienes 41 años y quieres ser tener muchos hijos, pero no vas a encontrar a nadie que quiera hacértelos”. Sí, ya sé que estaréis pensando que voy a soltar una parrafada en contra de Gibaja a costa de estas declaraciones, altamente desafortunadas y que agreden directamente a una cosa muy personal de una compañera. Pero… ¡no lo voy a hacer! Éste Gibaja me encanta. Al otro era al que no soportaba. Una personalidad así la quiero ver en pantalla, y por supuesto también quiero ver a la némesis que le saca dicho carácter. ¿Qué es lo que vamos a conseguir si sale Aída esta semana? ¿Qué vuelva a impregnarnos con sus “super consejitos”? ¿De verdad es lo que queremos?
Seamos sensatos, por favor. Nunca he dicho que la Nízar deba ganar este concurso ni creo que sea una postura que defienda en el futuro. Pero su presencia en la casa, a día de hoy, es innegociable. De momento, ha despertado el lado más oculto de gente que estaba muy en la sombra, como el mencionado Gibaja, pero también Alyson Eckman o Marco Ferri. Todos ellos han comprendido, cuanto menos, que les estaban “castigando” con la irrupción inesperada de Aíza y, por tanto, debían hacer algo en consecuencia, bien fuese estar a su lado o en contra, pero hacerlo de manera activa y no con la languidez con la que estaban dejando que pasaran las semanas.
En fin, no sé qué más decir para haceros entender que hemos ganado mucho con la llegada de Aída, y seríamos unos necios si la dejásemos escapar. Ya lo hicimos con Toño Sanchís, imbuidos por una supuesta necesidad de hacer justicia a favor de Belén Esteban que ni nos competía ni dio como resultado algo bueno para el desarrollo del concurso. No nos equivoquemos otra vez. Seguro que hay mejores oportunidades de volver a dar su escarmiento a Aída Nízar. Pero no esta semana.

Y mañana, como siempre en Orgullo Fan… más y mejor.

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