Información básica:
reseña del álbum homónimo, segundo en su carrera, de Nick Jonas, lanzado en
noviembre de 2014 por Island Records. El disco se compone de once temas y
cuenta con colaboraciones de Angel Haze y Demi Lovato. Se han extraído hasta la
fecha tres singles: “Jealous”, “Chains” y “Teacher”.
Crítica: qué malo
es tener ideas preconcebidas sobre algo (que no prejuicios, son dos cosas
distintas). Y es que, a priori, había varios motivos para que no me gustase
este álbum. Os daré tres: soy hombre, hetero y tengo treinta y tres tacos. Por
eso, el fenómeno “Jonas Brothers” me dio más risa que otra cosa, y de éste
chico sólo sabía que actualmente sale con una Miss Universo (Olivia Culpo, para
más señas) y que se dedica a hacerse fotos en calzoncillos marcando tableta (un
claro truco publicitario para vender su música). Así que pulso el “Play” y… oh,
sorpresa… este “Nick Jonas” se revela como un disco de pop bastante decente,
que aguanta bien varias escuchas y cuenta con algunos temas de esos que te
pasas al mp3 para continuar disfrutándolo. Sí, vale… un disco con tanta
producción detrás, donde hay otros intereses mediáticos que nada tienen que ver
con la música… es lógico que sea, cuanto menos, “simpático”. Pero el chaval es
co-autor de sus propios temas y también es cierto que hemos visto otros
ejemplos de chicos o chicas que han salido de “boys o girls bands” (o
viceversa… ¡ja!) y se los ha llevado el viento. Aquí, al margen de “Chains”
(incontestable primer single) tenemos un “Jealous” donde Nick suena como un
George Michael de la era Wham!, y a éste le sigue el ochentero “Teacher” que te
hace mirar a izquierda y derecha buscando aparecer a Axel Foley. Hay otras
cosas curiosas, como el piano cabaretero que marca el tempo en “Widerness” o la
aparición de esa Angel Haze que no tenía el gusto de conocer y que se esfuerza
por parecerse a Nicki Minai, lo que, junto a las previsibles baladas para que
su público femenino lubrique, te dan la sensación a veces de estar escuchando
un trabajo de Chris Brown… cuando Chris Brown quería ser Michael Jackson (es un
poco rebuscado, lo sé). Volviendo a los orígenes del chico, el haber triunfado
en un grupo siendo adolescente (y encima, como estrella del Disney Channel)
tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes. A su favor, éste Jonas
tiene que su pose de “chico tierno pero que cuando quiere puede ser malote” le
sigue valiendo como sello personal. Su ex novia, Miley Cyrus, lo tuvo más
difícil, porque ser la “hija perfecta” te puede valer para muchas cosas… pero
no para vender discos. Para eso, tuvo que convertirse en “esa zorrita a la que
todos quisiéramos tirarnos”. Como decía, Nick Jonas lo tiene más fácil en este
sentido. Pero igualmente, si detrás de la imagen no hay unas canciones que le
respalden, los trucos de artificio que dan las campañas de publicidad no
aguantan mucho. Y, afortunadamente, para él, este disco me ha dado argumentos
para no volver a tomármelo a broma cuando saque el siguiente. Que sí, también
lo volveré a escuchar. Por si acaso.
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