Creada por: Vince
Gilligan y Peter Gould. Emisión: febrero de 2015. Cadena: AMC. En España:
Movistar Series. Epidosiod: 10. Básico: spin-off de “Breaking Bad” (2008-2013).
Intérpretes: Bob Odenkirk, Michael McKean, Jonathan Banks, Rhea Seehorn,
Patrick Fabian, Michael Mando. Audiencias: el primer episodio fue seguido en
USA por casi siete millones de espectadores, convirtiéndose en el mejor estreno
en la historia de la televisión por cable.
Historia: en
2002, James McGill es un abogado perdedor que trata de darse a conocer en
Albuquerque (Nuevo México), condenado a cuidar de su hermano mayor Chuck, un
brillante letrado que ha sufrido una extraña alergia a los aparatos eléctricos
y vive recluido en su casa. Harto de lidiar contra los grandes bufetes que no
le dejan prosperar, James comienza a recordar su vieja faceta de “chanchullero”
cuando se le conocía como “Jimmy Resbalones” cuando vivía en Cícero (Illinois),
creyendo que utilizando alguno de sus viejos trucos puede encontrar el atajo
del éxito.
Secundario: James
entabla una curiosa relación con el encargado del párking del juzgado, Mike
Ehrmantraut, un policía jubilado que tras la muerte de su hijo, también
policía, en acto de servicio, se tomó la justicia por su mano y ahora se ha
mudado a Nuevo México para estar más cerca de su cuñada y su nieto. Mike pronto
comenzará a sacarse un sobresueldo convirtiéndose en “guardaespaldas” para
tipos de dudosa moralidad.
SPOILER: James
consigue por fin su primer gran caso en una demanda colectiva a los clientes de
una franquicia de hogares para jubilados. Su hermano Chuck, que se recupera en
gran medida gracias a este hecho, le anima a que busque ayuda en su propia
firma, con los antiguos socios de Chuck. Pero éste le traiciona alegando que
James jamás tendrá un verdadero respeto por la profesión y tras esta confesión,
James abandona a Chuck y rechaza también unirse a otro bufete de Santa Fe,
prometiéndose que a partir de ese momento, nadie le va a detener en su carrera.
Crítica:
confesémoslo: todos teníamos nuestras dudas. Para que un spin-off triunfe, tal
y como han demostrado “Frasier”, “Flash” o “Aída” (por citar tres casos), es
necesario que transite por algunos lugares comunes, pero que también demuestre
tener un universo propio que justifique su existencia en solitario. Esto ya de
por sí no es fácil, pero si encima tienes entre manos un “spin-off precuela”
(anulando el factor sorpresa, puesto que ya sabes dónde debe desembocar, tarde
o temprano), tus opciones de fracasar aumentan. “Better Call Saul” las disipa
de un plumazo en un primer episodio que transcurre a velocidad vertiginosa y
traza una elipsis en su primera temporada hasta finalizar en un último capítulo
para quitarse el sombrero, con ese plano final de nuestro “chupa-tintas”
favorito tararareando el “Smoke on the wáter” de los Deep Purple, en un guiño a
su antiguo camarada de fechorías Marco, uno de los personajes entrañables que
pueblan esta nueva ficción de culto de la televisión moderna. Porque, ante
todo, el éxito de “BCS” es ayudar a encumbrar aún más la figura del “looser”
más carismático que haya sido jamás creado, con un prólogo en blanco y negro
donde vemos que tristemente cayó tras su colaboración con Walter White, pero
que rápidamente decide buscar su propio sitio y se aleja de su antecesora; tanto
es así, que ni siquiera el propio “Saul” del título hace acto de presencia como
tal en esta primera tanda de episodios que nos han sabido a muy, muy poco.
Mención especial merece Bob Oddenkirk, quien tras interpretar a Goodman en
“Breaking Bad” supo llenar el espacio entre el final de ésta y el comienzo de
la que nos ocupa con breves apariciones en las muy recomendables película “Nebraska”
y serie “Fargo”, y aquí ejerce un doctorado de cómo llevar en sus espaldas todo
el peso de una producción y salir indemne de la prueba. El humor negro, la
tétrica tensión, los personajes llenos de claro-oscuros y el ritmo
desacompasado de “Breaking Bad” están en “BCS”. Pero también hay “algo más”.
Eso ya lo sabíamos antes de verla, claro. La pregunta era si ese “algo más”
merecía tanto la pena como para arriesgarse a mancillar el buen recuerdo que
había dejado la serie “madre”. Ahora sabemos que sí. Y todos respiramos
aliviados.
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