Con la salida de PlayStation, Crash Bandicoot se convirtió
en la mascota no oficial de la nueva consola, al estilo de lo que Sonic era
para Sega o Super Mario para Nintendo. De hecho, el marsupilami mutado tenía
bastante que ver con el fontanero aunque no lo pareciese. ¿En qué? Bueno, para
empezar, el objetivo final del personaje era recuperar a su novia, Tawna,
secuestrada por el científico loco Neo Cortex y su mano derecha, Nitrus Brio.
Además, era un juego “blanco”: los enemigos de Crash eran mapaches, tortugas,
monos, lagartos, murciélagos, plantas carnívoras… y se deshacía de ellos
saltándoles encima o girando sobre sí mismo cual diablo de Tasmania.
Sin embargo, no cabe duda que era precisamente las
diferencias de las dos sagas mencionadas anteriormente lo que convirtió al
juego desarrollado por Naughty Dog en todo un éxito. Efectivamente, Crash Bandicoot era un juego
de plataformas… pero en un entorno 3D, algo totalmente revolucionario hasta la
aparición de “Super Mario 64″. El protagonista se desplazaba “hacia adelante”,
en lugar de horizontalmente, pero también podía “perderse” por el escenario
(con muchas limitaciones, eso sí) para alcanzar algunas cajas (uno de los
objetivos del juego: romper cuantas más cajas mejor) o algunos ítems que
permitían el acceso a fases de bonus. Además, el protagonista contaba con la
ayuda de una especie de “ídolo maya” que le acompañaba y le protegía de algunos
“toques”, pudiendo aumentar su protección con la recogida de otros iconos
similares… pero también perdiéndola si te “tocaban” mucho.
Pero en la variedad
está el gusto, y a lo largo de las tres islas (subdivididas en niveles) que
componen el juego, había lugar para que Crash también tuviese que saltar hacia
niveles superiores, navegar de una hoja flotante a otra en una jungla, sortease
trampas en una especie de “templo maldito”, evitase piedras gigantes que
corrían detrás de él (en otra clara referencia a Indiana Jones, en este caso, a
“El busca del Arca Perdida”) o cabalgase a un jabalí a toda velocidad (en una
de las fases más divertidas de todo el juego).
En resumen: todo
un clásico por el que no pasan los años y, aunque las sucesivas repeticiones
hacen que muchos se lo puedan pasar a día de hoy con 99 vidas (el máximo que
permite el juego), en su momento supuso semanas y meses de entretenimiento que
hoy en día no quedan tan deslucidos como otros juegos de la época. Sigue
estando a la altura y sentó las bases de una franquicia. Nuff said!
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