Año: 2002. Director:
Curtis Hanson (“Persiguiendo Mavericks”). Guión: Scott Silver (nominado al
Oscar por “The Fighter”). Intérpretes: Eminem (“The Interview”), Kim Basinger
(“9 semanas y media”), Brittany Murphy (“Inocencia Interrumpida”), Mekhi Phifer
(la serie “Urgencias”), Taryn Manning (“Hustle & Flow” y posterior
Pennsatucky de “Orange is the New Black”), Michael Shannon (el General Zod de
“Man of Steel”), Anthony Mackie (el Sam “El Halcón” Wilson de Marvel Studios).
Presupuesto: 41 millones de dólares. Recaudación: 242 millones. Premios: Eminem
recibió el Oscar a la Mejor Canción por “Lose Yourself”.
Curiosidades: la
B.S.O. fue uno de los álbums más vendidos del año. Antes del rodaje, los
productores querían que Eminem cediese el tema “Cleaning Out My Closet” de su
disco “The Eminem Show”, como tema principal. El rapero les pidió que les
dejara intentar componer uno mejor expresamente para el film, el que
posteriormente se llevó la estatuilla dorada.
Sinopsis: Jimmy
Smith, conocido por el aka de B-Rabbit, es un joven que vive en los suburbios
de Detroit, separado de los barrios ricos por la “8 Mile”. Acaba de cortar con
su novia, tras decirle ésta que está embarazada, y debe volver a vivir con su
madre y su hermana pequeña en una caravana. Presionado por su colega Future,
que se dedica a presentar “batallas” de improvisación en un garito, el sueño de
B-Rabbit es ganar una maqueta y conseguir algo de éxito para escapar de su
deprimente vida.
Crítica: “Three One Three… ¡Fuck Free World!”. Como
todos los amantes de las “Batallas de Gallos” de Red Bull saben (INCISO: es
cuanto menos paradójico que los duelos de MCs o freestylers sean en España un
reclamo para miles de personas, mucho más que en otros países donde el rap
tiene mucho más éxito que en aquí… o eso, al menos, parece si escuchas las
“radio-fórmulas”) saben, a los raperos no les gusta que les mencionan “8
Millas”. Imagino que se debe al hecho de que les tachen de “subirse al carro” a
raíz del éxito internacional de la misma, en lugar de ser “puristas” del hip
hop desde que estaban en la cuna. También los hay, entre los cinéfilos, que
hablan del film como el principio del fin de Curtis Hanson, director que venía
de rodar “L.A. Confidential” y del que se esperaba fuese el nuevo Scorsese o
Brian de Palma y cuya calidad fue menguando en cada nuevo proyecto. Por último,
están quienes simplemente dicen que esta película es una versión rapera de
“Rocky” destinada a idolatrar la figura de Eminem y perpetuar el estereotipo
del “american way of life”. Bueno, en cualquier caso… ni puta idea. “8 Mile” es
una obra maestra del cine musical, una cinta que, efectivamente, surgió en el
momento de máximo esplendor de Marshall Mathers, una figura muy controvertida
que se auto-denomina “el Elvis Presley del rap” por tanto en cuanto hizo que un
género eminentemente “para negros” se acercara a gente de todo tipo, raza y
condición social. Con una fotografía húmeda, unos secundarios bien construidos
y un marco incomparable como telón de fondo (esa Detroit que no mucho después
se declararía “en bancarrota” cuando la industria automovilística de la que
dependía se fue a pique), “8 millas” no es una peli de superación al uso, sino
un retrato del rap en líneas generales, que desde su génesis hasta nuestros
días está llena de chavales que sueñan con escapar de sus barrios, “groupies”
dispuestas a todo, una industria que quiere moldearte como una figura de
plástico y una lucha constante por conseguir respeto, ya sea de cara frente a
los demás o a ti mismo cuando te miras en un espejo. Con esa estructura
circular, donde de forma brillante vemos a “B-Rabbit” preparándose para una
batalla, rapeando en el cuarto de baño y sucumbiendo a sus miedos… y el final
que todos sabemos, en su gran reválida frente a “Papa Doc”, cuando descubra que
su única y auténtica pelea es contra sí mismo, Hanson gesta el mejor
“falso-biopic” de todos los tiempos, un reflejo… no de Eminem… sino de varias
generaciones de jóvenes que comparten un mismo sueño.
Resumiendo: todos
(y cuando digo “todos”, lógicamente estoy generalizando) hemos estado alguna
vez en un coche con los colegas, dando vueltas, fumando porros, bebiendo,
colándonos en casas abandonadas y con esa sensación permanente de estar
atrapado y queriendo escapar. Puede parecer banal o incluso estúpido, pero todo
se resume en esa frase final: “Prefiero ir a mi rollo, colega… ¿entiendes?”.
Memorable: la
Basinger, que venía de ser una trasunta de Lana Turner, la personificación de
la elegancia y el estilo… convertida en una “choni”. Y el putón verbenero encarnado
por Brittany Murphy, actriz que falleció prematuramente en 2009 a consecuencia
de una neumonía mezclada con anemia y el abuso de medicinas para curar el
resfriado. Al menos, en un primer momento. Posteriormente, cuando su viudo fue
encontrado muerto un año después con los mismos síntomas, los familiares
emprendieron una batalla legal intentando demostrar que las muertes se debieron
a “moho tóxico” derivado de los metales pesados utilizados para la construcción
de la vivienda. Lamentable, en cualquier caso.
Mejorable: sé que
en este caso concreto tenía difícil solución y el doblaje habría “cantado”
mucho, amén de que se perdería el encanto de ver a Eminem haciendo aquello por
lo que fue se le empezó a conocer cuando se hacía llamar “M&M”, pero ya
sabéis que soy un ferviente detractor de los subtítulos, de obligada necesidad
aquí durante las batallas, que son el meollo del asunto. Definitivamente, tengo
que aprender inglés.
Parafraseando:
Rabbit decide abandonar el trasto de auto que su madre le regaló por su
cumpleaños (brillante el rapeo sobre el “Sweet Home Alabama” de Lynyrd Skynyrd
mientras intenta arreglarlo), así que uno de sus colegas le acerca al curro: “¿Te
has preguntado en qué momento hay que decir: “A la mierda”? ¿Cuándo hay que
dejar de vivir allá arriba… para vivir aquí abajo?” “Son las siete y media de
la mañana, tío”.
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