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viernes, 10 de marzo de 2017

Crítica de "8 MILLAS" (2002)


Año: 2002. Director: Curtis Hanson (“Persiguiendo Mavericks”). Guión: Scott Silver (nominado al Oscar por “The Fighter”). Intérpretes: Eminem (“The Interview”), Kim Basinger (“9 semanas y media”), Brittany Murphy (“Inocencia Interrumpida”), Mekhi Phifer (la serie “Urgencias”), Taryn Manning (“Hustle & Flow” y posterior Pennsatucky de “Orange is the New Black”), Michael Shannon (el General Zod de “Man of Steel”), Anthony Mackie (el Sam “El Halcón” Wilson de Marvel Studios). Presupuesto: 41 millones de dólares. Recaudación: 242 millones. Premios: Eminem recibió el Oscar a la Mejor Canción por “Lose Yourself”.

Curiosidades: la B.S.O. fue uno de los álbums más vendidos del año. Antes del rodaje, los productores querían que Eminem cediese el tema “Cleaning Out My Closet” de su disco “The Eminem Show”, como tema principal. El rapero les pidió que les dejara intentar componer uno mejor expresamente para el film, el que posteriormente se llevó la estatuilla dorada.

Sinopsis: Jimmy Smith, conocido por el aka de B-Rabbit, es un joven que vive en los suburbios de Detroit, separado de los barrios ricos por la “8 Mile”. Acaba de cortar con su novia, tras decirle ésta que está embarazada, y debe volver a vivir con su madre y su hermana pequeña en una caravana. Presionado por su colega Future, que se dedica a presentar “batallas” de improvisación en un garito, el sueño de B-Rabbit es ganar una maqueta y conseguir algo de éxito para escapar de su deprimente vida.

Crítica: “Three One Three… ¡Fuck Free World!”. Como todos los amantes de las “Batallas de Gallos” de Red Bull saben (INCISO: es cuanto menos paradójico que los duelos de MCs o freestylers sean en España un reclamo para miles de personas, mucho más que en otros países donde el rap tiene mucho más éxito que en aquí… o eso, al menos, parece si escuchas las “radio-fórmulas”) saben, a los raperos no les gusta que les mencionan “8 Millas”. Imagino que se debe al hecho de que les tachen de “subirse al carro” a raíz del éxito internacional de la misma, en lugar de ser “puristas” del hip hop desde que estaban en la cuna. También los hay, entre los cinéfilos, que hablan del film como el principio del fin de Curtis Hanson, director que venía de rodar “L.A. Confidential” y del que se esperaba fuese el nuevo Scorsese o Brian de Palma y cuya calidad fue menguando en cada nuevo proyecto. Por último, están quienes simplemente dicen que esta película es una versión rapera de “Rocky” destinada a idolatrar la figura de Eminem y perpetuar el estereotipo del “american way of life”. Bueno, en cualquier caso… ni puta idea. “8 Mile” es una obra maestra del cine musical, una cinta que, efectivamente, surgió en el momento de máximo esplendor de Marshall Mathers, una figura muy controvertida que se auto-denomina “el Elvis Presley del rap” por tanto en cuanto hizo que un género eminentemente “para negros” se acercara a gente de todo tipo, raza y condición social. Con una fotografía húmeda, unos secundarios bien construidos y un marco incomparable como telón de fondo (esa Detroit que no mucho después se declararía “en bancarrota” cuando la industria automovilística de la que dependía se fue a pique), “8 millas” no es una peli de superación al uso, sino un retrato del rap en líneas generales, que desde su génesis hasta nuestros días está llena de chavales que sueñan con escapar de sus barrios, “groupies” dispuestas a todo, una industria que quiere moldearte como una figura de plástico y una lucha constante por conseguir respeto, ya sea de cara frente a los demás o a ti mismo cuando te miras en un espejo. Con esa estructura circular, donde de forma brillante vemos a “B-Rabbit” preparándose para una batalla, rapeando en el cuarto de baño y sucumbiendo a sus miedos… y el final que todos sabemos, en su gran reválida frente a “Papa Doc”, cuando descubra que su única y auténtica pelea es contra sí mismo, Hanson gesta el mejor “falso-biopic” de todos los tiempos, un reflejo… no de Eminem… sino de varias generaciones de jóvenes que comparten un mismo sueño.

Resumiendo: todos (y cuando digo “todos”, lógicamente estoy generalizando) hemos estado alguna vez en un coche con los colegas, dando vueltas, fumando porros, bebiendo, colándonos en casas abandonadas y con esa sensación permanente de estar atrapado y queriendo escapar. Puede parecer banal o incluso estúpido, pero todo se resume en esa frase final: “Prefiero ir a mi rollo, colega… ¿entiendes?”.

Memorable: la Basinger, que venía de ser una trasunta de Lana Turner, la personificación de la elegancia y el estilo… convertida en una “choni”. Y el putón verbenero encarnado por Brittany Murphy, actriz que falleció prematuramente en 2009 a consecuencia de una neumonía mezclada con anemia y el abuso de medicinas para curar el resfriado. Al menos, en un primer momento. Posteriormente, cuando su viudo fue encontrado muerto un año después con los mismos síntomas, los familiares emprendieron una batalla legal intentando demostrar que las muertes se debieron a “moho tóxico” derivado de los metales pesados utilizados para la construcción de la vivienda. Lamentable, en cualquier caso.

Mejorable: sé que en este caso concreto tenía difícil solución y el doblaje habría “cantado” mucho, amén de que se perdería el encanto de ver a Eminem haciendo aquello por lo que fue se le empezó a conocer cuando se hacía llamar “M&M”, pero ya sabéis que soy un ferviente detractor de los subtítulos, de obligada necesidad aquí durante las batallas, que son el meollo del asunto. Definitivamente, tengo que aprender inglés.


Parafraseando: Rabbit decide abandonar el trasto de auto que su madre le regaló por su cumpleaños (brillante el rapeo sobre el “Sweet Home Alabama” de Lynyrd Skynyrd mientras intenta arreglarlo), así que uno de sus colegas le acerca al curro: “¿Te has preguntado en qué momento hay que decir: “A la mierda”? ¿Cuándo hay que dejar de vivir allá arriba… para vivir aquí abajo?” “Son las siete y media de la mañana, tío”. 

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