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martes, 14 de marzo de 2017

Crítica de "G.I. JOE" (2009)


Año: 2009. Título original: G.I. Joe: Rise of Cobra. Director: Stephen Sommers (“Van Helsing”). Intérpretes: Channing Tatum (“Foxcatcher”), Marlon Wayans (“Scary Movie”), Adewale Akinnouye (“Thor: El mundo oscuro”), Dennis Quaid (“Traffic”), Rachel Nichols (“Conan, el bárbaro”), Ray Park (Darth Maul en “La amenaza fantasma”), Christopher Eccleston (“28 días después”), Sienna Miller (“El francotirador”), Joseph Gordon-Lewitt (“The Dark Knight Rises”). Basada en: la famosa línea de juguetes de Hasbro. Presupuesto: 175 millones de dólares. Recaudación: 304 millones.


Franquicia: la primera película iba comenzar su desarrollo en 2003, pero la invasión de Irak por parte de Estados Unidos hizo que Hasbro cambiase de rumbo hacia los “Transformers”. En 2013, se estrenó una secuela “G.I. Joe: Retaliation”, con importantes adquisiciones como Dwayne Johnson o Bruce Willis. De hecho, Johnson es actualmente el director creativo de la franquicia, y depende de él la realización de una tercera entrega que ya está confirmada. Por otro lado, se está barajando la posibilidad de un crossover con los mencionados “Transformers”, toda vez que son licencias de la misma compañía.


Sinopsis: Duke y su mejor amigo son atacados por unas fuerzas enemigas cuando forman parte de un convoy destinado a proteger unas ojivas cargadas con nano-tecnología capaz de devorar todo lo que encuentren a su paso y sea de componente metálico. Salvados por un grupo militar secreto conocido como “G.I. Joe”, los dos amigos son invitados a unirse a ellos para detener a los responsables del ataque: la organización terrorista Cobra, en cuyas filas milita la ex novia de Duke, apodada ahora como “la Baronesa”.


Crítica: en la definición de “kitsch” aparecen cosas como “estilo en ausencia de estilo” o “nada está de más”. Frases que le vienen muy bien a éste film y a toda la filmografía de Sommers, cuyas historias siempre se alojan en un universo propio un tanto infantiloide y lisérgico. ¿Es eso malo? Pues depende del caso. En “Van Helsing”, que bebía de los clásicos literarios, quedaba tan forzado que terminaba derivando en un tostón de tomo y lomo. Aquí, sin embargo, donde se trata de poner en acción de carne y hueso a unos juguetes, pues resulta simpático, por más que la cantidad de despropósitos es tan grande que uno está a punto de colapsarse. O entras al juego que se propone o, desde luego, estás perdido. Lo que sí queda patente es que el director de “La Momia”, que por aquel entonces aspiraba a ser una suerte de nuevo Steven Spielberg, se quedó un paso por debajo de Gore Verbinski… y su talla exacta habría que dibujarla más cerca de Michael Bay. Tras filtrarse un primer guión y despertar el ataque de los fans, se contrató al guionista de cómics Larry Hama, que había trabajado varios años con los personajes cuando la licencia estuvo en manos de Marvel, para que los ajustase un tanto al original en que estaban basados. Esto, claro, nunca sabremos si fue para mejor o para peor. Porque a pesar de que su estética es muy de cómic, resulta un tanto difícil de identificar a los “joe´s” con esos exoesqueletos que les convierten en una especie de “hulks-aplástalo-todo” y son realmente esos guiños a los juguetes o la serie de dibujos animados ochentera que aquí vimos por las privadas, los que le dan cierto aire “cómplice”, que es, en esencia, el único contexto donde realmente puede funcionar la película. Lástima que Sommers decidiese abusar tanto de la animación digital para las escenas de acción, porque éstas, en tan sólo cinco años, ya “cantean” y resultan bastante incoherentes (arremeter contra todo vehículo que se ponga por delante para que éste salga volando despedido y consiga hacer bajar del techo a Snake Eyes es… bueno… es absurdo, por no decir otra cosa). Se trata de vender palomitas, sí, pero no a toda costa. Lo dicho: encontrar el estilo… en la ausencia del mismo.


Resumiendo: odio cuando los blockbusters se ponen en plan pretencioso. Y también los odio cuando se piensan que el público es gilipollas. “G.I. Joe” se encuentra a mitad de camino entre ambas y no esconde sus intenciones de ser la primera de una franquicia. La concatenación de secuencias de acción y la presentación de nuevos personajes sin ton ni son (ni justificación alguna para el devenir de la trama), por otro lado, hacen su narración algo confusa, aunque claro… eso sea lo de menos. Digamos que tiene un “aprobado alto”.


Memorable: la verdad es que las payasadas de Wayans, sin dejar de cumplir con el requisito de “amigo negro gracioso del prota”, cumplen su objetivo. El prota, por cierto, es un Tatum recién salido de “Step Up”. Todos tenemos un pasado…


Mejorable: la sorpresa final (SPOILER: Cobra consigue sustituir al presidente de Estados Unidos por uno de los suyos), o el interesante planteamiento inicial de ligar el origen de Cobra a la Europa medieval, se pierden entre tanta cacofonía palomitera.



Parafraseando: la persecución por las calles de Francia, con el colofón final del derrumbe de la torre Eiffel, es uno de los despropósitos más grandes jamás filmado. Termina con un encontronazo con un tranvía, que cada uno soporta como puede: “¿Qué te ha pasado?” “He atravesado el tren. ¿Y a ti?” “He saltado por encima” “Se puede” “Sí. Te dije que te leyeras el manual” “¿Hay un manual?”.

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