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martes, 14 de marzo de 2017

Crítica de "KONG: La Isla Calavera" (2017)


Año: 2017. Dirigida por: Jordan Vogt-Roberts (“The King of summer”). Intérpretes: Tom Hiddleston (Loki en la películas de Marvel Studios), Brie Larson (ganadora del Oscar por “La habitación”), Samuel L. Jackson (“Los odiosos ocho”), John Goodman (“El gran Lebowski”), Corey Hawkins (la serie “24 Legacy”), Toby Kebbell (“Ben Hur”), John C. Reilly (“Chicago”), Tom Wilkinson (“Selma”), Jing Tian (“La gran muralla”… ver crítica). Presupuesto: 185 millones de dólares. Recaudación (hasta la fecha): 146 millones, en su primer fin de semana.


Franquicia: tomando obviamente como referencia la cinta original del personaje de 1993, y también bastante del “King Kong” de Peter Jackson (vercrítica), es la segunda entrega de lo que ya se conoce como el “monsterverse” de Legendary Pictures, tras su reinicio de “Godzilla” (ver crítica), y que juntará a ambos personajes en un espectacular crossover en 2019, al margen de planificar ya sus respectivas secuelas individuales.


Sinopsis: en 1975, en plena “guerra fría” contra Rusia, una expedición de los Estados Unidos optiene luz verde por parte del gobierno para hacer un viaje de reconocimiento a una isla recién descubierta del Pacífico, envuelta perpetuamente por una borrasca que hasta la fecha la hacían indetectable. El grupo, compuesto por veteranos de la guerra del Vietnam, aventureros y científicos, llegan a la conocida como “Isla de la Calavera” y pronto descubren que el lugar tiene un “Rey” en la figura de un simio gigantesco, que paradójicamente es el único obstáculo que impide que otros seres aún más peligrosos salgan a la luz. Diezmados nada más aterrizar, los supervivientes tienen ahora tres días para llegar hasta la otra punta de la isla si quieren ser rescatados… o convertirse en “comida” para cualquier bicho que merodea por la zona.


Crítica: “A veces, el enemigo no existe… hasta que lo buscamos”. Le pregunté a un amigo qué le había parecido la última pirueta circense del gran mono por antonomasia de la pantalla grande y su respuesta bue sencilla pero efectiva: “Tiene muchos tiros, explosiones y monstruos gigantes. Es decir… lo que a mí me gusta”. Incontestable. Y no es que con esto esté dicho todo, pero a veces uno se esfuerza en buscarle los tres pies al gato cuando lo que hay… es lo que hay. Todo lo que puedes esperar de la “Skull Island” lo tienes, y más aún, y su metraje se pasa en un suspiro. Además, las criaturas, empezando por su lógico protagonista, llegan a la pantalla desde el inicio, nada de esconderlos o de dosificarlos para los momentos de clímax. Todo el film es un derroche de efectos digitales en este sentido, absolutamente abrumador. Podrías llegar a quejarte de lo previsible de su argumento, pero es que la puesta en escena se te lleva por delante cualquier queja que tengas. De estas, por cierto, lo más que he escuchado es el esquematismo de sus personajes humanos y lo poco que te importa lo que les suceda. Y ya estamos a vuelta con lo mismo. ¿Pues no nos quejamos siempre de que en este tipo de películas lo que importa es el monstruo y los actores “nos la bufan”? ¿En qué quedamos? Que, de verdad, a veces nos empeñamos en ser la gata Flora. Además, hay un par de excepciones en este sentido. El simpático John C. Reilly que te conquista desde el primer momento, pese a que su presencia en el film es más “funcional” que otra cosa (está ahí para explicar al resto lo que demonios ocurre en la isla), y un Samuel L. Jackson al que realmente veo entregado en una película más allá de sus periódicos reencuentros con Tarantino. Solamente por ambos, por la flamígera fotografía que recuerda al “Apocalypse Now” de Coppola (1979= y por las alusiones a “El corazón de las tinieblas”, el relato de Joseph Conrad de 1902 que también estaba presente en la versión de Peter Jackson… merece la pena pagar el precio de la entrada. Y si con eso no tienes suficiente, hay titánicas luchas con monstruos gigantes a cascoporro. Desde luego, no le podemos pedir más.


Resumiendo: si con la anterior singladura del gorila en cines habíamos dicho que era “aventura en estado puro”, lo que tenemos en su nueva reinterpretación es serie B ejecutad como super-producción de Hollywood, sin que ninguna de las dos acepciones sea en sentido peyorativo. En este sentido, es realmente reseñable que la película no tenga ninguna concesión hacia su potencial espectador más joven, que de seguro tendrá bastantes pesadillas cuando llegue a casa, bien sea con el lagarto que se erige como principal némesis, o con la araña gigante que también hace de las suyas o con cualquier otra criatura que pulula por la pantalla, a cada cual más sobrecogedor. Apostar por un cierto toque “adulto” en este tipo de producciones me parece no sólo valiente, sino reivindicable. Es cierto que el visionado de “Kong: La isla de la calavera” te deja cierta sensación de “deja vu” por tanto en cuanto no es más que una versión alargada del tráiler que ya habías visto y te da exactamente lo que promete. Pero te lo da tanto y de una manera tan grande… que te dejará con la boca abierta y lo único que podrás hacer es tragártelo. Enterito.


Memorable: el prólogo, con los dos aviadores de bandos enfrentados cayendo literalmente del cielo y empezando después una persecución que nos lleva de cabeza al primer encuentro con el simio gigante. Espectacular, cómica, sencilla y directa… y a la postre entrañable, como sabemos merced al personaje de Reilly. También suman los paralelismos con el “Jurassic Park” de Spielberg, por lo que el film tiene de vehículo de descubrimiento para el espectador.


Mejorable: lo ya dicho de los protagonistas humanos, si bien es cierto que el hecho de que sean arquetipos y que todos estén interpretados por actores de primer nivel o que se antojan como estrellas emergentes hacen que de un simple vistazo ya sepas todo lo que tienes que saber sobre los mismos. Sin embargo, llega un momento en que algunos desaparecen de manera casi gratuita.



Parafraseando: otro de los clichés que se dejan a un lado (si bien no del todo) es la imposible relación amorosa del monstruo con la chica de la peli. Una Brie Larson de armas tomar se presenta en la expedición como fotógrafa después de haber estado dos años en Vietnam, y enseguida tiene su primer careo con el personaje interpretado por Samuel L. Jackson, quien le echa en cara el retrato que los medios hicieron de los soldados durante el conflicto: “¿No echará la culpa a los que no llevábamos un arma de haber perdido la guerra, verdad coronel?” “Una cámara es más peligrosa que un rifle. Y… no perdimos la guerra. Seguimos en ella”.

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