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domingo, 26 de marzo de 2017

Crítica de "LA JUNGLA: un buen día para morir"


Año: 2013. Director: John Moore (“Tras la línea enemiga”). Intérpretes: Bruce Willis (“G.I. Joe: La venganza”… ver crítica), Jai Courtney (“Terminator Génesis”… ver crítica), Sebastian Koch (“El puente de los espías”), Yuliya Snigir (“La isla habitada”), Sergei Kolesnikov (“Black Sea”), Cole Huser (“Pitch Black”), Mary Elizabeth Winstead (“Swiss Army Man”… ver crítica), Amaury Nolasco (Fernando Sucre en la serie de FOX, “Prison Break”), Roman Luknár (“Fair Play”). Presupuesto: 92 millones de dólares. Recaudación: 304 millones.


Franquicia: es la quinta entrega de la saga “Die Hard”, tras las previamente estrenadas en 1988, 1990, 1995 y 2007. Hay en desarrollo una sexta entrega, que se especula como la última de Willis interpretando al personaje, y cuyo título provisional es “Die Hard: Year One”, que serviría además como reinicio de la franquicia, y que estaría parcialmente inspirada en el cómic del mismo nombre publicado por Boom! Studios y escrito por Howard Chaykin. Len Wiseman, responsable de la saga “Underworld”, sería el director de la cinta, y se especula con un posible estreno para el próximo 2018, cuando se cumplirían 30 años de la icónica película original dirigida por John McTiernan.


Sinopsis: tras saber que su hijo, del que hace años que no sabe nada, está metido en serios apuros, John McClane viaja hasta Rusia con la intención de ayudarle a salir del atolladero. Allí, no obstante, se ve involucrado en una operación a escala global para sacar a un preso de la cárcel, descubriendo así que su vástago es en realidad un agente encubierto de la CIA. Durante la misión, su hijo Jack y el prisionero liberado quedan completamente a merced de los sicarios que les persiguen, con todos los operativos norteamericanos cayendo víctima del fuego enemigo. De esta forma, McClane será el único que quede para salvar el día… una vez más. y todo ello… a pesar de estar de vacaciones.


Crítica: “Sólo estoy de vacaciones. Pero mi chaval… va a inflarte a ostias”. Hagamos un ejercicio de abstracción. Pongamos que esta película se llamase, a secas, “Un buen día para morir” (en España, ya que el juego de palabras de la original en inglés incluye el título original de la saga). Bien, lo tenemos, ¿no? Y ahora supongamos que el personaje de Bruce Willis no se apellida McClane sino… qué sé yo… “Palotes”. John Palotes, para ser exactos. Bueno, pues entonces estaríamos hablando de otra película, claro, y el tono de esta reseña sería mucho más complaciente con la misma. Pero la triste realidad es que la que tenemos aquí, pese a sus aciertos (que los hay) es la peor película de toda la franquicia, alejada completamente ya de su añorada primera entrega, con un personaje completamente desubicado en un guión que, se mire por donde se mire, se entiende que no fue concebido para ser una secuela de “Die Hard”, sino otra cinta completamente distinta que ha debido amoldarse a lo que 20th Century Fox le pedía, al igual que en su día pasó con la tercera entrega, que fue escrita en un principio como una secuela para la saga “Arma Letal”. Precisamente en aquella, se jugaba a favor de obra, incluyendo una especie de “sidekick” que haría las veces de Roger Murtahugh/Danny Glover, y que interpretó un carismático Samuel L. Jackson. Es innegable que esa misma sintonía ha intentado repetirse aquí, pero emulando a lo que en su día hicieron Ford y Connery en “Indiana Jones y la última cruzada”. Sin embargo, mientras que en ambos casos los roles que acompañaban al héroe eran unos simpáticos “roba-planos” que añadían un nuevo aspecto al prisma del icono al que seguían, aquí el supuesto hijo de McClane se convierte en un tedioso Edipo que, realmente, quiere “matar” a su progenitor solapándole constantemente. Un ejercicio, entiendo, completamente consciente por parte de los responsables de esta película, con la esperanza de que el susodicho cayese en gracia a la audiencia y pudiesen continuar la serie con Jack (en lugar de John) McClane como protagonista de las aventuras, pero que en ningún momento llega a ser siquiera una sombra de Willis, pese a encontrarse éste en unas horas bajas de carisma que nunca pensamos llegar a presenciar. El director John Moore y todos los implicados en este blockbuster de acción que no deja, por otra parte, de ser todo lo solvente que uno espera en una producción de este tipo, llevan a su peor versión el concepto de “serie” de la secuela, facturando lo que bien podría ser un capítulo más (carísimo, eso sí) de una ficción semanal de clase media, con un guión flojísimo y un protagonista con el piloto automático encendido.


Resumiendo: si conseguimos olvidarnos que teóricamente estamos viendo una película de la saga (que sí, ya sé que es mucho pedir), y asumimos la suspensión de la credibilidad como un mal menor, podremos disfrutar en cierto grado de esta propuesta, aunque sólo sea por unos efectos especiales que realmente mantienen la tensión de lo que ocurre en pantalla, toda vez que en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, la socarrona sonrisa de Bruce Willis no es suficiente. Eso sí… escucharle repetir una y otra vez que su personaje está de vacaciones, como si fuese una especie de chiste privado que en ningún momento tiene gracia, te llevan a pensar si realmente el actor se tomó esta producción como un tiempo de asueto en vez de cómo un trabajo (más o menos) “serio”. Vale que el fuerte de McClane para salvarse de los problemas siempre ha sido tomar por idiotas a los terroristas con los que se enfrenta. Pero que nos tome por tales al público y fans de la saga… es harina de otro costal.


Memorable: si bien el trabajo de Moore y el trabajo de una “steady” que nunca consigue mantener el pulso firme, ni siquiera filmando una simple conversación entre dos personajes, tesacan a veces de quicio, cierto es que las persecuciones, tiroteos, explosiones y demás (que, a fin de cuentas, es lo que uno espera de una nueva entrega de “La jungla de cristal”) están a la altura de las circunstancias.


Mejorable: pues básicamente, que falta el alma de la serie y, en especial, de la cinta original. McClane siempre fue un “looser” sobrepasado por la situación, que se salvaba por los pelos (no, no era un intento de mal chiste) de los problemas que venían a buscarle. Aquí, no obstante, a pesar de acabar tan magullado como siempre, el factor riesgo prácticamente no existe, y uno contempla todo lo que acontece con la convicción de que saldrá airoso del envite. No sólo porque es una obviedad a estas alturas de la película, sino porque el rol está pasado de vueltas y actúa con una jactancia que ya no es una armadura para controlar el miedo… sino arrogancia pura y dura.


Curiosidades: a pesar de que Mary Elizabeth Winstead aparece en los créditos repitiendo como la hija de McClane, Lucy, tras hacer lo propio en la cuarta entrega, todas sus escenas fueron suprimidas del montaje final. El director, John Moore, editó una versión especial para el lanzamiento en Blu-Ray, que sin embargo tampoco contaba con dichas secuencias suprimidas. Por las imágenes que se pueden ver del proceso de rodaje, parece que Lucy acompañaba a su padre al aeropuerto y poco más, sin embargo no hay confirmación oficial a este respecto, ni tampoco explicación acerca de la supresión de dicho papel. Por otro lado, tras coincidir en el elenco de “Alpha Dogs”, Willis afirmó que Justin Timberlake podría ser un buen candidato para hacer de su hijo, finalmente, Liam Hemsworth fue también considerado para el papel antes de la elección de Courtney.



Parafraseando: la frase más celebrada de la película, que levantó una ovación en el pase al que acudí en su día y que realmente nos recordaron al cínico McClane al que todos amamos. Qué lástima que llegue cuando faltan treinta segundos para que aparezcan los títulos de crédito finales: “No irá a salirnos un tercer brazo ni nada”.“No. Como mucho… se te caerá el pelo” “¡Ja! El pelo… Como no sea el de los huevos…”.    

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