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viernes, 17 de marzo de 2017

Crítica de "MISIÓN IMPOSIBLE: nación secreta"


Año: 2015. Título original: Mission Impossible: Rogue Nation. Escrita y dirigida por: Christopher McQuarrie (“Secuestro infernal”). Intérpretes: Tom Cruise (“Leones por corderos”), Jeremy Renner (“The Town – Ciudad de ladrones”), Simon Pegg (“Bienvenidos al fin del mundo”), Rebecca Ferguson (“Hércules”), Ving Rhames (“Pulp Fiction”), Alec Baldwin (“Glengarry Glen Ross”), Sean Harris (“Serena”). Presupuesto: 150 millones de dólares. Recaudación: 682 millones, convirtiéndose así en la segunda película más taquillera de la serie.


Franquicia: es la sucesora de “Protoco Fantasma” (2011), y quinta de la saga tras las cintas estrenadas en 1996, 2000 y 2006, amén de la mencionada anteriormente. A día de hoy, se ha iniciado ya el rodaje de la sexta, cuyo estreno está previsto para el 27 de junio de 2018. Vanessa Kirby (la princesa Margarita en la serie “The Crown”), se une al elenco de ésta, que repetirán una vez más, al igual que también lo hará Christopher McQuarrie como escritor y director, lo que le convertirá en el primer realizador en hacerse cargo de más de una entrega de la franquicia.


Sinopsis: Con la FMI disuelta y Ethan Hunt (Tom Cruise) abandonado a su suerte, el equipo tiene que enfrentarse contra el Sindicato, una red de agentes especiales altamente preparados. Estos grupos concienzudamente entrenados están empeñados en crear un nuevo orden mundial mediante una serie de ataques terroristas cada vez más graves. Ethan reúne a su equipo y une sus fuerzas con la agente británica renegada Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), quien puede que sea o no miembro de esta nación secreta, mientras el grupo se va enfrentando a su misión más imposible hasta la fecha.


Crítica: la última entrega del super-espía Ethan Hunt es perfecta… en su corrección. Me explico. Esta cinta tiene el dudoso honor de ser la primera vez que he visto a Tom Cruise y he pensado: “Joder, el tío realmente tiene 50 tacos. Mírale, con sus arruguitas y esa piel que ya no es tan firme como antes”. Y esto no es una crítica hacia el actor de la ahora tan lejana “Top Gun”. Al contrario. Ojalá todos envejeciésemos así de bien. Pero “Nación Secreta” puede que sea la más reposada de las entregas, y eso invariablemente afecta a que podamos observar los estragos del tiempo. Cuando los políticos van peinando canas, tienen sulugar reservado en el Senado, esa especie de “cónclave de sabios” que a la postre no ejercen como tal. En las estrellas de Hollywood pasa algo parecido, y en lo que atañe a las producciones de acción, se reducen a hacer de “apariciones especiales”, reciclarse como villanos con pedigrí o resignarse a que les endosen un compañero más joven al estilo de “hijo de…”. Cruise demuestra aquí que eso no le va a pasar a él. Al menos, no todavía. En primer lugar, porque sigue siendo el productor  la función (y ya se encargará él de que la maquinaria siga girando). Y en segundo, porque se esfuerza en demostrar que se puede hacer un film veraniego con altas dosis de entretenimiento sin necesidad de recurrir al “más difícil todavía” que, paradójicamente, fue el primero en utilizar. Pero como la patente no es suya, ahora esa marca registrada la poseen los chicos de “A todo gas”, que ya este año demostraron que lo suyo sí era una “misión imposible”, y el bueno de Tom se sube las solapas de la gabardina y decide, en un ejercicio de madurez y coherencia, que ya no le interesa jugar en esa liga. “Misión Imposible 5” crea pues una sensación un tanto rara en el espectador que esperase otro tipo de película, pues la escena más espectacular tiene lugar en el prólogo (la del avión) y ya ha sido ampliamente destrozada en el tráiler. El resto es un solvente relato de espías que recurre a los tópicos de la franquicia pero cierra a su vez un círculo con la primera “M:I” rodada por Brian de Palma en 1996. Sí, después de infiltrarse en el Vaticano y el Kremlin, ahora toca hacer lo propio con la residencia del primer ministro británico, pero tranquilos que la hierba seguirá creciendo a su paso. En cuanto a McQuarrie, que se ha acoplado a este nuevo “rat pack” que también incluye al productor J.J. Abrams, tras haber dirigido a Cruise en “Jack Reacher” y haberle escrito la adaptación de “Al filo del mañana”, cumple con ese homenaje al thriller de los 70, utilizando las sombras, tanto literales (en ese enfrentamiento a cuchillo en la recta final) como metafóricas (el doble juego de Baldwin y Renner en el tribunal) para forjar un producto más homogéneo que en otras ocasiones, valiéndose de la posibilidad de ser el primero en toda la franquicia que, además de ponerse tras las cámaras, se encarga del libreto. Por cierto, acometer esa doble función en un proyecto de estas proporciones, donde suelen meter mano media docena de guionistas… eso ya de por sí es toda una “misión imposible”.


Resumiendo: confieso que soy de esos espectadores un tanto desconcertados ante el cambio de tono de la saga, que a ratos parece querer acercarse a la estupenda ficción televisiva de “The Americans”. Pero pensándolo con posterioridad, el mérito de dar un giro tan drástico en este vehículo de alta gama y aún así conseguir que siga rugiendo a esos niveles… es como para quitarse el sombrero.


Memorable: le guste o no, la serie cinematográfica de “Misión Imposible” siempre va a ser recordada por la escena de acción más sorprendente. Cruise, una vez más, es consciente del juego, y se presta a él con una escena inicial que se nota perfectamente como incluida solamente para satisfacer a los fans. Para eso… y para hacer un tráiler más “vendible”, claro.


Mejorable: al igual que ocurre en otras ocasiones, el villano es menos aterrador de lo que debiese, limitándose a cumplir el expediente del “outsider” que, tras sentirse traicionado por su propio gobierno, decidió utilizar lo aprendido para hacerse rico. Si es que al final todos vamos a lo mismo.



Parafraseando: después de un discursito al primer ministro sobre las virtudes de Hunt, el director de la CIA acaba con esta frase que le sacarían los colores a cualquiera: “Señor, Ethan Hunt es la manifestación viva del destino, y a hecho de usted… su misión”.

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