Año: 2015. Título
original: Mission Impossible: Rogue Nation. Escrita y dirigida por: Christopher
McQuarrie (“Secuestro infernal”). Intérpretes: Tom Cruise (“Leones por
corderos”), Jeremy Renner (“The Town – Ciudad de ladrones”), Simon Pegg
(“Bienvenidos al fin del mundo”), Rebecca Ferguson (“Hércules”), Ving Rhames
(“Pulp Fiction”), Alec Baldwin (“Glengarry Glen Ross”), Sean Harris (“Serena”).
Presupuesto: 150 millones de dólares. Recaudación: 682 millones, convirtiéndose
así en la segunda película más taquillera de la serie.
Franquicia: es la
sucesora de “Protoco Fantasma” (2011), y quinta de la saga tras las cintas
estrenadas en 1996, 2000 y 2006, amén de la mencionada anteriormente. A día de
hoy, se ha iniciado ya el rodaje de la sexta, cuyo estreno está previsto para
el 27 de junio de 2018. Vanessa Kirby (la princesa Margarita en la serie “The
Crown”), se une al elenco de ésta, que repetirán una vez más, al igual que
también lo hará Christopher McQuarrie como escritor y director, lo que le
convertirá en el primer realizador en hacerse cargo de más de una entrega de la
franquicia.
Sinopsis: Con la
FMI disuelta y Ethan Hunt (Tom Cruise) abandonado a su suerte, el equipo tiene
que enfrentarse contra el Sindicato, una red de agentes especiales altamente
preparados. Estos grupos concienzudamente entrenados están empeñados en crear
un nuevo orden mundial mediante una serie de ataques terroristas cada vez más
graves. Ethan reúne a su equipo y une sus fuerzas con la agente británica
renegada Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), quien puede que sea o no miembro de
esta nación secreta, mientras el grupo se va enfrentando a su misión más
imposible hasta la fecha.
Crítica: la
última entrega del super-espía Ethan Hunt es perfecta… en su corrección. Me
explico. Esta cinta tiene el dudoso honor de ser la primera vez que he visto a
Tom Cruise y he pensado: “Joder, el tío realmente tiene 50 tacos. Mírale, con
sus arruguitas y esa piel que ya no es tan firme como antes”. Y esto no es una
crítica hacia el actor de la ahora tan lejana “Top Gun”. Al contrario. Ojalá
todos envejeciésemos así de bien. Pero “Nación Secreta” puede que sea la más reposada
de las entregas, y eso invariablemente afecta a que podamos observar los
estragos del tiempo. Cuando los políticos van peinando canas, tienen sulugar
reservado en el Senado, esa especie de “cónclave de sabios” que a la postre no
ejercen como tal. En las estrellas de Hollywood pasa algo parecido, y en lo que
atañe a las producciones de acción, se reducen a hacer de “apariciones
especiales”, reciclarse como villanos con pedigrí o resignarse a que les
endosen un compañero más joven al estilo de “hijo de…”. Cruise demuestra aquí
que eso no le va a pasar a él. Al menos, no todavía. En primer lugar, porque
sigue siendo el productor la función (y
ya se encargará él de que la maquinaria siga girando). Y en segundo, porque se
esfuerza en demostrar que se puede hacer un film veraniego con altas dosis de
entretenimiento sin necesidad de recurrir al “más difícil todavía” que,
paradójicamente, fue el primero en utilizar. Pero como la patente no es suya,
ahora esa marca registrada la poseen los chicos de “A todo gas”, que ya este
año demostraron que lo suyo sí era una “misión imposible”, y el bueno de Tom se
sube las solapas de la gabardina y decide, en un ejercicio de madurez y
coherencia, que ya no le interesa jugar en esa liga. “Misión Imposible 5” crea
pues una sensación un tanto rara en el espectador que esperase otro tipo de
película, pues la escena más espectacular tiene lugar en el prólogo (la del
avión) y ya ha sido ampliamente destrozada en el tráiler. El resto es un
solvente relato de espías que recurre a los tópicos de la franquicia pero
cierra a su vez un círculo con la primera “M:I” rodada por Brian de Palma en
1996. Sí, después de infiltrarse en el Vaticano y el Kremlin, ahora toca hacer
lo propio con la residencia del primer ministro británico, pero tranquilos que
la hierba seguirá creciendo a su paso. En cuanto a McQuarrie, que se ha
acoplado a este nuevo “rat pack” que también incluye al productor J.J. Abrams,
tras haber dirigido a Cruise en “Jack Reacher” y haberle escrito la adaptación
de “Al filo del mañana”, cumple con ese homenaje al thriller de los 70,
utilizando las sombras, tanto literales (en ese enfrentamiento a cuchillo en la
recta final) como metafóricas (el doble juego de Baldwin y Renner en el
tribunal) para forjar un producto más homogéneo que en otras ocasiones,
valiéndose de la posibilidad de ser el primero en toda la franquicia que,
además de ponerse tras las cámaras, se encarga del libreto. Por cierto,
acometer esa doble función en un proyecto de estas proporciones, donde suelen
meter mano media docena de guionistas… eso ya de por sí es toda una “misión
imposible”.
Resumiendo:
confieso que soy de esos espectadores un tanto desconcertados ante el cambio de
tono de la saga, que a ratos parece querer acercarse a la estupenda ficción
televisiva de “The Americans”. Pero pensándolo con posterioridad, el mérito de
dar un giro tan drástico en este vehículo de alta gama y aún así conseguir que
siga rugiendo a esos niveles… es como para quitarse el sombrero.
Memorable: le
guste o no, la serie cinematográfica de “Misión Imposible” siempre va a ser
recordada por la escena de acción más sorprendente. Cruise, una vez más, es
consciente del juego, y se presta a él con una escena inicial que se nota
perfectamente como incluida solamente para satisfacer a los fans. Para eso… y
para hacer un tráiler más “vendible”, claro.
Mejorable: al
igual que ocurre en otras ocasiones, el villano es menos aterrador de lo que
debiese, limitándose a cumplir el expediente del “outsider” que, tras sentirse
traicionado por su propio gobierno, decidió utilizar lo aprendido para hacerse
rico. Si es que al final todos vamos a lo mismo.
Parafraseando:
después de un discursito al primer ministro sobre las virtudes de Hunt, el
director de la CIA acaba con esta frase que le sacarían los colores a cualquiera:
“Señor,
Ethan Hunt es la manifestación viva del destino, y a hecho de usted… su
misión”.
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