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domingo, 5 de marzo de 2017

Crítica de "Swiss Army Man" (2017)


Año: 2016. Escrita y dirigida por: Daniel Kwan y Daniel Scheinert. Intérpretes: Paul Dano (“Pequeña Miss Sunshine”), Daniel Radcliffe (el Harry Potter de la saga de películas sobre el niño mago), Mary Elizabeth Winstead (Lucy, la hija de John McClane en la cuarta y quinta película de la saga “Die Hard”). Presupuesto: 3 millones de dólares. Recaudación: 4,9 millones. Curiosidades: se presentó oficialmente en el Festival de Sundance.

Sinopsis (AVISO: es recomendable no leerla en caso de no haber visto la película): Hank es un hombre a punto de suicidarse tras haber sufrido un aparente naufragio y estar varado en una isla desierta. En ese crítico momento, avista en la orilla de la playa el cuerpo de Manny, un cadáver que la marea ha arrastrado hasta allí. Impulsado por los gases del cuerpo putrefacto, Hank consigue huir de la isla, pero ese será sólo el primer paso para regresar a casa. Sorprendentemente, Manny seguirá siendo imprescindible para tal fin, ya que Hank puede manejarle como si fuese una navaja suiza, amén de poder hablar con él de algún modo y… utilizar sus erecciones como una especie de brújula que le indica el camino correcto.

Crítica: al igual que señalo en el apartado anterior, creo indispensable que no sigáis leyendo estas líneas en caso de no haber visto la película que nos ocupa. ¿Seguís ahí? Bien. En mi caso, había leído hacía un tiempo la sinopsis, pero he de reconocer que empecé el visionado sin saber que ésta era dicha película; vamos, sin tener ni zorra de lo que me iba a encontrar, y el “what the fuck…?” fue bastante intenso en los primeros minutos. No sabía si estaba viendo una broma de mal gusto o una puta obra de arte. Tampoco lo supe cuando la película terminó, la verdad, y dudo mucho de poder recomendársela a alguien, así que tendréis que probar por vosotros mismos. Porque lo que tenemos entre manos es un film absolutamente inclasificable, de esas películas que pasan automáticamente a considerarse como “de culto”, pues invariablmente todo lo que vaya contracorriente o no sea “tendencia” de nada, paradójicamente, acaba siendo venerada por un grupo de “irreductibles galos”. Sin embargo, y a pesar de lo “chusca” que parece en un principio, he de destacar que “Swiss Army Man” no es una comedia del tipo “Éste muerto está muy vivo” (“Weekend at Bernie´s”, 1989), sino que vendría más a parecerse a una especie de “Náufrago”Cast Away”, 2000), pero sustituyendo a la pelota Wilson por un tipo que se tira pedos. Una comedia existencialista mucho más elegante de lo que aparenta ser; una especie de fábula que pretende sacudir conciencias y, a modo de analogía, hacerte ver que todos estamos muertos a menos que empecemos a actuar como si realmente estuviésemos vivos. Muy lisérgica, muy bizarra y muy estúpida también. Por todo ello, precisamente, también  muy genial.

Resumiendo: otra de los apuntes que no pueden dejarse a un lado es la presencia de Radcliffe, actor que ejerce además como productor y principal impulsor del proyecto. Un tipo que vive obsesionado de una manera bastante inútil con quitarse la etiqueta de ser el eterno niño mago, para lo cual se ha subido en pelotas a los escenarios del West End londinense, o se enrola en proyectos tan antagónicos como esta película o aquella otra “Horns” donde le crecían unos cuernos que ríete tú de tu vecino el del quinto. Aquí, se pone en las manos de dos directores debutantes que le disfrazan de Godot en un intento por crear el “cine del absurdo” a semejanza de lo que Samuel Beckett hiciese para con el teatro. Dudo mucho, en cualquier caso, que a partir de ahora la gente vea su careo y digan “Eh, éste es el tío de “Swiss Army Man””, pero aunque pueda parecer un chiste habida cuenta de que la mitad de su tiempo en pantalla se lo pasa tirando de flatulencias, puede que estemos ante el mejor papel de su carrera. Qué cosa tan rara, ¿no?

Memorable: la conversación sobre la masturbación, que bien podría ser un chiste privado en alusión directa a la “paja mental” que resulta la película. Pensándolo bien, lo de los pedos también podría ser otro guió en dicho sentido, porque sin duda el guión de la película debió salir tras pillarse un “pedo” morrocotudo. A todo esto… ¿cómo coño lo hicieron para conseguir que alguien soltase pasta para hacer la peli? Quiero decir… ¿cómo la vendes?

Mejorable: la última parte del film es, aunque resulte difícil de creer, lo más incomprensible de la propuesta. Sin hacer demasiados SPOILERS, uno va haciéndose a la idea de que “Manny” es un amigo imaginario o algo por el estilo. Vamos, que sólo está en la mente del protagonista, como un acicate para seguir moviéndose y encontrar una salida a su situación antes de volverse loco. Pero no. Desconcertante cuanto menos.


Parafraseando: otro de los gags absurdos y a la par sencillos que funcionan en la película es la constante alusión al “Jurassic Park” de Steven Spielberg y a la maravillosa banda sonora de John Williams, cuyo tema principal es tarareado por los protagonistas en varios momentos (a todo esto, muy destacable también la banda sonora original del propio film): “¡Te acordaste de “Parque Jurásico”! Estabas tarareando su melodía” “¿Qué?” “Laura Dern… el braquiosaurio…” “No sé qué es “Parque Jurásico”…” “Manny, si no sabes qué es “Parque Jurásico”… entonces no sabes nada”.

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