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martes, 7 de marzo de 2017

ENRIQUE BUNBURY: hellville de luxe (2008)


Información básica: reseña del quinto disco en solitario de Enrique Bunbury, lanzado por EMI Music Spain en octubre de 2008. Producido por el propio cantante zaragozano y Phil Manzanera, el título hace referencia al nombre de la casa-estudio que el vocalista tiene en El Puerto de Santa María, donde reside actualmente. La edición básica del álbum consta de 11 canciones, mientras que la online para iTunes incluía un bonus track y la edición doble en vinilo se iba hasta los 15 temas, todos compuestos por el propio Bunbury. Se vendieron más de 160.000 copias siendo disco de oro en España, México y Argentina.

Crítica: hasta la salida de su anterior trabajo, “El viaje a ninguna parte” en 2004, lo que hacía Enrique Bunbury me dejaba bastante indiferente. Ni siquiera había sido fan de los “Héroes del Silencio”. Pero aquel disco y una actuación en vivo donde pude presenciar la rotundidad de su “Huracán Ambulante” (la banda que él mismo disolvió en 2005) me hicieron comprender que con Bunbury no hay medias tintas que valgan. O te gusta o no te gusta. E, independientemente de cuál sea la respuesta, si no existiese… habría que inventarlo, porque es el único “personaje” (sin ofender) que tenemos por estos lares. De hecho, al propio Enrique le gusta jugar con ese look de cowboy deshubicado, “sola ante el peligro” frente a la industria musical española, y su propia música bebe mucho de ese rock sureño y polvoriento que podría sonar en cualquier saloon del Viejo Oeste. Pero, con todo, “Hellville de Luxe” (al que, por cierto, le viene muy bien como título independientemente de cómo bautizara a su casa-estudio porque en las letras de las canciones que componen el tracklist hay mucho de cielo, infierno y vírgenes… religiosas) no es un trabajo redondo. De hecho, hay una discordancia entre la música y la letra de muchas de las canciones, como si no pegasen unas con otras (véase “Bujías para el dolor” o “Canción cruel”, musicalmente sobresalientes pero cuya letra es desconcertante como poco). Y claro, esto se puede entender de dos maneras. Por un lado, el esfuerzo del autor por fabricar piezas de rock poco convencionales huyendo de lo ya compuesto anteriormente (por él o por otros artistas); y por otro, podría ser el resultado de su posición dentro de la industria, que le permiten hacer básicamente lo que le da la gana sin pensar demasiado en el resultado. Eso nos deja muchos momentos en el disco donde te chirrían los dientes, como en el siguiente verso de “Doscientos huesos y un collar de calaveras”: “Deja que pueda traer alivio a tu boca tonight y no desaproveches una buena erección”… que más allá de que te guste o no, es que no pega ni con cola. Parece que haya escrito por un lado la música, por otra la letra… y luego si quedan bien juntas o no… “no es mi problema”. Y ya digo: esto no es ni bueno ni malo y, por lo menos, resulta original. Sigue siendo de aplaudir ese afán por “disfrazarse” (como en “Si no fuera por ti”, donde la voz y el tono de ultratumba general de la canción te recuerdan, salvando las distancias, a un castizo Marilyn Manson), pero las dos canciones realmente redondas que pueden extraerse del LP son “El hombre delgado que no flaqueará jamás” y “Hay muy poca gente” que, de hecho, fueron los dos primeros singles que se lanzaron. En definitiva: que no será su mejor trabajo, pero sigue fiel a sí mismo… o, por lo menos, a lo que quiera parecerse. Y eso ya es mucho más de lo que se puede decir de la mayoría.

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