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martes, 4 de abril de 2017

Crítica de "BIG FISH" (2003)


Año: 2003. Director: Tim Burton (“Ed Wood”). Basada en: “Big Fish: A Novel of Mythic Proportions” publicada en 1998 por Daniel Wallace. Intérpretes: Albert Finney (“Skyfall”), Ewan McGregor (“Lo imposible”), Jessica Lange (“El cabo del miedo”), Billy Crudup (“Casi famosos”), Helena Bonham Carter (“Cenicienta”), Danny De Vito (“Batman Returns”), Steve Buscemi (“Reservoir Dogs”), Marion Cotillard (“The Dark Knight Rises”) y la cantante Miley Cyrus, de niña, diez años antes de ponerle el culo a Robin Thicke para que éste le hiciese el “conejito” en cantando “Blurred lines”.. Presupuesto: 70 millones de dólares. Recaudación: 122 millones.  Premios: fue nominada, entre otros, a 4 Globos de Oro, 1 Oscar y 1 Grammy; los dos últimos para la B.S.O. de Danny Elfman.


Curiosidades: en un principio, iba a ser dirigida por Steven Spielberg, quien postuló a Jack Nicholson como el protagonista, lo que obligó a cambiar el guión. Luego, el realizador abandonó el proyecto entre los rodajes de “Minority Report” y “Atrápame si puedes”, lo que dejó el proyecto en manos de Burton, quien venía del remake de “El planeta de los simios”.


Sinopsis: Edward Bloom tiene una complicada relación con su hijo, quien le considera un cuentacuentos y ve cómo, en las postrimerías de la vida de su progenitor, no sabe nada realmente cierto de la vida de éste. Aprovechando la fatalidad, el hijo intentará averiguar qué hay realmente tras las historias que su viejo le ha ido desgranando a lo largo de su vida.


Crítica: “Es algo increíble” “La historia de mi vida”. El mundo, según Tim Burton, es grotesco, oscuro y no tiene piedad con aquellos que son diferentes. Pero, paradójicamente, el mundo según Tim Burton es terroríficamente hermoso, porque siempre queda un lugar para la magia. Hace unos días, hablábamos de “Big Eyes”, la última película del director, cuyo título recuerda a la que nos ocupa pero se encuentra estilística y formalmente en el punto contrario de su filmografía. Junto a “Eduardo Manostijeras”, “Big Fish” es lo mejor que ha rodado nunca (y yo metería en éste pódium también a “Ed Wood”) films que se ajustan bien a su personal visión de su vida y que tienen más en común de lo que parece. Dejando aparte lo anecdótico (los tres protagonistas de esas películas se llaman igual: Eduardo), son poemas amorosos que te reconcilian con el hecho de estar vivo en un mundo extraño. Sin duda, las tres eran también una manera de hacer las paces consigo mismo. “Manostijeras”, con su primera colaboración con su alter ego Johnny Depp, era una distorsionada imagen del Burton adolescente, jamás aceptado por sus congéneres; “Wood” era una palmadita en la espalda para todos aquellos críticos que le acusaban de “friki” (en el mal sentido de la palabra) y le seguían haciéndose sentir un incomprendido. Y “Fish” suponían el último adiós a sus padres (los dos fallecieron poco antes del rodaje de la película), seguramente los únicos que habían llegado a entenderle, aunque no siempre se lo demostrasen. “Big Fish” puede ser acusada de la simplicidad de su mensaje, pero aquellos que lo hagan se olvidan de que todos los cuentos son así. Y habrá quién la califique de “simple”… pero yo prefiero denominarla “universal”. Trata de la relación de un padre con su hijo, y el momento en que la muerte de uno te hace enfrentarte con tu propia mortalidad. Y eso te hace pensar en tu legado.

Resumiendo: la moraleja de “Big Fish” es que uno hombre puede trascender de sí mismo y de sus historias convirtiéndose en una de ellas. Una historia que todos contarán cuando se acuerden de ti. Ésta es una de esas películas que se mencionarán cuando la gente recuerde a Tim Burton.


Memorable: la escena de Finney y Lange en la bañera. Tan sencilla y emotiva, apenas sin palabras, se convierte en la mejor que haya rodado jamás el director.


Mejorable: la película se engloba dentro de ese subgénero que podríamos bautizar como “cuentos reales”, donde tiene dura competencia con “Forrest Gump” o “El asombroso caso de Benjamin Button”, entre otros.



Parafraseando: cuando intenta tener una conversación seria con su padre, éste se sale por la tangente pidiéndole que cuide la piscina. Y después suelta: “Nunca se me dio muy bien quedarme en casa, Will. Me sentía atrapado. Y ahora esto de quedarme en cama… Estar muriéndome es lo peor que me ha pasado en la vida”.

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