Año: 2012. Dirigida por:
Mark Andrews y Brenda Chapman. Intérpretes (voces en la V.O.): Kelly Macdonald,
Emma Thompson, Billy Connolly, Julie Walters, Robbie Coltrane, Kevin McDidd, Craig
Ferguson. Presupuesto: 185 millones de euros. Recaudación: 540 millones (lo que
hicieron de ella la tercera cinta de animación más exitosa del año tras “Ice
Age: El origen de los continentes” y “Madagascar 3”). Premios: ganó el Oscar de
la Academia, el Globo de Oro y el Premio BAFTA a la Mejor Cinta de Animación.
In memoriam: el film
está dedicado al cofundador de Apple, Steve Jobs, quien había muerto víctima de
las complicaciones derivadas de un cáncer el año anterior. Aunque no todos lo
saben, Jobs era CEO y accionista mayoritario de Pixar, además de formar parte
del consejo de Walt Disney tras la absorción de dicha filial, ya que fue el
principal impulsor del estudio en sus inicios, en 1986, cuando Pixar nació como
un departamento de animación en 3D de Lucasfilm, y en el que Jobs se involucró
confiando ciegamente tras verse forzado a dejar Apple un año antes.
Sinopsis: Mérida
es una joven princesa de la Escocia medieval que vive con desesperación el
momento en que sus padres deciden conceder su mano al vástago de alguno de los
clanes que componen el reino. La chica considera no estar preparada para el matrimonio
y, empero, tampoco desea que su futuro esposo sea elegido por sus progenitores.
Esto le produce constantes enfrentamientos con su madre, quien desea que ella
sea la hija perfecta y femenina que siempre soñó. Para escapar de su destino,
Mérida acaba siguiendo un rastro de “fuegos fatuos” hasta llegar a la choza de
una bruja, quien le servirá una pócima que obligará a su madre a cambiar de
opinión. ¿El único problema? Que también la convertirán en un oso.
Crítica: cuando
me preguntan sobre mi película de Pixar favorita, siempre digo que “Buscando a
Nemo” (la única, original e irrepetible, no confundir con su decepcionante
secuela), porque encierra dentro de su épica aventura llena de colorido un sencillo
mensaje de entendimiento entre padres e hijos. “Brave” viene a ser algo así
como el equivalente femenino de aquella, a la postre que también sirve como
reconversión de las famosas “princesas Disney” pero en versión Pixar y acoplada
a los nuevos tiempos, donde la lucha por la igualda y la libertad de derechos
hacen inviable los arcaicos estereotipos del pasado. El resultado final
funciona en ambos niveles consiguiendo una película amable, evocadora en su
ambientación y competente, si bien es de recibo decir que se queda un paso por
debajo de los estándares que había exhibido hasta la fecha la subsidiaria más
conocida de la factoría del ratón Mickey, que siempre había roto moldes por su
originalidad. Y, en este aspecto, la parte más fantasiosa de la propuesta no
deja de ser un derivado de “Hermano Oso”, película de la casa madre bastante
olvidada por muchos pero altamente reivindicable y que ha tenido varias
secuelas igualmente ninguneadas por el gran público. Sin embargo, y como no
podía ser menos, ese pellizco de brillantez en la propuesta lo suple con creces
el acabado visual, sencillamente desbordante en su majestuosidad y belleza, que
harán completamente inútil una futura adaptación en imagen real, pues ésta
nunca será tan hermosa como la que tenemos aquí. Y no, tranquilos… dicha “adaptación”
todavía no se ha planteado, pero… ¿acaso creéis que una vez acabe con todos sus
clásicos originales… Disney no hará lo propio con las películas de Pixar? Qué
ilusos sois.
Resumiendo: el
concepto de “las tierras altas” de Escocia siempre me remite invariablemente a
la saga de “Los inmortales”, que poco o nada tiene que ver con la película que
nos ocupa. No obstante, el misticismo de la saga protagonizada por Christopher
Lambert, donde el legado del pasado y la tradición familiar se entretejían en
un clima de brujería y maldiciones (porque, como nuestras “meigas”… haberlas
háilas) envuelven este nuevo bomboncito de la fábrica de sueños más grande de
la historia, que además deja un entrañable poso de amor materno-filial, cuyo
visionado ciertamente puede tender puentes entre generaciones de mujeres que
están condenadas a entenderse, pues todas ellas al final tienen en común el
mismo ideal de ser felices, tanto ellas como quien tienen más cerca.
Memorable: la
sencillez de su premisa, que se desarrolla con inusitada agilidad pese a que el
concepto del hechizo y sus vericuetos fueron señalados (incomprensiblemente en
mi opinión) como un hándicap negativo y de difícil comprensión. Chico, pues no
sé. Una pócima que transforma a la madre en oso y la búsqueda de la
restauración en su esencia humana antes de que el cambio sea permanente. No creo
que tenga más vueltas.
Mejorable: es, de
lejos, la película de Pixar que más controversia ha suscitado en su producción,
y que reseñaré en el apartado inmediatamente posterior, como la elección a
bombo y platillo de la primera mujer en encargarse de dirigir una película para
el sello… que poco después fue relegada a un segundo plano por las consabidas “diferencias
artísticas”.
Curiosidades :Reese
Witherspoon fue la primera elección para poner voz a la protagonista. En algún
momento, finalmente se bajó del proyecto y los responsables alegaron que había
sido una mera imposibilidad debido a los compromisos en la agenda de la actriz.
Sin embargo, en 2016 la propia interesada confesó que la sustitución se debió a
sus dificultades para conseguir un acento escocés competente. Por otro lado,
Disney registró el diseño del “tartán” (la banda propia del vestuario escocés,
que identificaba a los clanes), que fue oficializada con todos los honores por
el primer ministro escocés y que fue muy criticada por no respetar el
patrimonio autóctono. Por último, Disney rediseñó a Mérida, la protagonista,
para adecuarla más al estándar de belleza del resto de sus princesas, algo en
lo que tuvo que rectificar ante la campaña viral en contra de la medida,
encabezada por la principal autora del proyecto, alegando que iba en contra del
mensaje que, precisamente, quería defender la película. Al margen de todas estas polémicas, el
personaje de Mérida ya forma parte del imaginario colectivo de la empresa, y es
un rol recurrente a partir de la quinta temporada de la serie “Érase una vez”.
Parafraseando: cuando
Mérida intenta ganar tiempo para conseguir que su osezna madre consiga
atravesar el salón principal del castillo sin ser descubierta, acaba revelando
a los presentes la realidad de sus nexos comunes: “Las leyendas son lecciones. Transmiten
verdades. Nuestro reino es joven. Nuestras historias aún no son leyendas. Pero en
ellas nació nuestro vínculo. Antes nuestros clanes eran enemigos, pero cuando
nuestro enemigos nos amenazaron desde el mar, nos unismo para defender nuestras
tierras”.
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